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Ahora una de vaqueros: westworld y los androides en el viejo oeste

Ahora una de vaqueros: westworld y los androides en el viejo oeste
Fotograma de Westworld / HBO
02 de junio de 2018 - 00:00 - Carlos J. Jijón

La popular Westworld, serie de ciencia ficción de HBO, va por su segunda temporada y mucho se ha dicho sobre ella. Es el extraño fenómeno cultural que causa tanta discusión acerca de sus mensajes y así como de sus increíbles efectos visuales y actuaciones. Pero creo que no se le pone suficiente atención a su historia, que es lo más interesante.

Detrás de la serie están Jonathan Nolan y Lisa Joy. De los dos, Nolan es probablemente el más conocido. Es el hermano de Christopher, con quien coescribió películas como The Dark Knight e Interstellar. Y si estás familiarizado con esas cintas sabes qué esperar de él. Jonathan no es alguien que se conforme con contar las cosas de una manera sencilla o eficiente. Él utiliza cualquier medio a su disposición para sorprender al espectador, para engañarlo o adentrarlo más en la historia. Y nunca ha estado eso más presente que en Westworld.

La primera temporada transcurre exclusivamente en el parque temático que le da título a la serie, Westworld. Ahí, los visitantes pueden interactuar con sofisticados androides diseñados para entretenerlos. El primer episodio se adentra en este mundo y vende el concepto: «Westworld, un lugar como nunca has visto antes, donde tu vida cambia». Todo está diseñado para lucir como una película de vaqueros. La idea es que se pueda sumergir en aventuras ficticias acompañado de los ya mencionados androides (llamados «anfitriones»).

Seguimos principalmente a Dolores (Evan Rachel Wood), una anfitriona que vive su rutina diaria, que puede incluir ser lastimada o brutalizada sexualmente por aquellos que visitan el parque. Por supuesto, no hay represalias contra aquellos que la hieren, pues su programación le impide dañar humanos y su memoria es borrada regularmente. Es completamente inofensiva. Eso hasta el final del episodio, en el que se sugiere sutilmente que ese no necesariamente va a seguir siendo el caso.

Después de esta siniestra introducción nos adentramos en las numerosas historias que ocurren en el parque. Una se concentra en los anfitriones, que podrían estar desligándose de su programación. Y aunque definitivamente no nos faltan historias de robots rebelándose contra sus maestros en el mundo de la ciencia ficción, Westworld lo hace de una manera que se siente única y fresca.
Nuestra protagonista es Maeve (Thandie Newton), una anfitriona en medio de una crisis existencial. Alguna clase de error le permite mantener sus recuerdos incluso cuando estos deberían haber desaparecido. Esto la lleva a cuestionar su identidad y, eventualmente, a buscar respuestas.

También están las personas que trabajan en Westworld. Bernard (Jeffrey Wright), el programador responsable de dotar de mente a los anfitriones, está pasando por problemas personales. Luego tenemos a Robert Ford (Anthony Hopkins), quien fundó el parque y ahora está singularmente absorbido por él. Curiosamente, no parece estar interesado en las ridículas cantidades de dinero que trae su trabajo. Está en cambio obsesionado con los anfitriones y su funcionamiento. Su opuesto es Charlotte Hale (Tessa Thompson), una ejecutiva que solo piensa en el negocio.

La política dentro de Westworld es una de las partes más fascinantes del show, porque es ahí donde se explora cómo es trabajar con seres humanos artificiales. Para algunos, el parque es una tonta distracción. Está hecho para que turistas puedan vivir fantasías sexuales o creerse vaqueros. Para otros, como Ford, el parque es la cosa más importante que existe.

Por último están los visitantes. Y los escritores hacen un excelente trabajo capturando la psicología de una persona que querría ir a Westworld. Están los desgraciados que lo harían para poder lastimar a los robots, las personas ingenuas que van sin saber qué esperar exactamente y los completos psicópatas que irían porque de verdad quieren tener aventuras de vaqueros. Y es bastante entretenido. Es en estas historias donde podemos encontrar más acción, drama y romance, lo que nos permite alejarnos un poco de los temas un poco más pesados de las otras historias.

Son muchas historias y la serie no se preocupa mucho por hacer que las cosas sean fáciles de seguir. Algunas de estas cosas están pasando al mismo tiempo, pero otras no, y depende de ti mantenerte al tanto de qué está sucediendo y exactamente cuándo. Pero, tranquilo, los personajes están pasando por lo mismo. «¿En qué momento estamos?», pregunta Dolores desconcertada en el octavo episodio.

Esta forma de contar historias definitivamente no es para todos, pero cuando funciona, es lo mejor del mundo. Conforme la serie avanza, se vuelve más inesperada. Cada revelación es más sorprendente, cada decisión es más significativa y cada personaje es más complejo. Si la tendencia continúa, la segunda temporada podría ser como nada que hayamos visto antes. (I)

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