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Ziggy Stardust El rockstar espacial que conquistó la Tierra

Ziggy Stardust El rockstar espacial que conquistó la Tierra
Tomada del blog Inside the Look.
25 de enero de 2016 - 00:00 - Carlos Bustamante - Periodista

Si algo nos ha enseñado la historia del rock n’ roll es que cada cierto tiempo tiene que aparecer una especie de salvador, un profeta que debe cambiar las reglas del juego para que esta expresión artística sobreviva. En 1969, el festival Woodstock (realizado en una granja en las afueras de Nueva York), le enseñaba al mundo cómo reunir a músicos de varios géneros en un solo escenario. Nuevos vientos coincidían con un cambio de época. Acababan los sesenta y lo hacían de una manera excepcional. La audiencia de entonces, sobre todo en Inglaterra, no sabía qué cosas traerían consigo los setenta. Y con razón, pues las glorias de la década por excelencia del rock británico llegaban a su fin. John Lennon y Paul McCartney, la pareja compositiva más prolífica de la historia, disolvían The Beatles. The Yarbirds, la banda que popularizó a tres héroes de la guitarra (Eric Clapton, Jeff Beck y Jimmy Page), se acabó en 1968, mientras que en 1969 el power trio, Cream, decía adiós —literalmente— con su último álbum, Goodbye. Pero mientras todo este ciclo terminaba, hubo un acontecimiento que definiría al sonido de la década siguiente.

En 1969, Estados Unidos puso en marcha el plan espacial más ambicioso de la historia, al enviar las misiones Apolo que llevarían al hombre a la Luna. Casi a la par, el inglés David Bowie aprovechó la coyuntura con su sencillo ‘Space Oddity’. El tema se inspira en el filme clásico de Stanley Kubrick, 2001: A Space Odissey, y con una melodía que mezcla el folk proto-rock ópera con la guitarra acústica, fue toda una novedad para finales de la década de los sesenta. La cadena británica BBC la utilizó de fondo para transmitir el alunizaje en Reino Unido. Para cuando se editó el disco homónimo, aprovechando el tirón del single y su posterior presentación en escenarios, la gente no entendía las letras y las melodías de Bowie con su look: un tipo con el cabello largo rizado, sentado con una guitarra —muy al estilo de Bob Dylan en esos días— pero sin el folk. Sin embargo, este sonido sería el inicio de un largo recorrido para el joven músico de 22 años.

Desde los 15 años, Bowie se teñía el cabello, esbozaba personajes de su creación en un papel y se interesaba sobremanera por el teatro, lo que —todo unido— por aquella época era considerado ser un freaky. Para el inicio de los setenta, Bowie estaba confundido. No sabía para dónde ir. No encajaba en la turgente década que comenzó con la estridencia del hard rock y un visible cambio de moda de sus intérpretes. Fue por entonces que conoció a Angie Bernett. Angie, que sería su novia y futura esposa, fungió un papel importante para los primeros cambios de look de Bowie. Ella se encargaba de su imagen y de ser un soporte positivo para que continuara su carrera, que tuvo un repunte con la formación de su siguiente banda: The Hype.

Con este nuevo grupo, Bowie dio un paso más hacia la generación de lo que sería el estilo que definiría su carrera por el resto de su vida. En un show, la banda decidió adoptar personajes, y sus integrantes salieron al escenario con disfraces a tocar su rock pesado. Ni la banda ni los personajes tuvieron un éxito notable. Pero lo volvieron a intentar: más tarde, en otro show, se hicieron llamar ‘Harry The Butcher’, pero no funcionó.

Luego de The Hype, Bowie fichó a Mick Ronson, guitarrista responsable del sonido que tendría Bowie en el futuro, y primer tripulante del crew de Ziggy Stardust. Casi a la par, construyó el primer prototipo de Ziggy con el arte de la portada de su siguiente disco, The Man Who Sold the World, en el que el artista aparece en la cara visible del álbum con un largo vestido posando sobre un sofá, una imagen totalmente andrógina, que causó shock a inicios de los setenta, una época donde lo normal eran los blue jeans, las camisas desabrochadas y la imagen de tipos duros haciendo rock n’ roll, como Jimmy Page de Led Zeppelin o Ian Gillan de Deep Purple. El disco, enmarcado en un hard rock temprano, pasó casi desapercibido, a pesar de que la canción homónima tuvo buenas críticas. Tanto el álbum como el concepto artístico que quería difundir Bowie estaban adelantados a su tiempo.

