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Danza

Monotemáticos y la persistencia de la danza contemporánea

Monotemáticos y la persistencia de la danza contemporánea
07 de noviembre de 2016 - 00:00 - Tamara Mejía. Periodista

Una pareja sentada. La misma pareja despojándose de la primera capa de ropa, como quien se quita un peso de encima o como animales mudando de piel. Movimientos en sincronía. Movimientos sensuales, un rito de dos cuerpos que se sobreponen uno al otro en una constante marea de brazos, piernas, cabezas que se ahogan en llegar a la cima. Esto es el prólogo de Monotemáticos. Ellos son Jaime Pérez y Emilia Arias. La obra se titula Desempolvados, y la coreografía es de Omar Aguirre.

La danza contemporánea es un estilo relativamente nuevo, nació a finales del siglo XIX con Isadora Duncan, una heroína sin zapatos que puso de cabeza a la academia clásica. Este estilo de hacer danza se enfoca más en el proceso compositivo que en la técnica, siendo esta mucho más libre que bailes clásicos o tradicionales, como el ballet o bailes de salón. Usualmente la danza contemporánea incorpora varias técnicas de otros estilos, así como también elementos de otras disciplinas, es carente de todo reglamento disciplinario en escena o de lineamientos definidos y uniformes que la puedan definir. Es un estilo muy fluido, caracterizado por un movimiento más expresivo y auténtico en constante experimentación y evolución, que puede ser de carácter narrativo o abstracto. Hoy, la danza contemporánea tiene mayor recepción en circuitos off, es decir, en espacios independientes para artes experimentales.

El grado de inmanencia de un lenguaje tan abstracto como la danza contemporánea es casi tan complejo como institucionalizarla en una ciudad como Guayaquil. Sin embargo, un grupo de bailarines se ha atrevido a descalzarse y crear un espacio de experimentación e indagación sobre el cuerpo, los cuerpos, el movimiento, la ausencia y la persistencia a partir de un elemento en común: el ritmo.

Monotemáticos se crea a partir de la necesidad de hacer danza y, de crear nuevos espacios para visibilizarla. Así, Omar Aguirre, Jaime Pérez y Lucho Mueckay, junto con otros bailarines, pusieron en escena la primera presentación de este ensamble de obras en febrero, en la Casa de la Cultura, en Quito. La segunda función vendría en Octubre, ahora en Guayaquil, también en la Casa de la Cultura.

De presentación en presentación, Monotemáticos puede variar en número de obras y en intérpretes. Nuevos bailarines se van sumando al llamado, creando una nueva mixtura de sonidos y cuerpos en movimiento, danzando, creando, y, por sobre todas las cosas, expresando. La idea seminal es hacer danza en solos o dúos, con una temática que transita en el concepto de la resistencia e insistencia en hacer danza.

Cada una de las escenas es sostenida por una serie coreográfica a partir de movimientos bien definidos, que potencian y multiplican los significados de cada una de las composiciones. Después de mí, el diluvio, obra de Jenny Carvajal, se alimenta del elemento lumínico, ya que Jenny deja de ser una para ser dos en escena. Ella y su sombra juegan por el escenario yendo de un punto a otro, en movimientos repetitivos.

Fono-Mono, coreografía de Omar Aguirre, es interpretada por Carolina Pepper y Patricio Albarracín. Crean un mundo irreal, donde resultan inútiles esos constructos que la sociedad impone a los seres humanos, a partir de la mecanización de la conducta. A través del movimiento lúdico comienza la hibridación hombre-mono, mujer-mona. Una escena muy movida, con tintes tropicales y teatrales.

Dora y Endora, obra de Carolina Pepper y Jenny Carvajal, es una delicada pieza que nos recuerda cuán robotizados o codirigidos estamos en la sociedad. Los cuerpos se encienden, actúan, repiten y, se apagan, como si fuéramos una máquina. «Las Doras» somos ahora nosotros, los humanos; nos hemos convertido en unas máquinas más en nuestra robótica cotidianidad.

Por su lado, Retro, otra obra de Omar Aguirre —interpretada por él y por Jaime Pérez— relata la historia de dos cuerpos hibridados. Son humanos, son máquinas. Son dos formas en un escenario jugando a ser otros. La temática de la puesta en general se circunscribe en dos líneas narrativas: la primera, el obsesivo y repetitivo deseo de hacer danza, y la segunda es un juego en el que se expresa la cotidianidad de nuestra sociedad.

Hacer danza en el medio ecuatoriano

Todos los integrantes de esta edición de Monotemáticos tienen proyectos por separado. Muchos son profesores de danza en institutos, universidades o están realizando varios proyectos independientes con otros colegas para nuevas presentaciones.

Omar Aguirre tiene 29 años en la escena artística ecuatoriana. De esos, 25 se ha dedicado a la danza en sus múltiples estilos. Aguirre cree que hacer danza contemporánea en Guayaquil es más complejo en comparación con la capital, ya que el circuito es más reducido y se tienen otros mecanismos de recepción, al ser Guayaquil una ciudad más comercial. Por lo tanto, ahí radica el objetivo de Monotemáticos: persistir, insistir en la acción de hacer danza contemporánea como una obsesión constante. Aguirre es parte de la agrupación franco-ecuatoriana Paralelo Cero, que está por presentar una nueva obra para el mes de noviembre en Quito y, la segunda semana del mes en Guayaquil en La Fábrica, para luego presentarse en un festival de danza en Francia.

Carolina Pepper se desempeña como profesora y como bailarina independiente.  Actualmente colabora en varios proyectos en esta disciplina, y opina que si bien es cierto que la danza contemporánea ha sido la menos visibilizada de todos los lenguajes artísticos en el país, puede notar que el público empieza a mostrarse ávido y curioso por este estilo. Sin embargo, concuerda con Aguirre en que la apertura mediática y en el circuito de consumo de cultura siempre ha estado minimizada y relegada a circuitos off, y que ha gozado de mayor recepción en ciudades como Quito. Pepper dirige un proyecto de cine foro danza llamado Kines junto a la Alianza Francesa de Guayaquil. Estas presentaciones consisten en la proyección de videodanza, que deriva en un foro para luego dar espacio a un performance. El encuentro tiene lugar una vez al mes. La próxima edición será el 10 de noviembre, enlazándose en esta oportunidad con el encuentro anual de danza Butoh que organiza Thamé teatro. Ahí se realizará la presentación de videos de danza Butoh procedentes de Suecia, México, España, Chile, Dinamarca, Grecia y Ecuador.

Actualmente, los retos que enfrenta la danza contemporánea —al igual que los otros estilos experimentales que son históricamente recientes— no  radican solo en el continuo perfeccionamiento estético y técnico de los profesionales que intervienen en cada muestra. El desafío es también un cuestión de compromiso de los agentes sociales para permitir la comunicación artística con el público y encontrar nuevos espacios donde presentar danza y, divulgando cada proyecto oportunamente. Así, quizás, algún día veremos cómo este lenguaje se toma las salas de los museos, las plazas y los parques. Aunque suena a una posibilidad lejana, esto podría convertirse en una de las grandes alternativas culturales del siglo XXI.

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