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El Telégrafo
José Velásquez

El ocaso de la ALBA

27 de agosto de 2018 - 00:00

Primero fue la ALCA. El Área de Libre Comercio de las Américas nació apadrinada por la OEA durante la Cumbre de las Américas en Miami en 1994. La idea era integrar a todo el continente en un mismo bloque comercial conformado por 34 países. Pero en 11 años no terminaron de ponerse de acuerdo.

George W. Bush acudió a la cumbre de Mar del Plata en 2005 en un último intento por rescatar el proyecto, pero la emboscada estaba tendida. No fue solo el hecho de que el libre comercio es mala palabra en algunas esquinas del continente, sino que el ALCA suponía adecuar leyes, sintonizar políticas, y negociar acuerdos. Hugo Chávez notó el talón de Aquiles y junto a Fidel Castro dispararon una propuesta contestataria a la que se unieron de inmediato Bolivia, Ecuador y Nicaragua.

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América no era un plan de integración comercial sino de afinidad política sostenido por la robusta billetera venezolana. No había que hacer mucho para ser miembro. Solo había que aprenderse la canción y unirse al coro. Y a cambio, llegaban los regalos, aunque los más ambiciosos no se cumplieron.

Por ejemplo, se quedó en el papel la construcción de un gasoducto de 8.000 kilómetros desde Venezuela hasta Argentina, con un costo no menor a 25.000 millones de dólares.

En 2006 la ALBA incorporó el Tratado de Comercio de los Pueblos como alternativa a acuerdos comerciales firmados con economías como Estados Unidos, la Comunidad Europea o China. ¿Alguien ha escuchado de los beneficios transformadores que el TCP trajo al Ecuador?

Como se trató de un proyecto político más cargado de retórica que de ideas, el poder de convocatoria de la ALBA terminó siendo modesto. Logró encantar a economías pequeñas del Caribe como Antigua y Barbuda, Granada y San Cristóbal.

Entre los doce miembros de la ALBA combinaban en 2017 un Producto Interno Bruto no mayor a los 600.000 millones de dólares. Mientras tanto, el PIB combinado de los miembros del Mercosur es cuatro veces mayor y el de la Alianza del Pacífico, (al que Ecuador intenta ingresar) es casi tres veces y medio más alto. La ALBA es una ilusión óptica. Una miopía.

Retirarse es síntoma de que por fin vemos el mundo como es y que no nos aferramos a un club de países aislados. (O)

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