Una vez más, Bowie no sabía cuál era su camino hasta que apareció Tony De Fries y se convirtió en su mánager. De Fries había llegado con la idea firme de convertirlo en una superestrella del rock, y sabía que en el negocio de la música, para ser grande, se necesitaba conquistar a la audiencia estadounidense. De modo que financió una gira promocional de Bowie por ese país. Al cabo de unos meses, Volvieron a Inglaterra con un contrato de la disquera RCA Company. Fue en Nueva York, la ciudad del espectáculo, donde el cantante encontró su nicho, su gente, cuando empezó a relacionarse con un ícono de la contracultura de aquel entonces, Andy Warhol, y la banda que manejaba, The Velvet Underground. Este acercamiento del inglés con la obra de Warhol y la música de The Velvet Underground satisfizo la curiosidad que sentía Bowie por la vanguardia en un entorno en que en el teatro era habitual que los hombres actuaran vestidos de mujeres o que los guiones tomaran prestados algunos elementos propios del surrealismo, tornándose bizarros para la época.

De regreso a Inglaterra, Bowie frecuentaba clubes gay, donde la extravagancia era palpable y donde podía encontrar gente como el modista Freddie Burretti. En la mente del músico se iba gestando la idea del arte de vanguardia con lo bizarro de los personajes de Warhol. Esta receta dio como resultado la creación de su primer personaje, Arnold Corns, quien no fuera interpretado por él, sino por Burretti. Bowie decidió entonces formar una banda que llevaría por nombre The Arnold Corns, con temas pre-Ziggy Stardust, combinados con algo de psicodelia. Resultó un fracaso. Las canciones eran monótonas y estaban muy alejadas de lo que en su día fueran ‘Space Oddity’ o ‘The Man Who Sold the World’.

A pesar de la mala racha, Bowie seguía con la convicción de que un personaje ficticio de rock n’ roll era necesario para el medio, pero hasta que aquella idea terminara de cuajar, necesitaba seguir financiándose. Fue entonces cuando empezó a ofrecer temas a editoriales para que intérpretes —sobre todo de pop— le compraran sus canciones. Una de ellas, ‘Oh You Pretty Things’, llegó al puesto doce de las listas locales a través de la voz de Peter Noone, en julio de 1971. Esta canción llevaba una letra inspirada en frases de Friedrich Nietzsche, el filósofo nihilista alemán del siglo XIX, que convertían al tema en algo distinto a lo que se escuchaba en el pop.

Más tarde, Bowie grabaría una versión propia de la canción, que fue incluida en su siguiente disco, Hunky Dory y llegó a ser un clásico en su repertorio. A propósito, este álbum fungió de transición para lo que sería su siguiente material con Ziggy Stardust. Prueba de ello es el tema inicial ‘Changes’, en el que el cantante pregona su futura mutación. También introduce —como si se tratara de un accidente—, a los secuaces de Ziggy con ‘Life on Mars?’. Bowie da finalmente otra pista en ‘Quicksand’, en la que habla sobre un ser superior y a la vez mortal:

I’m not a prophet or a stone age man. Just a mortal with the potential of a superman.

(No soy un profeta o un hombre de las cavernas. Solo un mortal con el potencial de un superhombre).

Tras Hunky Dory, llegó 1972, año sustancial para la carrera de Bowie, pues fue entonces cuando pudo materializar el personaje que le había costado una década encontrar. El inglés finalmente dio vida a Ziggy Stardust, tomando como elementos fundamentales a uno de sus cantantes favoritos del temprano rock n’ roll, Little Richards, y a las obras teatrales de Jacques Brel. Mientras, el álbum que siguió a la creación de su otro yo (The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars) estaba influenciado por Velvet Underground y mucho rock n’ roll de la old school, del tipo de Gene Vincent o Vince Taylor (quien alguna vez tomó tanto LSD que dijo que era Jesucristo). Iggy Pop sería también una influencia directa para el inglés. Ambos se conocieron en Nueva York meses antes del debut del álbum Ziggy Stardust.

La idea de Bowie era que el grupo resultara ser una pandilla, para lo que llevó a sus bandmates (los Spiders from Mars) a ver A Clockwork Orange de Stanley Kubrick. De allí sacaron ideas para los vestuarios, de los que se encargaría su amigo modista Freddie Burretti. El resultado fue una indumentaria futurista, con tela de la tienda londinense Liberty’s en monos escotados y botas espaciales. A este look, atemporal, le vino bien un nuevo corte de cabello al cantante —lo usaba largo como la mayoría de los artistas en los setenta—, en un estilo innovador: desfilado en rojo, el último brochazo para la creación de su alter ego, Ziggy Stardust.

