El proceso revolucionario de Venezuela, siendo auténtico, como tantos otros, está sujeto a interferencias, boicots, calumnias y oposiciones internas e internacionales.
Hugo Chávez -hasta su desaparición- logró impulsarlo y concitó gran apoyo internacional, superó duros escollos; organizó el PSUV, con casi todas las fuerzas políticas y sociales que lo apoyaron; y lo orientó con el objetivo de la Patria Grande, sueño del Libertador. Junto a Fidel Castro y Raúl, fue gestor de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América (Alba) y la Confederación de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac); esto es, la OEA sin Canadá y EE.UU.
La oligarquía traidora que había, junto a las transnacionales, explotado y atracado a mansalva la riqueza petrolera y empobrecido al pueblo venezolano, condujo al país al atraso y extrema dependencia; todo importaba, hasta alimentos básicos, apenas desarrolló la industria de ensamblaje; junto a gigantescos edificios, centros comerciales de lujo, y exclusivos barrios residenciales, la gran masa vegetaba en los ‘ranchos’, sin servicios, en la más espantosa miseria y abandono. La democracia estaba ausente y las dictaduras como la de Pérez Jiménez, a la par que reprimían y asesinaban, entregaban una y otra vez el petróleo; la partidocracia se turnaba en el poder; daba lo mismo, social ‘cristianos’ (Copei) que social ‘demócratas’ (Adecos); juntos, organizaban el saqueo, la dependencia extrema y la marginación de las masas.
Hugo Chávez sufrió el golpe de Estado de la oligarquía que puso en el poder a Carmona, dirigente de las grandes cámaras de propietarios. Ese era el objetivo de la lucha ‘democrática’; el pueblo lo expulsó en dos días y repuso a Chávez. Es parte de la triste historia de América Latina. La CIA y ONG al servicio de los golpistas; la gran prensa, los banqueros y el gran capital, todo el viejo poder; militares a su orden, derrocando gobiernos democráticos, imponiendo dictaduras sanguinarias o presidentes serviles, en nombre de la ‘libertad’, los ‘derechos humanos’, el ‘libre mercado’ la ‘civilización occidental y cristiana’.
Venezuela sigue acosada. Ahora son los Capriles, López y otros gritones, instrumentos de las oligarquías y la CIA, para sembrar caos y violencia; tienen poderosos apoyos y utilizan traidores, como Felipe González, y expresidentes colombianos. Nicolás Maduro, con firmeza y lealtad, resiste los embates y avanza. En ese marco hay que entender el conflicto con Colombia; a su vez, víctima de gobiernos entreguistas, que desde el asesinato del líder popular Eliecer Gaitán, desataron la violencia, el gran negocio de las drogas, vendieron el país a EE.UU. Provocaron la emigración de unos 6 millones a Venezuela; atraídos por un ambiente favorable (educación y salud gratuita).
Álvaro Uribe fue uno de los responsables, convirtió a Colombia en una gran base militar de EE.UU., para controlar de cerca la región; a ello se sumó Mahuad, quien cedió la base de Manta, que Rafael Correa luego recuperó.
Recordemos también el bombardeo a nuestro país (Angostura) con ese mismo gobierno, siendo su ministro de Defensa el actual presidente Santos. Son expertos en agresiones y provocaciones.
El paramilitarismo, contrabando y narcotráfico conspiran desde la frontera, contra Venezuela. Maduro decidió intervenir para pararlo con el apoyo de Rafael Correa y Tabaré Vázquez en nombre de Celac y Unasur, respetando el derecho soberano de los países. Se logró bajar las tensiones y buscar acuerdos de coexistencia que no interfieran el proceso venezolano, para lograr una relación fronteriza humanitaria y de paz.
Ellos van en beneficio de la integración solidaria, en el marco de la Patria Grande Bolivariana. Bienvenidos. (O)