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El Telégrafo
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‘Creo que cada novela debería ser, para un verdadero artista, un nuevo salto al vacío’

‘Creo que cada novela debería ser, para un verdadero artista, un nuevo salto al vacío’
07 de abril de 2013 - 00:00

Diego Paszkowski (Buenos Aires, 1966) es hoy uno de los mejores narradores de la literatura argentina actual. Encasillarlo en un solo género resulta virtualmente imposible: ha incursionado en la novela policial con Tesis sobre un homicidio (Premio diario La Nación 1998), la acción y las aventuras con El otro Gómez y hasta la prosa poética con Alrededor de Lorena.

Y para fines de año prepara el lanzamiento de Max Rosen, su cuarta novela, en la que retrata muchas de sus propias experiencias en el seno de una familia judía argentina.

Paszkowski también ha buceado en la literatura infantil (El día que los animales quisieron comer otra cosa) y en el relato juvenil, con su reciente novela Te espero en Sofía, que narra las desventuras de un niño de 12 años en los difíciles tiempos de la pre-adolescencia.

Pero este escritor multifacético y traducido ya a varios idiomas no se queda quieto. También dedica parte de su tiempo a la música: le ha puesto letra a temas que hoy suenan en las radios porteñas. Y hasta se ha dado el gusto de tener una pequeña participación actoral en la película Tesis sobre un homicidio, basada en su novela homónima, interpretada por el carismático actor Ricardo Darín.

El film ha sido visto, desde su estreno en enero pasado, por más de un millón de espectadores, y convirtió a la novela, 14 años después de su publicación, en un best seller del verano austral.

En su casa del barrio porteño de Colegiales, Paszkowski recibe a El Telégrafo y afirma que, en realidad, se siente más cómodo en su rol de docente que como escritor.

Desde hace más de 20 años coordina su propio taller literario, de donde han salido escritores como Pablo Toledo (Premio Clarín 2000) y Maximiliano Matayoshi (Premio Alfaguara México 2002). Además es el coordinador de los talleres de escritura para jóvenes del Centro Cultural Ricardo Rojas, de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

¿Cómo fue que Tesis sobre un homicidio pasó de ser una novela publicada hace 14 años y difícil de conseguir en las librerías, a un best seller y a una de las películas más taquilleras de los últimos tiempos en Argentina?

Tuve la suerte de que Patricio Vega, un buen guionista, responsable, entre otros, de la conocida serie televisiva Los simuladores, y un excelente director, Hernán Goldfrid, que había hecho la comedia Música en espera, leyeran mi novela y vieran en ella una película.

Cuando se sumó al proyecto la productora de Diego Dubcovsky y se logró que, nada menos, que Ricardo Darín, el más convocante actor de la actualidad, aceptara hacer el protagónico, ya se sabía que se trataría de una gran película, lo que motivó a mi editora de Sudamericana, Florencia Cambariere, a volver a presentar mi novela, esta vez con el afiche de la película como tapa.

Y así fue como durante todo este verano Tesis... quedó en las listas de best sellers, junto a las Sombras de Grey y el nuevo libro de J.K. Rowling, aun cuando, a pesar de haber ganado el premio del diario La Nación, estaba más destinada a ser una novela “de culto” que a competir con los “tanques” internacionales.

Y, además te diste el lujo de actuar...

Eso fue un plus. Mi intención era, en principio, participar del guion, algo que no pude lograr porque Patricio Vega ya tenía, al pedirme la autorización para trabajar sobre mi novela, una idea clara de lo que quería hacer. Entonces pedí estar al menos en una escena, y así fue como en la película aparezco pidiéndole un autógrafo a Darín, lo que es un buen guiño: el del autor que le pide un autógrafo a su personaje. Fue una satisfacción haber participado en esa escena. El oficio de escritor es algo solitario, uno está frente a su computadora y ante sus fantasmas, sus personajes, y el encuentro con todo un gran equipo de producción, con actores, extras, maquilladoras, iluminadores y sonidistas es la entrada a un mundo nuevo, diverso, compartido.

¿Te sentís más un escritor o un docente?

