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El Telégrafo
Erika Sylva Charvet

La propuesta pinochetista de Lasso

21 de marzo de 2017 - 00:00

Fue la dictadura de Pinochet la que en 1982 introdujo en Chile el “voucher” educativo que en 2017 oferta al país el banquero Lasso. El “voucher” es un cupón subsidiado por el Estado para el acceso a la educación pública o privada. Su objetivo engañoso es dar “libertad” a los padres para elegir la educación de sus hijos. Ellos seleccionan los establecimientos, pero éstos, a su vez, lo hacen con sus hijos/as. Primer límite a esa “libertad”.

Ya que la premisa es que la educación privada es de mejor calidad que la pública –lo que en Ecuador fue desmentido por el informe del Mandato 14 (2009)-, y de que la competencia promueve el mejoramiento de las entidades, lo que se busca en realidad es direccionar los recursos públicos a la educación privada dada la mayor demanda que esta tendría.

Un reciente informe de Martin Carnoy (U. de Stanford) basado en 25 años de investigaciones del sistema “voucher” en Chile, la India y varias ciudades de EEUU, concluye que no hay evidencia de que la privatización mejore la calidad educativa, dados los limitados logros estudiantiles, magros incrementos de puntajes en las evaluaciones y pequeñas mejoras en las tasas de graduación, junto con las altas tasas de deserción de los receptores “vouchers” en las escuelas privadas.

A esto se suma el desfinanciamiento y las malas condiciones laborales que desalientan la incorporación de docentes calificados y van desmantelando el sistema de educación público. En Chile estos establecimientos bajaron del 64% al 48% entre 1989-2009 (Cavieres, 2014) y en Winsconsin (EEUU), según M. Apple, un 80% de los padres ya estaría enviando a sus hijos a escuelas privadas, mientras los docentes no habrían tenido aumentos salariales en 8 años.

Lo más grave, sin embargo, es la segregación clasista y racista que genera, ya que busca que los/as “mejores” no se mezclen con los “peores”, los del gueto, los que no tienen “libertad” para elegir y tampoco son elegidos. A los que solo les queda como opción una educación pública desfinanciada y desprestigiada por las grandes brechas en los resultados de evaluación que exhiben frente a las bien financiadas entidades privadas de los más ricos, confirmando los prejuicios en torno a las menores capacidades de los pobres y la mejor calidad de lo privado. Estas profundas desigualdades, no naturales sino generadas por esta política, han sido identificadas como las causas de la actual crisis educativa en Chile.

De modo que lo que está proponiendo Lasso es exportar una privatización fracasada en reemplazo de un fortalecido sistema de educación público basado en la gratuidad, calidad, igualdad y no discriminación. Como en el Chile de Pinochet, el objetivo de fondo es desmontar las bases de la liberación de los pueblos: su inclusión, educación y conciencia de sus intereses.

Pero, como la Revolución continuará, la hija de esa indígena que hoy se educa en una Escuela del Milenio tendrá la oportunidad de estudiar en una de las mejores universidades del Ecuador, o del mundo, y producir algo genial para el país. (O)

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