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«Desde que tiene 5 años, Yoko Ono cultiva una cultura magnífica»

Pérez Rubio fue durante cuatro años el director artístico del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba).
Pérez Rubio fue durante cuatro años el director artístico del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba).
Foto: Miguel Jiménez / EL TELÉGRAFO
23 de junio de 2018 - 00:00 - Fausto Rivera Yánez

El celular de Agustín Pérez Rubio (Valencia, España, 1972) no deja de recibir mensajes de trabajo a cada momento. A tres semanas de haber concluido su periodo como Director Artístico del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), uno de los más prestigiosos de la región, el ahora curador independiente tiene una agenda laboral que lo hará viajar en los próximos meses por Perú, Brasil, Chile, Madrid, Estocolmo y Londres, entre otras ciudades.

Ecuador es su primera parada luego de una gestión que incluyó el incremento de la colección permanente del Malba —sobre todo con artistas mujeres—, la reestructuración física del museo y la apertura de la emblemática muestra Verboamérica.

A Quito llegó para la inauguración en el Centro Cultural Metropolitano de la retrospectiva Free Universe (Universo libre), de la artista japonesa Yoko Ono. Él, junto con Gunnar B. Kvaran, curó la muestra que incluye más de 50 obras entre objetos, instalaciones, videos y registros sonoros creados desde los años sesenta.

La particularidad de estas piezas es que surgen desde las Instrucciones de Ono. Compuestas a manera de haikus, estas implican la interacción del público con la obra para generar diversas emociones, pensamientos y acciones. La exposición se complementa con dos trabajos colectivos: Proyecto agua, que incluye a doce artistas latinoamericanos, de los cuales seis son ecuatorianos (Jenny Jaramillo, Manuela Ribadeneira, Manai Kowii, Paúl Rosero, Óscar Santillán y Pablo Cardoso); y Arising / Resurgiendo, hecho con testimonios de mujeres que han sufrido violencia sexual.

Agustín Pérez Rubio habla sobre el lugar de enunciación político, biográfico, artístico y ético de una artista ensombrecida por el machismo.

El principal sesgo hacia la obra de Yoko Ono es de carácter misógino, ¿cómo resuelve eso la muestra?

Sí, justamente Pily Estrada (la directora del Centro Cultural) me había dicho que acá hay mucho rechazo frente a la figura de Yoko Ono porque se insiste con la historia de que ella separó a los Beatles; lo que es una tontería. Esta muestra pone en evidencia a Ono como artista visual, que tampoco está separada de su carrera como música o activista política. Ella ha estado siempre presente en los diferentes activismos. Hace poco estuvo en una campaña contra la Asociación Nacional del Rifle en Estados Unidos y otra contra el fracking (fracturación hidráulica). Todo eso está implícito en su trabajo creativo.

La vida de Yoko no empieza ni termina con John Lennon. ¿Cuáles  son los antecedentes de la artista?

Hay que entender la biografía de Yoko: ella no es una groupie que se engancha a John Lennon. Es la hija única de un matrimonio que es la segunda familia más rica de todo el Japón, con un nivel intelectual y cultural altísimo. Fue entrenada en canto y piano desde los 5 años. Su tío, que estuvo casado con una gran aristócrata rusa, fue el que tradujo el tratado de Malévich al japonés. Viene de una familia a la que ni plata ni posición social le faltaban. Al contrario, John Lennon era para ella como una figurita pop. Y es él quien la llama luego de conocerse. Eso la gente no entiende.

O les incomoda que haya sido así...

La otra cosa más importante es que a los 16 años, Yoko quiso estudiar filosofía en Japón, en una de las escuelas más prestigiosas (la universidad Gakushuin), pero no estaba permitido a las mujeres estudiar Filosofía en su país. Su padre hizo todo lo que hay que hacer y al final fue admitida. Gracias a ella, y a partir de ahí, las mujeres pudieron estudiar Filosofía en Japón. También iba a una escuela muy prestigiosa y se codeaba con el hijo del emperador y con Yukio Mishima, eran sus compañeros. Creo que la gente desconoce esto. Desde los 5 años cultiva una cultura general increíble, tiene un entrenamiento magnífico en poesía, en música...

Incluso se olvidan de que John Lennon no fue su única pareja...