Me siento más un docente que un escritor. De hecho, he escrito más bien poco, mientras coordino muchos grupos de taller literario cada semana. Una de las cosas que me gusta decir es que tengo más habilidad para encontrar y señalar los errores ajenos que disposición a exhibir los propios, y que por eso tengo muchos alumnos de taller y muy pocas novelas publicadas ( Tesis sobre un homicidio, El otro Gómez y Alrededor de Lorena, las tres publicadas por editorial Sudamericana; Te espero en Sofía, mi primera novela para niños a partir de 10 años que acaba de salir y fue publicada por editorial Alfaguara, y recién en octubre Sudamericana editará mi cuarta novela para adultos, Max Rosen). Es mucho más lo que enseño que lo que escribo, y es una satisfacción que toda una nueva generación de escritores, con importantes premios literarios y publicaciones, haya surgido de mis talleres.

¿Qué busca un joven que se acerca a un taller literario?

Quienes se acercan a un taller son, en principio, buenos lectores con necesidad de expresarse. La función del docente es enseñar a que lo hagan de la mejor forma posible, de acuerdo a sus intereses y propósitos. Que se hable, por ejemplo, de “lo poco que lee la juventud”, me resulta algo por completo ajeno. Quien intenta formarse en mi taller literario es, por lo general, un joven lector con intenciones de expresarse. Desde hace ya dos décadas publico, cada dos años, en los últimos tiempos junto con la editorial Clásica y Moderna, antologías de jóvenes escritores, en las que puede verse la voz personal de cada uno de mis jóvenes alumnos. La última de ellas, llamada Letras y músicas, será presentada en el Centro Cultural Ricardo Rojas, de la Universidad de Buenos Aires, en julio de 2013.

¿Es difícil publicar hoy en Argentina?

Siempre es difícil publicar, y más en una buena editorial. Es difícil lograr ya que accedan a leer un manuscrito, aunque yo intento siempre presentar a mis mejores alumnos, y ansío que me acepten para dirigir una colección de jóvenes narradores, como alguna vez logré hacerlo en Sudamericana, en los tiempos en que su directora era un alma sensible como Gloria Rodrigué, y mi editor era nada menos que Luis Chitarroni. También hay nuevas editoriales de libros “bajo demanda”, como por ejemplo la de El fin de la noche, a las que es más sencillo acceder.

Háblame de tu próxima novela Max Rosen

Es, talvez, mi novela más personal, ya que cuenta la historia de mi familia, o al menos las historias que, en mi familia, se contaron desde siempre sobre uno de mis tíos, hermano de mi padre, un simpático estafador que luego de cometer ciertos desfalcos en Argentina y en España terminó por refugiarse en Israel. Hasta el momento escribí y publiqué dos historias policiales y una de amor, y ahora por primera vez abordo un tema personal, con la historia de mi familia. Creo que cada novela tiene que buscar su propia forma de ser escrita, su propio tono, su propia respiración. Creo que cada novela debería ser, para un verdadero artista, un nuevo salto al vacío. Y detesto a los escritores que se limitan a aplicar fórmulas ya probadas.

¿Es una novela judía o solo refleja aspectos de la comunidad judía argentina?

Max Rosen es una novela profundamente judía y también es una novela argentina, ya que mi familia es tanto la una como la otra cosa. Todo lo que me pasó a mí como judío, y lo que les pasó a mis hijos, a mi padre, a mis tíos y a mis abuelos, en la novela le sucede a Max Rosen... y por eso tal vez sea un personaje tan rico e interesante.

¿Cómo haces para conjugar tu trabajo con Max Rosen con la escritura de literatura infantil o para adolescentes, como la novela Te espero en Sofía?

Cada novela tiene, como te dije, sus propias reglas, su propio lenguaje, su propio tono, estilo, respiración. La tarea es encontrar la historia y el tono justo para cada una de ellas, sin “contaminar”, por así decirlo, unas con otras. Si uno lee mis novelas, verá que en cada una de ellas hay un trabajo particular.

¿Que género te da más satisfacciones?

Mi género preferido es la novela, aunque entre una novela y otra escribo artículos, microrelatos y cuentos para mantenerme activo en la escritura. Con uno de mis cuentos, Una enorme tela de araña, tuve la fortuna de ganar un importante premio de Renfe (Ferrocarriles de España), pero si tuviera que definirme, lo haría, más que nada, como un novelista.

¿Existe una nueva literatura argentina?

