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La lengua, el cambio, los usuarios y el devenir de la historia

La lengua, el cambio, los usuarios y el devenir de la historia
23 de junio de 2018 - 00:00 - María del Pilar Cobo

En estas semanas, a raíz de la discusión sobre el aborto seguro y legal en Argentina, han surgido varias discusiones acerca del lenguaje. Palabras y conceptos como feminismo, machismo, concepción, anticoncepción, religión, vida, aborto y muchas más se han pensado y reformulado. Asimismo, la OMS acaba de «despatologizar» la transexualidad, lo que llevará a meditar sobre nuevas maneras de nombrar la realidad de esta identidad sexual. También vimos la tragedia del Aquarius, que obliga a reflexionar acerca de términos como solidaridad, asilo, migración... Hay protestas en muchos países que nos conducen a pensar qué son los gobiernos o la oposición, qué la guerra o las desapariciones. También hay procesos de elecciones que nos ponen frente a palabras como continuidad, terrorismo, Estado, ciudadanía...

En el mundo pasan cosas todo el tiempo que nos enfrentan con disyuntivas sobre cómo lograr que todos nos sintamos cómodos al hablar de ellas, para que asimilemos, vivamos y cuestionemos las realidades no solo desde lo político o ideológico, sino también desde lo lingüístico.

Las palabras, precisamente porque son parte de la historia, siempre están en transformación. Por eso no es raro que ellas se vuelvan el campo de batalla, y su uso suscite largas discusiones y pugnas por el poder de su reino. Pero estas pugnas resultan incluso risibles e infructuosas porque en el devenir de la historia el uso dicta la última palabra. Es necesario que existan instituciones que normen y regulen la lengua, pero estas no son palabra sagrada. El usuario es quien discrimina las voces, los usos, las connotaciones.

Quien está inmerso en el manejo constante de la lengua, desde la calle o desde la plaza, la moldea hasta que las instituciones normativas no tengan otro remedio que fijarlas. Ha pasado siempre durante la historia de nuestras civilizaciones y seguirá pasando. Seguramente siempre habrá alguien que no esté de acuerdo y que pugnará por seguir transformando la lengua. Bendita y maravillosa mutación.

Con las palabras pasan cosas curiosas: adquieren nuevas connotaciones; están quietas esperando una coyuntura que las movilice; otras veces es necesario crear nuevos términos porque el universo léxico es insuficiente; también puede que estén ahí hiriéndonos, pero sean tan naturales que no notemos su violencia, o que el rato menos pensado detone la carga ideológica y política con la que se las ha dotado para darnos cuenta de que están ahí…

En estos momentos de mutación es importante que quienes trabajamos con la lengua estemos muy atentos. Escritores, periodistas, docentes, lexicógrafos, lingüistas, correctores, editores, traductores, filólogos, etc., tenemos que estar alertas a las mutaciones y dar respuestas que encaucen los usos para que los significados no se pierdan. Hoy más que nunca tenemos que pensar acerca de la lengua, estar cerca de los usuarios, ser puentes para que las transformaciones lleguen a buen punto, para que todos podamos hacer de la lengua no solo nuestro campo de batalla sino también nuestro refugio y nuestra respuesta.  

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