No podremos salir hasta que ya no estemos expuestos, o hasta que estemos verdaderamente preparados. Cuando lo hagamos, porque en algún momento ello ocurrirá, de pronto muchas cosas habrán cambiado. De pronto y seremos más colaborativos, de pronto seremos menos apáticos, de pronto aprovecharemos la oportunidad de formar parte de este maravilloso hogar.
Sin embargo, de pronto ya no estaremos todos, porque no todos estuvieron comprometidos para sanar la enfermedad que atravesaba la humanidad, a pesar de los permanentes llamados de las autoridades y las campañas ciudadanas.
Quizá no estaremos todos, porque nos acostumbramos a vivir una permanente adolescencia social, en donde muchos se creyeron invencibles, en donde el tiempo no era algo importante, en donde el consumo en vez de calmar nuestra ansiedad, la aumentaba; en donde estar a la defensiva o simplemente evitar mirar al que estaba al lado nuestro, era lo más normal.
Quizá no estaremos todos porque la falta de compromiso de unos terminó pasando factura a otros, esos otros que sí visualizaron la magnitud de lo que se venía, pero que a pesar de ello y como lo estamos viendo, fueron golpeados por un virus que no distingue entre formación, situación económica, posición ideológica, clase o etnia.
Y cuando estamos a punto de quebrarnos frente a una realidad que se torna cada vez más dura, reflexionamos y pensamos que pronto esto terminará; creemos que cuando volvamos a salir al mundo, la humanidad habrá aprendido la lección, que la vida nos dará una nueva oportunidad, que juntos sacaremos esto adelante, porque somos capaces, porque que somos fuertes, porque somos seres diferentes.
Estamos afrontando uno de los momentos más duros de nuestra era, momentos de los que solo será posible salir unidos.
Esta crisis nos enseña nuevamente que en la vida nada sucede por casualidad y que si queremos un mejor futuro, debemos tomar conciencia de lo que nos está ocurriendo.
Es muy probable también que no aprendamos nada de lo que está pasando, que la unidad, la solidaridad, la armonía, el respeto y la consideración por nuestros semejantes y nuestro entorno, se queden en buenas propuestas y buenas intenciones. ¿Cuál será el camino a tomar por el ser humano una vez que esta crisis acabe? Eso solo lo sabremos, cuando salgamos al mundo. (O)