Creo que existe una gran literatura argentina, y que cada generación es mejor que la que le precede, porque aprende de los aciertos y errores de la generación anterior. Soy muy optimista en cuanto al futuro de la literatura en general, y de la argentina en particular.

¿Hacia donde mira y en qué se refleja la literatura argentina actual?

No lo sé. Prefiero hablar de casos puntuales. A mi gusto, la mejor literatura actual la produce un viejo maestro, Andrés Rivera, con un ojo puesto en la historia reciente, la de la última dictadura militar de los años setenta, y otro, en lo que se conoce como historia argentina.

¿Sigue siendo un faro con respecto a la región?

Creo que, salvo casos puntuales, la literatura latinoamericana, por cuestiones netamente empresariales de las grandes casas editoras, se restringe a cada país. Luego del boom latinoamericano que todos conocemos, creo que eso es lo que sucedió con casi todos los escritores, salvando las honrosas excepciones de Luis Sepúlveda y de Roberto Bolaño.

Háblame de los nuevos escritores. Menciona tres y por qué te gustan. ¿Qué tienen que los diferencia de los otros?

De la literatura argentina actual, me interesa mucho el trabajo de Pablo Toledo (premio Clarín por Se esconde tras los ojos) y de Tomás Wortley, autor de Mundo plástico. Creo que uno y otro (ambos tienen alrededor de 35 años) plantean una renovación en cuanto al lenguaje y las temáticas que abordan, Wortley en la ciencia ficción, y Toledo en una prosa más bien experimental. Por otra parte, hay un par de jóvenes que aún no publicaron pero que ya lo harán, y que darán mucho de qué hablar. Me refiero a Yanina Rosenberg y a Hernán Pueyrredón. Recuerden esos nombres. De mi generación, me interesa la obra de Martín Kohan.

¿Los latinoamericanos seguimos defendiendo a los Cortázar, los Borges, los Vargas Llosa y García Márquez para que se nos reconozca en el mundo en materia de letras?

Creo que sí, pero espero que no.

También incursionas en la música...

Mi incursión en la música es más bien lateral. Tengo la suerte de ser amigo de un gran pianista y compositor, Alejandro Devries, y de haber compuesto las letras de su primer disco como solista, Andanzas cotidianas (MDR récords). Sucede que Devries es el tecladista y arreglista musical de la conocida cantante argentina Sandra Mihanoivich, quien ha elegido un tema de nuestra autoría para abrir su último disco, Vuelvo a estar con vos. El tema se llama Estoy aquí, y ahora suena en todas las radios. Lo curioso es que el poema que compone la letra de la canción es en realidad la reescritura de un monólogo de mi tercera novela, Alrededor de Lorena.

Argentina vive actualmente un periodo de fuerte efervescencia política. ¿Es muy difícil hoy para un escritor en Argentina en especial, y en América Latina en general, abstraerse de este proceso político?

Los procesos políticos tienen que ver con la vida cotidiana de todos, pero no necesariamente con la obra literaria. Tengo mis opiniones personales en cuanto al devenir político, pero mis personajes no necesariamente tienen mis mismas opiniones.

¿Como ves a Argentina hoy?

Mejor que nunca, lo que no quiere decir que todo esté bien.

¿Hacia dónde marcha América Latina?

Espero que no solo América Latina sino todo el mundo marche hacia un lugar de menor desigualdad. Es inconcebible que, con las riquezas del mundo, haya aún en cualquier lugar del planeta necesidades básicas insatisfechas. Creo que debería haber un acuerdo mundial en el que la educación, la comida, la vivienda y la salud estén garantizadas para todos, y que solo a partir de esa premisa básica resuelta, se pueda pensar en el sistema, capitalista o socialista, que se quiera.

¿Cómo tomaste la designación de un Papa argentino? ¿Qué significado puede tener para Argentina y la región?

La Iglesia tiene poco que ver con mi vida, pero es indudable que los gestos iniciales de Francisco en cuanto a su austeridad generan la simpatía de todos.

¿Y qué te genera que, además sea hincha del San Lorenzo?

Que el Papa sea simpatizante del San Lorenzo de Almagro es para mí una alegría. Puedo no creer en Dios, pero jamás despreciaría su ayuda para el cuadro de mis amores.

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