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El Telégrafo
Rodolfo Bueno

¡Miserables!

27 de septiembre de 2016 - 00:00

La mal llamada Agencia Anti Doping Mundial (WADA), por sus siglas en inglés, merece ese y peores epítetos. Se trata de uno de los tantos tentáculos del imperialismo mundial globalizado (IMG) que, aunque se proclame independiente, demostró ser dependiente por completo, al impedir la participación de la delegación rusa de parapléjicos en las Olimpiadas de Río de Janeiro.

Dicen que en la guerra todo vale, pero desquitarse con los seres humanos más débiles, que largo tiempo se prepararon denodadamente para esta competencia, sin dar explicación alguna que justifique esta ruin actitud, convierte en algo monstruoso al IMG y descalifica como seres humanos a sus vasallos de la WADA. Y cuando los hackers los atrapan en sus fechorías, salen con el cuento de que el presidente Putin es el culpable de todo. ¡Caraduras!

Desde su fundación, en 1999, la WADA, cuyo dominio absoluto sobre el mundo deportivo es hora de parar, debía ser la encargada, con procedimientos aparentemente científicos, no políticos, de promover, coordinar y controlar la lucha contra el dopaje en el deporte y de normalizar las sustancias y los métodos que los deportistas están impedidos de tomar y utilizar, según el Código Mundial Antidopaje.

A partir de 2016 prohibieron el meldonium, fármaco creado en la Unión Soviética para prevenir los infartos al miocardio y que era utilizado principalmente por los deportistas de ese país, que conocían de sus virtudes. Su presencia en la sangre dura hasta seis meses, por lo que muchos deportistas rusos, que ya no lo empleaban, fueron impedidos de participar en las últimas olimpiadas por hallarse rastros en su sangre. Hasta ahora suena pasable, aunque poco equitativo.

Lo malo comienza cuando la WADA es cogida con las manos en la masa. Resulta que numerosos deportistas de Occidente obtenían el visto bueno de esta institución para utilizar sustancias prohibidas y ganar así medallas olímpicas. ¿Todo ‘legal’ o todo vale? Falta aclarar que el meldonium es una migaja en comparación con los esteroides autorizados por la WADA.

Se sobreentiende que las labores de la WADA deberían ser limpias, transparentes y no esconder nada que deba ser espiado por nadie. Pero eso no ha sido así, nos pudimos enterar del chanchullo gracias al grupo ‘Fancy Bears’, que filtró los documentos que contradicen la transparencia de este organismo.

Olivier Niggli, director general de la WADA, en lugar de dar alguna explicación que justificase su malévola actitud, culpa a Moscú de los ciberataques que desnudan su mala fe cuando autoriza, ¡qué feo!, consumir sustancias prohibidas a los deportistas sanos, y a los enfermos o discapacitados -se hace referencia a los parapléjicos- se les castiga por emplear medicamentos que curan, no que potencian las capacidades humanas.

Además, la WADA utiliza métodos típicamente nazis, el castigo colectivo y, sin demostrar absolutamente nada, impide a todos los parapléjicos rusos participar en las Olimpiadas de Río, donde eran favoritos. El presidente de Rusia, Putin, calificó esta decisión del Comité Paralímpico Internacional de “injusta, hipócrita y cobarde”. Con razón que no lo quieren.

Llevándole la contra a Marx, cuatro siglos después se repite la sátira de Quevedo, El alguacil endemoniado, pero como tragicomedia. (O)

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