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El Telégrafo
Martin Granovsky

30 años después

27 de julio de 2018 - 00:00

El anuncio del presidente sobre su deseo de cambiar el papel de las FF.AA. disuelve la barrera entre la seguridad interior y la defensa nacional. Si la sociedad no detiene a Mauricio Macri, la decisión oficial cambiará la vida de Argentina para siempre. Y arruinará, inclusive, la vida de los propios militares. Una desgracia, porque la Ley de Defensa Nacional fue promulgada en 1988 por Raúl Alfonsín y garantizó 30 años donde cada quien hizo solo lo que le correspondía.  

Macri abrió las compuertas que llevan hacia México. En 2006 el presidente Felipe Calderón sumó a los militares a la lucha contra el narcotráfico. Los muertos por la guerra entre los narcos y la guerra militar antinarco, a los que se añaden los asesinatos por otros crímenes, llegaron a 234.000 entre 2006 y 2017. Son datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía y del Sistema Nacional de Seguridad Pública de México. Aclaración 1: el problema del narco en Argentina no tiene nada que ver con el de México.

Los cuates tienen del otro lado de su frontera norte -3.100 km con EE.UU.- la mayor demanda de droga del mundo. Aclaración 2: la participación militar produjo más muertes, pero no solucionó el problema del narco.

En términos biológicos es cierto que los actuales militares argentinos no tienen responsabilidad alguna en los crímenes de la dictadura. Un general de 55 años tenía 13 años en 1976.

Pero la historia trasciende la biología. La democracia argentina, con el acuerdo de radicales y peronistas en materia de seguridad interior y defensa nacional, construyó una nueva legalidad. No es que los militares considerados individualmente sean adictos a la represión interna. Las instituciones se basaron en esa doctrina y en esa práctica, y el resultado fueron miles de muertos y desaparecidos. También quisieron y pudieron separar a las FF.AA. de funciones internas y de funciones externas no castrenses.

Como sociedad, evitaron la recaída. Lo que empezó como una reducción de daños terminó con un cambio profundo.

Ahora Macri abre otra vez el camino del desastre. Un camino que estaba sabiamente cerrado. Y sin motivos ni argumentos reales, nos lleva a la guerra. Como Calderón, que liquidó su propio partido conservador, el PAN, Macri está emprendiendo la senda de un suicida. El riesgo es que, como se trata de un presidente, el suicidio arrastraría a millones de argentinos que tienen cero ganas de morir. (O)

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