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El Telégrafo
Leonardo Vicuña Izquierdo

Relanzamiento de la Revolución Ciudadana

04 de octubre de 2017 - 00:00

En medio de los últimos y graves acontecimientos de gran incidencia en la vida nacional y la situación del Vicepresidente de la República, que decidió bajo protesta acoger la decisión de un juez, con la exigencia nacional, de respetar el debido proceso; en el marco de una consulta que tiene dos preguntas polémicas, con las que se busca impedir la reelección indefinida y eliminar la Ley de Plusvalía, que las comentaremos después, con gran expectativa por las próximas medidas económicas, se cumplieron 9 años de aprobación de la Constitución de Montecristi y 7 años del intento golpista para la restauración conservadora oligárquica, que buscó liquidar el 30-S de 2010 a la RC.

Frente a ello, es una necesidad cívica histórica la convergencia de fuerzas políticas y sociales progresistas, que siempre alentaron el proceso junto a la mayoría del pueblo que apoyó a AP, en 4 consultas populares y unas 10 elecciones, todas ganadas. La Constitución fue aprobada por las dos terceras partes de los ciudadanos en septiembre del 2008, ha sido la más democrática de todos los tiempos.

Con ella se reconocen derechos, culturas y la multinacionalidad de Ecuador; se consagra la educación pública como laica y gratuita; hasta el nivel universitario, la salud pública también gratuita, los derechos de la naturaleza, se recupera la soberanía nacional y se definen los sectores estratégicos y servicios públicos esenciales, cuyo manejo se reconoce de responsabilidad estatal. Define con claridad los poderes del Estado, agregando el Electoral y de Participación Ciudadana, creando las bases para la construcción del poder popular para afianzar la institucionalidad democrática y la participación ciudadana, garantías de una eficiente y transparente gestión pública y control popular.

También obliga a la construcción del Estado democrático, lo que se inició con límites y falencias que aún persisten. No obstante, hay grandes diferencias con el viejo Estado burgués, dominado por la partidocracia y el neoliberalismo, al servicio de la oligarquía, amañado y corrupto, regentado por las élites, con el cual ejercieron toda clase de desafueros, crímenes, robos y represión; desde el cual saquearon lo que pudieron en su beneficio y manejaron en forma especulativa la economía, dando lugar a los robos más grandes de la historia, como el de la sucretización, con la cual el Estado asumió multimillonarias deudas de los empresarios y luego atracaron los ahorros de la gente, se enriquecieron con el feriado y obligaron al Estado al salvataje bancario.

En Montecristi; el Presidente reconoció la Constitución como un logro del pueblo, al recordar que este la aprobó con amplio margen, y que desde ella se inició la construcción de un modelo que impulsó una nueva economía y sociedad, recuperando el petróleo, creando infraestructura, impulsando una política social redistributiva. También se mencionaron errores cometidos, en menoscabo de formas democráticas de organización, coordinación, alianzas y de insuficientes y deficientes aplicaciones de la Constitución, sobre todo en el ámbito del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, lo que ha impedido un adecuado control de la corrupción, la organización y participación popular, lo que debe corregirse, observando a plenitud la Constitución y leyes, coordinando acciones de los diversos poderes, superintendencias y órganos de control, por lo que resulta oportuna la pregunta relacionada en la consulta.

El momento es complejo, hay que superarlo; con prudencia, serenidad y flexibilización democrática, con tolerancia y discusión fundamentada, que va más allá de adjetivos y epítetos, exige invocar principios y objetivos de un proceso serio que ha tenido altibajos y demanda un inteligente tratamiento político, el que, en consecuencia con el anhelo popular, debe conducir al relanzamiento de la RC y democratización de AP, con la mayor unidad posible, objetivo permanente, mandato político histórico, irrenunciable, base de victoria, consigna anhelada por siempre y desde siempre por los revolucionarios del mundo. (O)

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