Con este disco sobrevino una fábula que fue el eje del concepto de Ziggy Stardust y que Bowie combinaría con elementos de la realidad. Existen varias interpretaciones desde el punto de vista de los temas y su ilustración en los espectáculos en vivo hasta la versión directa de David Bowie, contada a William S. Burroughs para la revista Rolling Stone. Combinando todo, entre la ficción y lo real, la historia arranca con la portada del álbum, en la que se ve a Ziggy en la calle K-West. Allí canta ‘Five Years’ y anuncia al mundo que los recursos naturales se están agotando. Literalmente canta “Earth was dying”. Al escuchar el tema, se nota cómo existe una tercera persona narrando los hechos: en la historia contada por Bowie es Ziggy quien lo anuncia, pero no es él quien canta ‘Five Years’ como tal, sino alguien más escuchando su anuncio y lamentándose de aquello. Los narradores de los temas de este álbum son a veces Ziggy o cualquier otra persona que haya estado viviendo los acontecimientos de la fábula, pues el público puede entenderlo desde el punto de vista de Ziggy o de Bowie, como una autobiografía o —desde una mirada externa— como un espectador.

El siguiente tema es ‘Soul Love’, que de alguna manera trata de seguir con el relato de ‘Five Years’, aunque esta canción no está directamente conectada con Ziggy, sino con el entorno. En la canción anterior, una estrofa trata sobre los pequeños detalles de la vida, vistos solo en momentos de desesperación, cuando se pierde aquello que nos da la cotidianidad. Asimismo, el amor propio y expresado al prójimo son las bases en ‘Soul Love’ con estribillos como “All I have is my love of love, and love is not loving”. Sin embargo, existe otra interpretación. La comunidad gay —de la cual Bowie tenía atención—, abrazó este tema y lo hizo suyo, precisamente porque esa confianza en mostrar lo que son fue el escudo simbólico que los protegía de la represión de la época.

Y aquí hacemos una parada, pues Ziggy Stardust era un rockstar-to-be, y para terminar de consagrarse, necesitaba de dos cosas: colaboradores y un medio masivo, una forma de llegar no a miles sino a millones de personas al mismo tiempo, y unos secuaces que estuvieran dispuestos a difundir su mensaje. Lo segundo lo consiguió en su misma naturaleza, alienígena. Según Bowie, Ziggy estaba solo en su empresa de concienciar al mundo sobre su destrucción. Fue entonces cuando aparecieron unos seres a los que él llamaría Los Infinitos, que no eran sino viajeros que usaban agujeros negros como medios de transporte. Conmovidos por Ziggy y la situación de la Tierra, lograron tomar forma (se decía que eran seres antimateria) como los Spiders from Mars, y entonces emprendieron el recorrido.

En julio de 1972, Ziggy Stardust and the Spiders from Mars se presentaron en el show de televisión británico Top of the Pops y cantaron ‘Starman’, que trata del mensajero espacial que —según había profetizado Ziggy— sería el salvador de la Tierra, ante quince millones de espectadores. El tema había nacido de la cabeza de Ziggy, cuando alguien le dijo entre sueños que llegaría un enviado de las estrellas esperando por él para difundir su mensaje de salvación, pero que podría convulsionar sus mentes. He aquí la importancia de Ziggy, pues es el nexo entre el Starman y la gente de la Tierra. Una interpretación más controversial viene con el paralelismo de ‘Starman’ con la segunda venida de Jesús y el fraseo “Let all the children boogie” (dejen que los niños ‘muevan el esqueleto’), una versión irónica de la cita bíblica “dejad que los niños vengan a mí”.

De vuelta a la realidad, el show fue todo un suceso, en parte por la imagen de Ziggy: un ser andrógino y de otro planeta haciendo rock n’ roll. Esta imagen en televisión fue clave para la definición del personaje. Su género quedaba a la imaginación de la audiencia, más aun cuando en una entrevista —pocos meses antes— Bowie declarase que era gay, pero estaba casado con Angela Bernett, quien por entonces le dijo que al menos era necesario que dijera que era bisexual. Si era o no gay o bisexual, esta ambigüedad atrajo a la prensa y lo convirtió en un tema de interés público, sobre todo porque no era cualquier persona saliendo del clóset, sino una naciente estrella del rock n’ roll. Además, fue una liberación para muchos. Como se dijo antes con ‘Soul Love’, en una época en que se reprimía a las minorías sexuales, Ziggy Stardust fungió de referente para el medio. El mismo Bowie pensó por aquel entonces que había hecho algo bueno.

