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El Telégrafo

32 años de “democracia”

30 de mayo de 2011 - 00:00

Ecuador vive la fase constitucional más larga de su historia. Se inició en 1979, tras una década de dictaduras y con una nueva Constitución aprobada por referéndum.

Cabe distinguir dos fases: en la primera (1979-1996) se sucedieron cinco gobiernos: J. Roldós, O. Hurtado, L. Febres Cordero, R. Borja y S. Durán Ballén; en la segunda (1996-2006)  hubo 7 gobiernos: A. Bucaram, R. Arteaga (un fin de semana), F. Alarcón, J. Mahuad, G. Noboa, L. Gutiérrez, A. Palacio, y 1 dictadura nocturna (21/enero/2000).
La economía inicial, heredera del modelo estatal “desarrollista”, todavía rigió con Roldós y en parte con Hurtado. Con Febres Cordero giró hacia una economía empresarial. Borja fue un paréntesis muy relativo. Porque el “modelo empresarial” se consolidó definitivamente desde Durán Ballén, pues todos los gobiernos posteriores simplemente lo continuaron, haciéndose eco de las ideas “neoliberales” en auge: retiro del Estado, privatizaciones, flexibilidad laboral y mercado libre.

Acompañó a la economía, la consolidación del Estado de Partidos, de modo que la “clase política” hegemonizó la vida nacional, con sus estilos, componendas, amarres, manejo institucional, compromisos personales e intereses privados.
En el camino, el Estado fue desinstitucionalizado, los servicios públicos colapsaron, la atención estatal fue deteriorada. El pago de la deuda externa y las políticas a favor del mercado libre y la empresa privada (cámaras de la producción), perjudicaron el gasto social. El Legislativo se agotó en la irresponsabilidad política. La Función Judicial se corrompió. Y la crisis del Ejecutivo llegó a tal grado, que en una década los únicos tres presidentes electos (Bucaram, Mahuad y Gutiérrez) fueron derrocados por rebeliones nacional-populares, aprovechadas por la clase política para sus “golpes de Estado”.

Economía, política y Estado articulados en el mismo proceso de identidad, provocaron el inminente deterioro social y del trabajo, por sobre los éxitos del crecimiento, experimentados más bien al iniciarse el nuevo milenio. Desempleo, subempleo y emigración se dispararon. Más grave fue el avance de la precarización y la flexibilización del trabajo. Y peor que todo, la concentración de la riqueza, que situó al Ecuador entre los primeros países más inequitativos del mundo.

Esas herencias solo comenzaron a revertirse desde 2007, ocasionando obvias reacciones, tensiones y polarizaciones, porque Ecuador inició un nuevo ciclo.

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