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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

¡La bendita unidad!

07 de agosto de 2017 - 00:00

La única vía para superar la crisis política que vive la relación Gobierno y Alianza PAIS es la unidad en todo sentido. Sensato es llamar a la unidad, pero los ánimos, sin duda, están muy encendidos y todo pesa a la hora de tomar decisiones. La forma y el fondo son tan fundamentales, que los apasionamientos pueden terminar desbordando las capacidades políticas del propio proyecto y sus logros durante una década. No hay que olvidar que, de muchas maneras, lo que se vive es producto de la transición de gobierno y no hay transición fácil en ninguna sociedad, más aún cuando lo hecho durante 10 años ha sido sumamente positivo para Ecuador.

Pero no queda duda de que el movimiento de gobierno no ha sabido procesar los tiempos de la política, los actores, los escenarios, los intereses. Parece que todo lo sucedido supera sus propias capacidades. El horizonte político no es claro y, de continuar la conducta reactiva, lo que pasará es que el clima interno empeorará, porque por efecto, ante los hechos, la militancia, como es natural, tiende a radicalizarse a favor de una o de otra postura, ya que es la vía para sostener ideas, valores, imaginarios, afectos, creencias, aspiraciones, etc. Pero esa radicalización, como sucede en la cultura política ecuatoriana, termina generando resentimientos, se tenga o no razón. Nadie en su sano juicio estará en contra de combatir la corrupción venga de donde venga, pero nadie puede convertirse en tribunal ni en juez por encima de la ley y de las instituciones. El llamado debido proceso es vital. La forma y el fondo no se separan.

Todos dicen defender el proyecto político. Todos dicen que son necesarios los cambios, así como ciertas continuidades. Pero parece que no se sabe bien cuál es ese proyecto político, no las políticas públicas ejecutadas o por ejecutarse, sino los valores socialistas de la Revolución Ciudadana. Por definición, este proyecto político se ha definido como socialista acorde a las demandas ciudadanas del siglo XXI. No es un proyecto socialdemócrata, por tanto, el diálogo nacional-popular es fundamental. Incluso con sectores que son la antítesis de este proyecto político, porque somos una república. Pero jamás debe implicar ceder posiciones o asumir posiciones neoliberales.

Alianza PAIS, sus dirigentes, su militancia, deben demostrar creatividad, perspicacia; eliminar cualquier forma de rigidez cognitiva y política. No bastan los comunicados ni las reuniones o peor aún posteos o memes. Como siempre se ha dicho, la política por naturaleza es disenso, disputa. Dialogar es de las primeras formas de manifestar las diferencias más que las semejanzas. Ahora la geometría del poder se manifiesta en toda su dimensión. Y cuánto bien nos vendría despojarnos de tanto dramatismo.

A algunas facciones que jugaron a ser los puros y radicales, parece que se les acabó el festejo y otras están ya trabajando para 2019. Ahora resulta que todos los que no creían ni valoraban a AP se convierten en sus defensores. La disputa no está en lo gubernamental ni en lo estatal, sino en las próximas elecciones territoriales al interior del movimiento. Ahí se definirá la continuidad o no de la identidad socialista: verde/azul/blanco/multicolor. El éxito o la derrota en 2019. Un poquito o muchísima disciplina partidaria no estaría mal en estos momentos. (O)

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