Es cada vez más claro el objetivo de dirigentes de grupos de la derecha que arremeten con todo contra el Gobierno democrático, elegido con amplia mayoría, una y otra vez por el pueblo. Buscan el retorno al festín del petróleo, negociados del endeudamiento, especulación y explotación a mansalva a los trabajadores, a quienes tantas veces han postergado y reprimido, al igual que discriminado en sus derechos.
Nadie se traga el cuento de que ahora aman a los indígenas, respetan a los obreros, defienden a maestros y estudiantes y buscan el bienestar de los pobres; a quienes, en parte, han podido engañar, haciéndoles creer que son potenciales herederos y ‘propietarios’ o dueños de bienes inexistentes de jugosas rentas o ‘plusvalía’, y que el gobierno ‘comunista’ se las quitará, través de impuestos. No pierden oportunidad para burdamente acusar a los asambleístas de AP de aprobar leyes ‘asesinas’, ser ‘traidores’ porque “ofrecieron todo y nada cumplieron”; y tienen la desfachatez de exhibir videos fraguados, mentirosos, con los cuales temerariamente calumnian. Es engaño tras engaño. En cualquier sitio (medios, Asamblea, marchas, discursos) vociferan y calumnian; y luego, hipócritamente, se quejan ante sus compinches del exterior (SIP, ONG, CIDH) que en Ecuador “no hay libertad de expresión”. ¡Farsantes!
Pero quienes han sido realmente gobiernos autoritarios son los de ellos, entre otros, Ponce Enríquez y Febres-Cordero, en los que se persiguió, torturó y asesinó; se entregó soberanía y se liquidaron derechos y libertades. Cínicamente reclaman por la falta de ‘garantías’ y se llenan la boca con la palabra ‘democracia’; y afirman que “está en peligro la libertad y el progreso”; claro, de ellos, producto de atracos, herencias mal habidas, explotación a los trabajadores, evasión de impuestos, etc.
Les aterran la ‘lucha de clases’, la ‘ideología oficial’ y el ‘mal ejemplo’ de la Venezuela bolivariana, donde sus parecidos, conspiradores, actúan igualito, con violencia, soberbia y prepotencia, con el auxilio de políticos trogloditas de otros países. Justo allí dieron un golpe de Estado e impusieron al jefe de los grandes propietarios, Pedro Carmona, para reemplazar al comandante Hugo Chávez, reelegido por el pueblo. Solo duró dos días. El pueblo lo expulsó.
Ahora plantean la ‘democracia de propietarios’, seguramente será la del 2 y 3 de junio de 1959, cuando asesinaron en Guayaquil a centenares de hombres y mujeres, la que hizo posible los atracos y salvatajes a los banqueros corruptos. Debe ser la ‘democracia’ de la violencia contra jóvenes y vendedores ambulantes, con la que se permite aprobar constituciones en los cuarteles, a espaldas del pueblo, con la que descaradamente se imponen impuestos contra el pueblo (1% por las transacciones bancarias) y también los deroga en favor de los poderosos (impuesto a la renta). Esa democracia burguesa que ahora la llaman de ‘propietarios’ ya la ha sufrido el país y el pueblo la ha rechazado a lo largo de los tiempos y en estos últimos ocho años lo hizo en las urnas una decena de veces. Por ello buscan el golpe, se suman y apoyan con entusiasmo a los parecidos objetivos de ciertos dirigentes sindicales e indígenas que frente a los cambios realizados por el Gobierno, por sus derechos, en defensa del país, sus recursos y democracia, a espaldas de las bases, contribuyen con huelgas y levantamientos, a restaurar el poder de sus explotadores, el poder burgués y su ‘modelo’ neoliberal de atraso e inequidades.
Hay que enfrentarlos, dialogando con las organizaciones populares, corrigiendo errores, fortaleciendo los equipos de trabajo, afianzando la unidad, refrescando el proyecto de Revolución Ciudadana, sobre las irrenunciables bases de equidad y redistribución de la riqueza. A no retroceder y con decisión ganar la pelea por el nuevo Ecuador, que se está construyendo. Estamos de acuerdo: ¡A levantar el ánimo! (O)
