Hace pocos años Guyana descubrió que literalmente nadaba en petróleo y la semana pasada exportó su primer millón de barriles. Sus insospechadas reservas le garantizan al menos 30 años de ingresos que dispararían cualquier economía latinoamericana. Muchos pronostican que la pequeña nación (unos 750.000 habitantes) pasará de la pobreza a la riqueza en un abrir y cerrar de ojos. ¿Es suficiente el dinero para desarrollarse?

Algunos economistas creen que la ubicación en el mapa es la que brinda oportunidades. La geografía determina los recursos disponibles, la buena o mala vecindad y hasta la exposición a desastres naturales que golpean a las finanzas. Otros señalan que el camino más rápido al desarrollo está dictado por la vocación comercial, la integración de los mercados y la diversidad productiva. Una tercera corriente sostiene que todo es nada si no hay instituciones solventes y que es el orden el que traza el progreso.

En el caso de Ecuador está claro que hemos sido bendecidos con abundantes recursos naturales y microclimas, y que tenemos dos vecinos pujantes y con economías más grandes. No somos los campeones mundiales del libre comercio, pero hemos sabido llevar el liderazgo en la exportación de productos como el banano y el cacao, e innovamos exitosamente con las rosas y el camarón.

No tengo duda que es la falta de institucionalidad la que nos ancla. No somos competitivos por el enredo burocrático y la viveza criolla. No atraemos inversión ni turistas porque no ofrecemos garantías.

El Consejo Nacional Electoral no ha evolucionado ni en forma ni en fondo, la Fiscalía genera ruido, pero sus acciones marchan a otra velocidad y la Asamblea Nacional demuestra una sostenida decadencia. Los partidos políticos y los cacareados movimientos sociales también naufragan. No alcanza el espacio para enumerar la erosión de nuestras instituciones. Y eso que las “refundan” y cambian sus nombres a cada rato.

¿De dónde saldrá el próximo presidente? Pues no de estas estructuras descompuestas sino de algún ejercicio exitoso, léase (unos pocos) gobiernos seccionales, Fuerzas Armadas, sector privado o sociedad civil. La urgencia de Ecuador y de Guyana no es tanto ingresar dinero sino mantener reglas sensatas que bloqueen a la corrupción, y que ponderen la educación, el empleo y la salud. (O)