Quizá usted ha escuchado en más de una ocasión, por parte de algún periodista o comunicador decir: “bienvenido(a) Doctor(a)”, e inmediatamente la persona que va a ser entrevistada contesta el saludo, y prosigue la entrevista ¡No hay nada raro ahí!
Lo preocupante está cuando nosotros, quienes formamos parte de la audiencia, conocemos en alguna medida a la persona entrevistada, y nos genera duda cuando escuchamos que esa persona cuenta con una titulación académica. Bueno, hoy en día el portal de la Secretaría de Educación Superior (Senescyt) permite a cualquier ciudadano visualizar las titulaciones que una puntual persona ha alcanzado.
La preocupación se agudiza cuando se constata que la persona que está siendo entrevistada no cuenta con la titulación que se le ha otorgado. Preguntas que nos saltan de inmediato: ¿Por qué razón el periodista o comunicador presenta a su entrevistada(o) anteponiéndole una titulación que no ha obtenido? ¿Cuál es el motivo por el cual el (la) entrevistado(a) omitió en puntualizar que no cuenta con la titulación que se ha mencionado? Pensando en voz alta: "se está actuando inadecuadamente".
Pero la situación va más allá, que es lo más grave. Hay quienes por “motu propio” se otorgan titulaciones que ni siquiera las han iniciado. Por ejemplo, en una reciente rueda de prensa virtual la persona que presentaba el espacio se había ubicado en su nombre: “Doctora”, Al finalizar, me permití verificar en el sistema público de títulos Senescyt y adivinen qué: no contaba con tal titulación.
Este comportamiento de arrogar o de arrogarse titulaciones que no se tienen preocupa… indigna, y más a quienes sí nos hemos fajado para obtener una titulación. Se está actuando bajo una orientación corrupta, impropia de gente decente. Una pregunta más: ¿Cómo estos hermanos nuestros, equivocados, llegan a ser asesores en ciertas entidades públicas o hasta autoridades universitarias? Cabe decir: si ya “en lo poco” empiezan mintiendo; “en lo mucho”, vaya usted a saber.