Con ese show en televisión, inició el mito. Ziggy Stardust and the Spiders from Mars no solo había presentado un sencillo arrollador, sino que dio paso a la Bowiemania. Resultaba que el mesías que necesitaba el rock n’ roll en la transición de los sesenta a los setenta era un ser de otro planeta. De ahí en más, solo fueron éxitos, condimentados con fama, extravagancia y excesos. El fenómeno de Ziggy se expandió enseguida por todo Reino Unido y el artista pasó de tocar ante pequeñas audiencias para ofrecer su espectáculo a públicos de cincuenta mil personas. Hordas de jóvenes se amontonaban afuera de los recitales en busca de la sola oportunidad de ver a su ícono contracultural, a ese ser que no representaba a nuestro planeta, al mensajero y al revolucionario que hacía glam rock vestido con diseños de Kansai Yamamoto.

Los shows de Ziggy se tornaron más complejos, más elaborados. Bowie estaba decidido a plasmar su obra tal como la había escrito: como una ópera rock. Se contactó con Lindsay Kemp, su antiguo profesor de danza y teatro, con quien había recorrido unos cuantos escenarios con Pierrot in Torquoise —una obra escrita y producida por ambos—, antes de ‘Space Oddity’. Kemp agregó al show la novedad del teatro Kabuki, lo cual Bowie complementó con los diseños de Yamamoto. Esta combinación trajo una espectacularidad que no se había visto la época. Los recitales de Ziggy no eran shows corrientes de música, sustancias y euforia. Había un inicio y un final marcado por la fábula del alienígena que comandaba su ascenso y su caída.

De vuelta a la historia, Ziggy Stardust and the Spiders from Mars habían alcanzado la fama. Eran reconocidos en todas partes y la gente empezó a idolatrar a Ziggy como su verdadero profeta. Era visto como un invasor del espacio, pero él también se veía a sí mismo como a una ‘rock n’ roll bitch’ (puta del rock n’ roll) que estaba a disposición de los terrícolas en ‘Moonage Daydream’. Este tema es el primero del disco en el que Ziggy habla sobre sí mismo, sobre lo que le está pasando en ese momento, casi el inicio de The Rise of Ziggy Stardust. Se desborda en egolatría cuando canta:


“Keep your ‘lectric eye on me babe […] press your space face close to mine, love.
Freak out in a moonage daydream oh yeah!”

(Mantén tu ojo eléctrico en mí, bebé [...] pon tu cara cerca de la mía, cariño. ‘Frikiémonos’ en una ensoñación lunar, oh sí!)

 A esta canción le sigue ‘Lady Stardust’, en la que Ziggy se traviste y deja claro —entre purpurina y maquillaje— que el profeta es una entidad asexualmente definida. En el escenario se convierte casi en una deidad a la que el género no resta mayor importancia. En ‘Star’, Ziggy refleja su probable omnipotencia como estrella de rock n’ roll. Se alude como alguien que todo lo podría hacer cuando llegase el momento.

Mientras, en ‘Hang on to Yourself’, Ziggy y los Spiders from Mars ya son estrellas consumadas. La fama que experimenta poco a poco lo aleja de su objetivo principal. A diferencia de ‘Star’, en ‘Hang on to Yourself’, provoca a su audiencia y se cuestiona con el estribillo “If you think we’re gonna make it you better hang on to yourself” (Si crees que lo vamos a lograr será mejor que te aguantes). Algo interesante es que en este tema también se expresa la banda de Ziggy, con algo más que una evidente idolatría —producto de la fama— cuando llegan al final de la canción: “You’re the blessed, we’re the Spiders from Mars” (Son bendecidos, somos los Spiders from Mars). Este tema y el anterior se conectan y fungen de miniintro para el capítulo final: ‘The Fall of Ziggy Stardust’.

Paréntesis. La vida privada —y real— de David Bowie atravesaba una etapa crítica. Los shows y las giras constantes lo tenían agotado. Sus compañeros de banda rara vez lo veían fuera del escenario. El equipo detrás de Bowie aseguraba que padecía de insomnio y no dormía incluso después de cumplir con dos recitales seguidos. En pocas palabras, Ziggy estaba consumiendo a David.

