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El Telégrafo
César Hermida

La cultura como arte

23 de enero de 2016 - 00:00

En el imaginario general se suele entender a la cultura como las manifestaciones del arte. Por eso se habla de actos culturales cuando se trata de tales expresiones. Estas son ciertamente las expresiones más refinadas y cultivadas de la cultura de una sociedad en cuanto son creaciones o recreaciones artísticas. Pero la cultura no es solo eso. Ella se refiere a los usos y costumbres, a las creencias, creaciones, interpretaciones, producciones, en fin, a todas las manifestaciones de la vida social y económica. Desde luego esta es la adscripción a una propuesta conceptual, porque si de definiciones se trata existen cientos de acepciones sobre el concepto.

La cultura, al ser todo eso, y al ser las creaciones y recreaciones artísticas su máxima expresión, constituye la identidad de los pueblos o naciones. Y la identidad se va estructurando en la historia, cada día, a partir de ella. En el caso ecuatoriano se basa en todos los componentes interculturales, entre la naturaleza y la sociedad. La historia, como la cultura, es decir la identidad, es un proceso cotidiano. Por eso Octavio Paz sostiene (en Posdata, citado por Fernando Savater en Escritores y ciudades) que “la esencia no es una, sino múltiple y cambiante”. La cultura es todo y la expresión del arte su manifestación más trabajada.

La clase dominante consideraba a su cultura, la dominante, como la única. Creía que sus modales, sus conocimientos y creencias, su lengua, debían ser los únicos. Por eso creía que lo ajeno era inculto. Pero cada una tiene sus propios modales, conocimientos, creencias y lengua.

La cultura de nuestros pueblos ancestrales fue subyugada temporalmente por aquella de la nacionalidad inca, y todas ellas fueron luego subyugadas, durante 500 años, por la europea (aunque esta tuviera diversos estratos entre la nobleza, los hidalgos, la plebe, como existían también estratos entre los indígenas).

Hoy se está comenzando a entender y aceptar a las culturas ancestrales como parte del todo de la identidad ecuatoriana, cuya esencia es múltiple y cambiante. Por eso en el futuro, la Casa de la Cultura Benjamín Carrión debe ser el hogar de todas ellas, de su cotidianidad y de sus expresiones más trabajadas en el arte, como creaciones y expresiones literarias, pictóricas, musicales, escultóricas, etc. Todas las culturas locales deben estar hermanadas en las manifestaciones cotidianas y en las artísticas, pues todas deben nacer de la vida cotidiana y volver a ella. (O)

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