Sí, ella se casó muy joven con el mayor músico experimental de Japón, Toshi Ichiyanagi, y este señor fue íntimo amigo de John Cage. Yoko participó en una obra de Cage, en la que aparece tumbada sobre el piano. Luego se movió a Inglaterra y se relacionó con Anthony Cox, y después se mudó a Nueva York. Allí, junto con George Maciunas, crearon el grupo de trabajo Fluxus. Pero fíjate lo importante que era Ono: se hizo antes del 64, antes conocer a Lennon. Desde temprano ya tenía nombre y en el 65 la invitaron al encuentro de Arte Destructivo.

¿Su activismo político también surge desde temprana edad?

Era una persona sumamente política, en el sentido de libertad de pensamiento, sexual. Solo tienes que entender que por el 64, ella quería estrenar en un festival de Londres su filme Bottom, un trabajo beligerante, pero no la dejaron. Y estuvo todo un mes, todos los días, con una pancarta en la puerta del cine hasta que se lo dejaran estrenar. Lo mismo hizo en el 70, cuando las mujeres no hacían exposiciones en el MoMa. Pero lo patético es que la gente se acuerda de ella con John. A él no se le hubiera ocurrido hacer el performance de la cama contra la guerra sin Yoko, es una pieza de los dos. Acá en la muestra hay varias piezas trabajadas entre ambos. Creo que John asume y entiende lo conceptual y político de Yoko, y ella asume el altavoz popular que es él para que cada movimiento se difunda con mayor alcance. John fue como el amplificador de los mensajes.

¿Siguen siendo las Instrucciones de Ono su trabajo más relevante?

En el año 55 hace su primera Instrucción y en 2015 tiene otra. Ella continúa. Las instrucciones son la espina dorsal de su trabajo, pero luego tiene otras propuestas, como canciones, vivencias, esculturas. Ha tenido muchos hits de música, como Walking on Thin Ice. Recuerda que todo el mundo empieza a pensar que ella rompe a los Beatles, pero es todo lo contrario. Gran parte del dinero que ella cobra con lo de John lo invierte en reposiciones de los discos de los Beatles. Ella mantiene la figura y memoria de esa banda. Sigue poniendo plata para eso.

¿Cuál es el lugar de Yoko Ono en el arte contemporáneo?

En el arte contemporáneo hay un antes y después a partir de una figura llamada Marcel Duchamp. Él coge una taza, un urinario y dice «esto es una fuente». Agarra el objeto y por decisión del artista, a nivel conceptual, lo transforma. Yoko va más allá. A ella no le hace falta la taza, sino que simplemente te dice: «Mira el sol hasta que se convierta en cuadrado». Las instrucciones de Yoko, a modo de haikus, son de por sí una imagen y ella las desmaterializa. Por eso fue invitada al encuentro de Arte Destructivo. Con sus piezas de Instrucciones, te dice que sus obras no son de su autoría, sino que son colectivas. La participación del público, la cooperación es su propuesta. Ahora es cierto que sus Instrucciones son para todos, excepto en casos muy contados, en los que ella invita a un público específico, como en Resurgiendo o Proyecto agua.

¿Cómo ha sido tu relación con ella?

Yoko nunca es impositiva. Todo es diálogo, todo el rato te dice: «Si piensas que está bien hacerlo así, bueno, hagámoslo». Esa es su manera de ofrecerse al otro. No quiere imponer nada porque a nivel político es una artista pacifista, ecologista, feminista. Además, todo su trabajo tiene que ver con Oriente y Occidente, con el yin y yang, el blanco y negro, rencor y alegría. Son procesos de trabajo que tienen que ver con ella, como con la pieza My Mommy is Beautiful, sobre su hija que fue secuestrada.

Lo más importante de esta exposición es entender que ella escribe Instrucciones y las compila todas en el año 68, en el libro Pomelo. La primera versión en América Latina fue publicada en Buenos Aires, en el año 70, con ediciones de la Flor, los mismos que publicaron Mafalda. El trabajo curatorial que hicimos con Gunnar, que es inmenso, de revisar 60 años de producción, consistió en ver qué filmes, objetos, instalaciones, esculturas e incluso pinturas tienen detrás una instrucción.

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