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El Telégrafo
Aminta Buenaño

Violencia, maldita violencia

27 de abril de 2017 - 00:00

El viernes 21 de abril, Andrés Páez se acercó, siguiendo el libreto del desgaste, una vez más, sin pruebas, a solicitar al Contencioso la nulidad del proceso electoral. Días atrás lo había hecho sin mayores resultados Guillermo Lasso, que declaró -contra toda cordura- que jamás de los jamases reconocería el triunfo del presidente electo, quien, según él, solo sería un presidente de papel o sea del CNE.

A todo esto, no importaba el voto de los ecuatorianos que votamos por Lenín. No importaban la OEA, la Unasur, observadores internacionales y nacionales. No importaba el reconocimiento de los líderes mundiales. No importaba el reconteo exigido por ellos y concedido. No importaba nada. Era y es la voluntad de un partido político que nos quiere llevar a las bravas a navegar por las aguas de la locura y de la regalada gana. Al menos en apariencia. Porque la locura es una estrategia muy cuerda para quemar las naves y mantener el fuego en las calles y el estado de zozobra en el corazón de la gente. La amenaza de que vamos a seguir los pasos de Venezuela no influyó en los resultados electorales, pero sí sirve para avivar las llamas del miedo, la desconfianza y la duda. Y claro, para ‘venezolanizar’ el país hay que calentar las calles, provocar, hablar con megáfono para que resuene en los cuatro lados del mundo. Y con un objetivo siniestro: buscar los muertos que digan al mundo que el Gobierno es débil y ha fracasado. Para esto se necesita fomentar el odio. El odio es padre de la violencia. Alimenta las guerras fratricidas para beneficio de unos pocos.

Hace poco recordaba declaraciones incendiarias de un periodista de cuyo nombre no quiero acordarme que en tarima arengaba ante una masa enardecida de CREO: “Vayan con un anzuelo…, le pongan en la lengua al calumniador de los sábados, lo arrastren hasta el Ejido y le prendan fuego…”. El crimen contra Alfaro fue un hecho nefasto y execrable cometido por una turba violenta azuzada por políticos y cierta prensa. ¿Cómo es posible que se llame a repetirlo? ¿Estamos todos locos? Es un llamado tan repudiable que avergüenza reseñarlo.

Los plañideros que rasgan sus vestiduras por Venezuela son los mismos que están empeñados en repetir el manual de instrucciones de la oposición venezolana en Ecuador. El odio es una fuerza incontrolable que hay que parar a tiempo porque en su marea sepulta pueblos y ahoga la paz. No reconocer la legitimidad del gobernante es alentar la violencia y el odio, con el propósito de gobernar desde la sombra y la manipulación. Este estrés postraumático que sufren los líderes de CREO tiene que acabar, para el bien del país. En la oposición hay mucha gente buena y honesta que ama al país y que quiere trabajar. No por pensar diferente somos enemigos.

El presidente elegido por los ecuatorianos es un hombre de paz, de diálogos, de tender puentes con las palabras y los hechos. Lo demostró en la Vicepresidencia, lo demuestra ahora. Es hora de la concordia, de la reconciliación y la paz. Los que no lo votaron deben darle el beneficio de la duda y no descalificarlo de antemano, ni hacerse eco de la violencia que inunda las redes sociales en donde hasta su parálisis es objeto de burla, ofendiéndonos gravemente a los ecuatorianos que vivimos en familia esa situación.

La democracia es un bien común que no tiene precio. La paz es un supremo valor al que tenemos derecho; por eso la violencia -la maldita violencia-, esté en las palabras o los hechos, debe ser sancionada por la ley y por la razón de los hombres y mujeres de buena voluntad. (O)

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