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El Telégrafo
Leonardo Vicuña Izquierdo

A redoblar la lucha por la equidad y la justicia

08 de julio de 2015 - 00:00

Las mayores formas anticristianas de ejercer el poder económico son la explotación del trabajo humano y la indolencia ante la pobreza. Con el capitalismo, se organizaron, en beneficio de unos pocos grandes propietarios, monopolios y oligopolios, poderosas empresas multinacionales, ‘modernos’ terratenientes insaciables que oprimen a campesinos sin tierras.

La acumulación y concentración de la riqueza es su esencia, a pesar de que ella es producto de la naturaleza, la creatividad, esfuerzo y sacrificio de miles de millones de seres humanos, trabajadores de la ciudad y del campo, la mayoría de los cuales viven en la pobreza y, junto a hombres y mujeres que sufren de desempleo, sobreviven en el más terrible y brutal abandono, padeciendo de la exclusión en educación, salud, seguridad social, ambiente sano, y sin servicios básicos.

El planeta entero sufre los estragos terribles de la depredación de la naturaleza, la contaminación del ambiente, los cambios climáticos, producto en altísimo grado del insaciable afán de lucro, del objetivo perverso de maximizar ganancias, a costa del deterioro y liquidación de los recursos naturales, del antihumano trato a los trabajadores, de la aplicación de políticas económicas en exclusivo beneficio de desalmados grandes empresarios, banqueros especuladores. Los países industrializados, principales responsables, no compensan -como deben- este crimen contra la humanidad y el planeta. Muchos de estos son los mismos que, a título de ‘creyentes’, mal utilizando valores de la religión, han sojuzgado a los pueblos, han manipulado las políticas públicas, han utilizado el púlpito para engañar a las masas.

Les duele que el papa Francisco, en su última encíclica, recuerde que “no hay forma de preservar ambientalmente el planeta, sin combatir la miseria y la pobreza”;  que “las causas de la miseria residen en el capitalismo” y que “salvar la Tierra es liberar a los pobres”. ¿De qué liberarlos? del capitalismo de rapiña y de los hipócritas y egoístas, como llorones y poderosos grandes propietarios que mienten y engañan para mantener intocados sus privilegios y muchas mal habidas fortunas. Con ellos no hay diálogo posible sobre este tema.

Ahora, con el Papa, algunos se ‘hacen los locos’, han buscado tener protagonismo, casi han querido mostrarse como angelitos; hipócritamente ‘cristianos’, se dan golpes de pecho y hablan de paz y del amor, pero mienten, confunden, conspiran.

No han ocultado desde ciertos medios, aun con el Papa en el país, su odio y rencor, tergiversando el verdadero sentido de la denuncia de verdades sociales lacerantes, inocultables, como el hecho que el 20% más rico posee el 94,5% de la riqueza mundial; que unos cuantos ricos de América Latina tengan 2 billones de dólares en los ‘paraísos fiscales’, para evitar el pago de impuestos.

En Ecuador, a pesar de la reducción de la pobreza en 12%, en los últimos años, el 20% de la población más rica dispone el 58% del ingreso, mientras el 20% de la más pobre apenas tiene el 3,4% del mismo.

A la derecha le molesta que se publiquen estas cifras y, más aún, que el Gobierno quiera cambiarlas, redistribuyendo la riqueza en beneficio de los pobres, “los que solo tienen para beber desalientos”, a los que siempre han querido engañar, falseando preceptos religiosos, haciéndoles creer que la felicidad solo se la puede lograr en el ‘reino de los cielos’.

Bien hizo el Papa advirtiendo sobre la inconformidad popular, en dirigirse al Presidente y expresarle que “la Iglesia está a las órdenes, para lo que significa servir al pueblo”. La lucha por la equidad y la justicia es inclaudicable. (O)

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