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El Telégrafo
Jorge Núñez Sánchez - Historiador y Escritor

Agosto, mes de la patria

03 de agosto de 2017 - 00:00

Es el octavo mes en el calendario gregoriano, aunque su nombre no vino de un bautizo religioso sino de una consagración romana. Ocurrió que el emperador Octavio Augusto, celoso de su antecesor, Julio César (quien puso su nombre al mes veraniego de Quinctilis), quiso eternizar también su nombre y designó como agosto al mes veraniego de Sextilis. Más tarde, el calendario republicano francés renombró como Termidor a este segundo mes de la estación veraniega del hemisferio norte, aunque luego este calendario entró en desuso y volvió a imponerse el calendario gregoriano de 1582, que fue adoptado primero por los Estados católicos europeos y más tarde por prácticamente todo el mundo.

Para nosotros, los ecuatorianos, agosto es (junto con octubre y mayo) uno de los meses mayores de la patria, pues en él se produjeron, en orden cronológico, el 10 de Agosto de 1809, fecha en que la Revolución Quiteña instauró el primer gobierno autónomo de Hispanoamérica, y el 2 de Agosto de 1810, día luctuoso en que las fuerzas colonialistas aplastaron en un mar de sangre la rebeldía quiteña.

Hay que reivindicar una y otra vez esa Revolución Quiteña, que fuera iniciada la tarde del 9 de agosto de 1809 por un grupo de artesanos, es decir, de gentes de la plebe quiteña, bajo el liderazgo de los profesores universitarios Juan de Dios Morales y Manuel Quiroga y del coronel Juan Salinas.

Ese grupo se reunió aquella noche en casa de la modista Manuela Cañizares, con el pretexto de celebrar un cumpleaños, y allí se tomaron las primeras resoluciones revolucionarias, incluida la de disponer el apresamiento del conde Ruiz de Castilla, presidente de la Audiencia de Quito, acción que fue ejecutada por Juan Salinas y sus seguidores. Ya en la mañana del día 10, una vez apresadas las autoridades chapetonas, los revolucionarios convocaron a los grandes señores de la aristocracia criolla para que concurrieran a hacerse cargo de la situación y a integrar la Junta Soberana de gobierno que ellos habían nombrado esa misma noche. Así fue que los marqueses de Quito entraron en la acción revolucionaria que habían desatado las gentes de la plebe capitalina.

Los conflictos no se hicieron esperar. Morales y Quiroga, los ministros vinculados a la plebe, abogaban por medidas políticas radicales, a la vez que el presidente y demás funcionarios de la Junta buscaban imponer moderación y negociar con los chapetones. Todo esto mientras se desataba la guerra contra las fuerzas realistas de Pasto y otras regiones del país. Eso debilitó por dentro a la Junta Soberana, que tres meses después quedó disuelta, regresando al poder el conde Ruiz de Castilla.

Pero el pueblo de Quito seguía en armas y eso motivó al Virrey de Perú para enviar desde Lima una poderosa fuerza represiva, a la que se unieron tropas realistas del país quiteño. Esas fuerzas ocuparon Quito y capturaron a los principales revolucionarios, que fueron encerrados en el Cuartel de la Real Audiencia. Pero el 2 de Agosto de 1810, el pueblo quiteño intentó liberar a los presos, en respuesta a lo cual las fuerzas limeñas asesinaron a estos y luego se lanzaron a las calles, a atacar al pueblo que los resistía, matando a unos 300 ciudadanos, lo que equivalía al uno por ciento de la población local.

Tiempo después, el Libertador Simón Bolívar justificaría su ‘Decreto de Guerra a Muerte’ contra los españoles en esa masacre cometida por estos contra el pueblo de Quito el 2 de Agosto de 1810. (O)

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