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Lucrecia Maldonado

¿Postergar qué, dijo?

25 de marzo de 2015

Es sábado de noche, y me ha sorprendido ver que ninguna de mis compañeras de columna ha dicho una sola palabra acerca de la entrevista difundida el día martes en donde se ven algunas declaraciones del secretario jurídico de la Presidencia, Alexis Mera. Ni a favor, ni en contra, ni para expresar desconfianza sobre la entrevista, ni para criticar al entrevistado. Nada. Para nosotras, eso no pasó, ni siquiera parcialmente.

Es preciso indicar que sí resulta altamente sospechoso que una entrevista de esa catadura haya sido publicada un par de días antes de la famosa convocatoria a protestas del 19 de marzo. Y no conocemos la grabación ni ningún otro reporte de la entrevista completa, así que no sabemos hasta dónde ni cómo pudo haber sido editada. Por la carta de explicación de Alexis Mera al mismo diario donde apareció, podemos inferir que algunas de las ideas que ahí se reproducen sí fueron pronunciadas tal cual, más allá de las explicaciones.

Como mujer, la lectura de esas declaraciones me puso a pensar en algunos asuntos. Y no quiero repetir lo que muchas mujeres indignadas han dicho. Prefiero que mis palabras nazcan de una reflexión. Por ejemplo, eso de: “El Estado debe enseñar a las mujeres a postergar su vida sexual…” provoca algunas preguntas: ¿Desde dónde? ¿Con qué autoridad o derecho? O, en criollo: ¿cómo así? Por algo la sexualidad se llama también, en ciertos contextos, ‘intimidad’. Pertenece a cada persona, a cada pareja, al momento de la vida en que llega y se manifiesta. ¿Qué tiene que hacer el Estado ante esto? Alexis Mera dice que es preferible iniciar estudios superiores antes que iniciar la vida sexual. ¿Acaso lo uno excluye lo otro? ¿No puede una estudiante universitaria tener una vida sexual, aunque psicológica y biológicamente esté en lo que se llamaba graciosamente ‘edad de merecer’? ¿Y los hombres? ¿No sería bueno que, en un contexto como el que se ha planteado, también retrasen el inicio de su vida sexual y se pongan a estudiar?

Es cierto que la abstinencia puede ser una opción. Pero no necesariamente la única. Ni la mejor. La frustración no es buena consejera y termina estallando por donde menos se piensa. Además, ¿cómo retrasa la iniciación de su vida sexual una niña menor de quince años violada sistemáticamente por un miembro de su familia? ¿Cómo estudia? ¿Cómo planea su futuro si ya bastante  horror le ha regalado el presente?

El espacio es corto para abundar en todo lo que bulle en la mente. Así que tal vez hagamos otra entrega.

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