Las tres últimas canciones de este álbum conceptual reflejaban a priori lo que ya se gestaba en la cabeza de David/Ziggy (para entonces ya se trataba de una sola persona). “Making love with his ego Ziggy sucked up into his mind like a leper messiah” (Hacer el amor con su ego es lo que Ziggy imaginaba, como un mesías leproso), reza ‘Ziggy Stardust’, la canción que habla del antiguo profeta por excelencia. La letra, contada a través de un cuarto integrante de los Spiders from Mars (los dos primeros se nombran aquí como Wierd y Gilly) o quizás como un mánager o alguien cercano a la banda, hace alusión al quebrantamiento de Ziggy.

Es aquí cuando este personaje decide disolver la banda y acabar con todo una vez que, a causa de la prepotencia de Ziggy con el público, este decidiera agredir a su audiencia, ante la mirada inmóvil de los Spiders from Mars, que nunca intervinieron en las agresiones que terminarían por matar a la estrella de rock, como la estrofa que dice “When the kids had killed the man I had to break up the band” (Cuando los niños asesinaron al tipo —Ziggy—, tuve que disolver la banda —Spiders from Mars—). Le sigue ‘Sufragette City’, en la que se muestra a este personaje, convertido en el narrador de la historia desde el tema anterior, con la “mirada perdida”, sin una motivación clara. Está rendido. Se aleja de las personas y no precisa el soporte de nadie cuando canta “Ah don’t lean on me man, cause you can’t afford the ticket” (No te apoyes en mí, amigo, porque no vas a poder ‘pagar el boleto’).

Finalmente, llega la conclusión. En la canción ‘Rock n’ Roll Suicide’, entre un rock ópera que culmina de la misma forma con la que comienza ‘Five Years’, se deriva la historia de cómo Ziggy pasó de ser un profeta a una estrella de rock asesinada en manos de su propio público, sin que nadie pudiera ayudarlo. De ahí lo suicida, pues más que un homicidio, se trató de la crónica de una muerte anunciada. Un destello temporal en el que la fugacidad de su vida como estrella de rock lo consumía, como explica el fraseo con el que empieza la canción ‘Time takes a cigarette…’ (El tiempo es un cigarrillo…).

En realidad, Bowie acabó con Ziggy Stardust y los Spiders from Mars casi un año después de crear la banda. Justo antes de salir a lo que sería su último concierto en octubre de 1973 en el Hammersmith Odeon de Londres —filmado por el documentalista D. A. Pennebaker para registrar el suceso en lo que más tarde se conocería como Ziggy Stardust: the motion picture—, Bowie habló con el guitarrista rítmico invitado para los shows en vivo y le dijo que no tocara ‘Rock n’ Roll Suicide’ (el tema de cierre) hasta que le indicara la nota.

El concierto empezó y continuó como cualquier otro, mientras la banda y el público se contagiaban de la misma energía, pero tal como lo había planificado Bowie, antes de tocar la última canción se acercó al micrófono y dijo: “De todos los shows, este en particular permanecerá en nosotros por siempre, porque no solo es el último concierto de la gira, sino el último que haremos juntos. Gracias”. Acto seguido, sonó ‘Rock n’ Roll Suicide’. La fábula entonces se hizo realidad. Bowie acabó, de una forma más sutil que el cuento, con Ziggy Stardust ante la mirada inmóvil de los Spiders from Mars —excepto de Mick Ronson, que había jurado guardar el secreto—, tal como lo había predicho en su álbum.

Ziggy Stardust y David Bowie fueron consumidos juntos aquella noche. A la ruptura sobrevino una serie de complicaciones del inglés con las drogas para soportar la ‘muerte espiritual’ de su alter ego. En una entrevista, declaró sobre Ziggy y sobre sí mismo: “Se trataba de su propia personalidad incapaz de enfrentar las circunstancias en las que se encontraba; o sea, ser un profeta todopoderoso, un rockstar que comprendió que no sabía qué hacer con ello una vez allí. Es el tipo anárquico. La estrella de rock definitiva. Ocurre muy seguido”.

Ziggy murió, pero su mito quedó plasmado en una historia que es contada bajo la mirada —acertada o no— de quien escucha el álbum o decide prestar atención a las palabras de un David Bowie que siempre fue hermético con la prensa. Para fortuna de todos, la brillantez y la creatividad de su autor vio la luz más tarde con dos personajes, Alladin Sane y White Duke, que bien pudieran ser las secuelas del alienígena de pelo rojo que, en una historia no tan atípica, quiso salvar al mundo de la mano del hombre, como no podía ser de otra manera en la vida real.

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