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Lucrecia Maldonado

Un cuento que quisiéramos haber escrito

29 de abril de 2015

La noticia apreció en internet como una de esas historias graciosas, tal vez tiernas y conmovedoras. Como se dice ahora, en seguida se volvió ‘viral’. Mucha gente la compartió en redes sociales y a todos nos emocionó bastante.

Ocurrió en Polonia, y parece un cuento que nos provoca el deseo de haberlo inventado y escrito: Había una vez una pequeña gatita negra y de ojos muy verdes. Se llamaba ‘Rademenesa’. Cuando apenas tenía ocho semanas de vida enfermó gravemente. Ya no quería comer, solamente dormía. Hasta se había olvidado de jugar y ronronear. Sus dueños, tristes y desesperados, la llevaron al hospital veterinario para ver si se podía hacer algo por ella, aunque en el fondo ya habían decidido mejor poner un punto final a su sufrimiento. Cuando los médicos veterinarios se quedaron solos con ‘Rademenesa’, a punto de sacrificarla, alguno de ellos la escuchó ronronear, y decidió que tal vez se podría intentar salvar su vida. Todos los médicos colaboraron para ello, hasta que la gatita comenzó a recuperarse. En aquel momento, consideraron darla en adopción o incluso ver si alguno de los médicos o empleados del refugio se la llevaba a su casa. Nadie pudo. Entonces ‘Rademenesa’ se quedó como huésped y mascota del hospital. Al principio, de seguro era juguetona y vivaz, pero muy pronto descubrió cuál era su misión en la vida: cada vez que algún animalito era operado o sometido a algún tratamiento invasivo y perturbador, en el momento de la recuperación, ‘Rademenesa’ se le acercaba con mucho cuidado y se quedaba quietecita junto a él, dándole solamente apoyo y calor. O lo masajeaba con suaves movimientos alternativos de sus patitas. O, ronroneando, lo abrazaba poniendo mucho cuidado en no estropear las vías de los sueros y los medicamentos. Lo ha venido haciendo durante algunos meses, con dedicación, con cariño, con cuidado. No le importa si el enfermito es perro o gato. Solamente hace lo que ha visto hacer toda su vida, lo que hicieron con ella quienes le salvaron la vida. Da amor y cuidados sin pedir nada a cambio, más bien agradecida de la oportunidad de vivir que ha recibido tan generosamente y que ella retribuye con tanta gracia.

No sé si sea una historia inventada o exagerada. Las fotografías de internet parecen dar fe de ella. Pero incluso si no fuera real, habla mucho de cosas que nos vendría muy bien aprender a todos los seres humanos: luchar por nuestra vida, agradecer cada día, y pagar en amor y cuidados lo bueno que de otros hemos recibido. Nada más… ¿O nada menos? (O)

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