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El Telégrafo
Fander Falconí

Yasuní, un símbolo planetario

04 de octubre de 2017 - 00:00

Yasuní es un nombre que resonará en la historia ecuatoriana del siglo XXI, como un cántico a la vida entonado por un pueblo comprometido. A escala mundial, en esta centuria se definirá el futuro de la humanidad, según cómo enfrentemos el mayor desafío ecológico vivido desde la última glaciación, hace 10.000 años: el actual acelerado calentamiento global.

La iniciativa ecuatoriana Yasuní ITT fue una propuesta del anterior gobierno para dejar de explotar, en ese momento, 846 millones de barriles de crudo, manteniéndolos bajo tierra en la cuenca amazónica. Este sacrificio económico se traducía en un beneficio ecológico para toda la humanidad. Eso implicaba una compensación parcial internacional por la pérdida monetaria. Como la compensación no llegó, se dejó el proyecto.  

Conservar el Yasuní es mucho más que una cuestión monetaria, beneficia a la sociedad ecuatoriana y a su entorno; además, rebasa las fronteras estatales. Menos emisiones de CO2 a la atmósfera, conservar la biodiversidad (fauna y flora, incluyendo plantas medicinales poco conocidas) y la supervivencia de los pueblos originarios que viven en el sitio y que no quieren el contacto con nuestra civilización: se trata de un beneficio para toda la humanidad y para la Tierra. Es un reconocimiento a la Madre Naturaleza, a la Pachamama. Es un símbolo de nuestra pertenencia planetaria. Hoy por hoy, se discute en muchos ámbitos planetarios la necesidad de dejar de extraer petróleo en zonas ricas en biodiversidad.

Los valores que representa Yasuní superan lo financiero, porque son valores trascendentales para los seres humanos. Una investigación que publicamos -Vallejo, Falconí, Burbano y Larrea (2015), ‘Leaving oil underground in Ecuador: The Yasuní-ITT initiative from a multi-criteria perspective’, en la prestigiosa revista Ecological Economics- demostró que era la mejor opción en términos sociales y ambientales a escala mundial.

Ahora se vuelve a poner el tema a la cabeza de nuestra agenda política. Consolidar el proceso del Yasuní es una prioridad que puede unirnos a todos en el Ecuador. En esta ocasión, todos apoyaremos este proceso a favor de Ecuador y de la humanidad con nuestro voto. Todavía estamos a tiempo de continuar este proceso y la quinta pregunta de la consulta popular es clara: ¿Está usted de acuerdo en incrementar la zona intangible en al menos 50.000 hectáreas y reducir el área de explotación petrolera autorizada por la Asamblea Nacional en el Parque Nacional Yasuní de 1.030 hectáreas a 300 hectáreas?

Yasuní representa un beneficio humanitario que no debe sucumbir ante el egoísmo de grupos de poder ni ante el afán personal de figurar.

Ecuador obtendrá un extraordinario beneficio social y natural si continuamos y profundizamos esta iniciativa. La cuestión económica es importante, pero no fundamental en este caso, porque está en juego nuestra vida. Coincide lo dicho con el típico ejemplo del vaso de agua en el desierto. Esa agua que vale en moneda menos que el recipiente de vidrio, cuando estamos en la ciudad, adquiere un valor vital si es el último en existencia. Aquí también se trata nuestra supervivencia. Nuestra decisión actual quedará marcada en la historia. Decidamos siempre por la vida. (O)

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