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Aníbal Fernando Bonilla

‘Pepe’ Mujica o el sentido común de un revolucionario íntegro (I)

17 de marzo de 2015

José Mujica Cordano es en la actualidad una figura preeminente de la izquierda latinoamericana y mundial. Tal consideración no es gratuita si se toma en cuenta su huella y legado de absoluta coherencia ideológica. La primera palabra que se me viene de él es sencillez. Y tras ese término: honestidad. Porque no cabe duda de que Mujica es un tipo de una inmensa transparencia en su decir y en su quehacer. Exguerrillero que supo fajarse en contra de aquella tiranía dictatorial que se mantuvo como fantasma en los 70 y 80 en el Cono Sur. Aunque su inquietud política se le vino a los 14 años desde el anarquismo. Ya en los 60 se enrumbó en filas tupamaras de gestación clandestina, con una clara orientación marxista. Su militancia en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) le costó a la larga casi 15 años de cárcel. Dentro de los calabozos sintió todo el peso y el rigor de las botas militares, a través del aislamiento y la tortura, llegando al borde de la locura.

Pero ‘Pepe’ Mujica (como se lo conoce popularmente) desde su autenticidad fue capaz de sobrellevar los obstáculos expuestos en el camino, y desde el confinamiento apoyó entusiastamente la unidad de la izquierda de su país, con la fundación del Frente Amplio (1971). Esto implicó un enorme grado de madurez para entender que las condiciones objetivas impedían un alzamiento en armas y que, por tanto, los tupamaros se sumaban a un proyecto político desde la vía democrática.

Mujica, al salir de su encierro, en 1985, dijo: “Hay una concepción de la vida que va más allá de un esquema de ideas políticas, hay una manera peculiar de mirar el  mundo. Aprendimos en la orfandad de los calabozos… con qué poco se puede ser feliz […], aprendimos en todos estos años que la dureza con nosotros mismos es la mejor fuente de ternura para los demás”.

Desde la libertad invocó a la conciliación, sin rencores ni venganzas, en una contundente enseñanza de vida. Entonces, en plena madurez de su trayectoria, terció en elecciones para alcanzar un escaño de diputado, con la humildad y franqueza que lo caracterizan. Luego fue Ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, previamente a su ascenso como Presidente de Uruguay, cargo que lo dejó a inicios del presente mes con un significativo respaldo ciudadano.

A ‘Pepe’ Mujica jamás le ha mareado el poder -quien cree que es ilusorio-, por eso, tal vez, continúa usando sandalias, vestimenta modesta, motocicleta y su clásico Volskwagen. La irreverencia asumida en contra del sistema imperante lo ha catalogado como un sujeto fidedigno, al cual no le tiembla la voz en el momento de expresar sus verdades. Desde luego que su posición resulta incómoda para quienes han usufructuado de los privilegios de la cosa pública.

Tampoco ha renunciado a su otra pasión: la naturaleza y el campo, por ello reside en su chacra en las afueras de Montevideo (Rincón del Cerro). Desde ahí, lejos del bullicio, sigue repensando con sabor a mate aquellos sueños juveniles que lo empujaron a contribuir en la construcción de una mejor sociedad.

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