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El Telégrafo
Juan J. Paz y Miño C.

Élites y cambio social

15 de febrero de 2016 - 00:00

En reciente entrevista con la BBC (http://goo.gl/Yw1gWb), Thomas Piketty, el famoso autor de El capital en el siglo XXI, dijo: “En América Latina las élites económico-financieras todavía deben enfrentar las reformas fiscales y sociales necesarias para que la mitad de abajo de la población, los dos tercios de abajo, tengan acceso a la clase de servicios  educativos, de salud, a los que no siempre acceden”; y añadió: “es importante recordar que en Occidente, en Europa Occidental, en Norteamérica, hizo falta que se dieran grandes cimbronazos políticos –la Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial, la Revolución Bolchevique– para que las élites occidentales aceptaran las reformas sociales y fiscales, en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, que finalmente redujeron la inequidad y llevaron por un tiempo a un patrón de desarrollo más equitativo y sostenible. Espero que las élites latinoamericanas, de India, de China, aprendan de esas lecciones y no esperen a que haya un malestar social extremo antes de realizar las reformas necesarias para un crecimiento sostenible”.   

Piketty acierta en un problema muy latinoamericano: aquí las “élites económico-financieras”, que son lo que en términos marxistas se denominan “burguesías”, históricamente han sido y son resistentes a los cambios sociales que impliquen afectar su posición y su riqueza.
 
Es cierto que pueden servir de referentes las economías sociales de mercado edificadas en Europa, o la economía norteamericana gracias al “New Deal” de Franklin D. Roosevelt y, además, el modelo canadiense. Los índices internacionales reconocen que donde mejor se vive en el mundo es en los países nórdicos europeos.

Pero en América Latina, que todavía es la región más inequitativa del mundo, las “élites” son incapaces de entender la necesidad de fuertes políticas estatales para abatir la pobreza y lograr sociedades con mejor calidad de vida y de trabajo. El mismo Piketty comprende que si Europa tiene sus propios desafíos, “en América Latina es necesario construir una capacidad más eficaz del Estado, una política social y combatir la corrupción”.

En Ecuador, las “élites” siguen aferradas a creer que el simple fortalecimiento empresarial, la competitividad, el mercado abierto, el capital extranjero, la flexibilidad laboral y el retiro del Estado son los caminos para solucionar la crisis económica actual y para desarrollar al país. Se magnifica la “corrupción” pública, sin ver la privada que la alimenta. Se cuestiona la “monstruosidad” de los impuestos, en un país que aún no llega a los promedios latinoamericanos en la materia. Se rechaza el “estatismo” existente, cuando estamos lejos del papel intervencionista y regulador de la economía que existe en la Europa a que hace referencia Piketty. Y falta mucho de acción estatal para llegar a la seguridad social universal, pensiones más altas, socialización plena de la medicina, vivienda, educación generalizada, derechos laborales más amplios y eficaces, y democratización de los factores de la producción.

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