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Las opciones para el género en la lengua: los cambios se avecinan

Las opciones para el género en la lengua: los cambios se avecinan
16 de junio de 2018 - 00:00 - María del Pilar Cobo

Han tomado fuerza las luchas por cuestiones relacionadas con el género. La lengua no se queda fuera de estas demandas y de las discusiones que suscitan. Como sabemos, el masculino es el género marcado en el español: se usa para referirse a una colectividad en la que se incluyen elementos de ambos géneros, aun cuando existe una mayoría femenina. Esto no significa que sea un idioma machista. Las lenguas, en su esencia, no tienen una ideología; pero quienes sí la tenemos somos sus usuarios y dotamos a los usos de diversas características.

Que el masculino sea el género marcado responde a cuestiones históricas, relacionadas con procesos “genealógicos” y evolutivos de la lengua, que van de la mano con los cambios que se operan en las sociedades usuarias, y no podemos negar que nuestras sociedades han sido históricamente patriarcales, machistas, racistas, heteronormativas, etc. Si bien la lengua en sí no es machista, ni racista ni clasista, los usos que se le han dado lo son. Si queremos cambiar a las sociedades, debemos procurar que los procesos lingüísticos vayan de la mano. Estos procesos son más lentos, porque para hacer cambios estructurales en la lengua, es necesario que se obren cambios estructurales en la sociedad, y que tengan cierto grado de sedimentación y alcancen las conciencias de las mayorías.

Pero se debe empezar por algo, y lo que vemos desde hace unos años en relación con la lengua es una semilla que poco a poco dará frutos. Desde la lengua se han intentado establecer parámetros de visibilización de los diversos géneros, una propuesta que incluye el desdoblamiento de géneros; por ejemplo, decir “los ciudadanos y todas las ciudadanas”, “los niños y las niñas”, etc. Si bien esta es la opción más difundida, presenta problemas en relación con la concordancia, pues llega un momento en que el desdoblamiento resulta engorroso y los enunciados no pueden mantenerse.

También hay una propuesta de usar el femenino como género no marcado en lugar del masculino o en el caso de que la mayoría de elementos de la colectividad sea femenino. Esta ha sido la propuesta para nombrar al Consejo de Ministros de España, compuesto en su mayoría por mujeres. Se propone que se lo llame Consejo de Ministras, aunque haya hombres también. Es una propuesta interesante, y las respuestas (incluida la de la RAE) evidencian que nuestra sociedad machista no está preparada para los cambios.

Otras propuestas incluyen el uso de la arroba (@), de la x o de la e en lugar de la marca de género. Pero la @ y la x no se podrían sedimentar, pues son elementos que no calzan fonológicamente. La e como marcador de género neutro podría funcionar en nuestra lengua (que me perdonen los ortodoxos). Lo cierto es que necesitamos cambiar los paradigmas y ver más allá; es urgente ser creativos y llevar las luchas hacia todos los campos que las implican. No se trata de modas pasajeras ni caprichos, sino de cambios en la forma de vernos y asumirnos como individuos y como sociedad. Hay que dar paso a los cambios de una manera ordenada, pensada, asumida. El camino es largo, pero existe la semilla.

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