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El Telégrafo
Pablo Salgado Jácome

Los primeros 30 días

23 de junio de 2017 - 00:00

En política, diez años es mucho tiempo. Tanto que por primera vez en casi un siglo, un presidente ha podido ejercer su cargo de modo continuo. Lo cual, en sí mismo, ya es un enorme mérito. Diez años marcados por el liderazgo -fuerte y sin concesiones- del presidente Rafael Correa. Diez años en los cuales Ecuador cambió. Sin duda.  

De ahí que los primeros 30 días del presidente Lenín Moreno resultan para muchos -sobre todo militantes de Alianza PAIS- desconcertantes. Aún no salen de su sorpresa, pues esperaban “la continuidad” del proceso de la Revolución Ciudadana y, sobre todo, que el nuevo presidente transitara por las huellas del camino marcadas por Rafael Correa. La propia oposición insistía, en su repetitivo discurso, que el presidente Correa es quien va a seguir gobernando y que Lenín Moreno era poco menos que un títere.

En apenas los primeros 30 días, el presidente Lenín Moreno ha marcado ya su propio camino. En las formas y en el fondo. Como hemos dicho antes, no solo es cuestión de ‘estilo’. El presidente Moreno ha dejado en claro que es él quien gobierna y es él quien manejará todas las riendas en el ejercicio de su cargo. Y sabemos que, en este y otros casos, las formas son también el fondo.  

Aunque también es verdad que existe, en estos primeros 30 días, un vacío en la comunicación política. Esa ausencia es, en muchos casos, la que genera inquietudes y también preocupaciones en los ciudadanos y, sobre todo, en las huestes de PAIS, acostumbradas a recibir, permanente y constantemente, información y explicaciones. Es necesario crear esos espacios, de lo contrario, los ciudadanos solo reciben la información -intencionada e interesada- de los medios privados.   

No es fácil, por tanto, asimilar, en 30 días, las nuevas prioridades del Gobierno. No es fácil asumir la propuesta del gran diálogo nacional, por ejemplo. Y no lo es porque, además, sabemos que el expresidente Correa no se reunió con los líderes de la oposición. De ahí que la imagen de Lenín recibiendo y reuniéndose con Nebot o con Rodas resulta -para muchos- difícil de digerir. Pero un diálogo nacional se trata de eso, de dialogar con aquellos líderes de los principales sectores del país.  

Rafael Correa ganó solo las elecciones y gobernó solo. Pero ese no es el caso de Lenín. Ni eso quiere decir que deba hacer lo mismo. Recordemos que, para la segunda vuelta, ya necesitó alianzas. Pero quizá lo importante, en estos primeros 30 días, es que Lenín Moreno está haciendo precisamente lo que prometió en campaña. Por esa propuesta votó la mayoría de los ecuatorianos.

Prometió, por ejemplo, lucha contra la corrupción. Y gran parte de estos 30 días han estado dedicados a organizar esa ‘cirugía mayor’. Prometió diálogo con las manos extendidas e inició el diálogo. Aunque, hay que decirlo, en la conformación de las mesas se olvidó -como es ya tradición y costumbre en los gobiernos de turno- de la cultura. ¿O es que en el sector de la cultura todo está bien y se dialoga? No, por el contrario, está peor. Y no hay diálogo, sino silencio e inmovilidad.

No es fácil luego de una década marcada por una presencia tan fuerte y constante de Rafael Correa construir un camino propio. Pero Lenín Moreno lo está haciendo. Y más rápido de lo que muchos creían. Pero no se trata solo de un nuevo camino, se trata de construir un mejor camino. Y para beneficio de todos, especialmente de los más pobres. Y esa es ahora la gran dificultad que el presidente Moreno deberá asumir. (O)

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