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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

La Constitución de Montecristi

02 de octubre de 2017 - 00:00

Quizás la única vía para superar las contradicciones de un proyecto político, no solamente esté en la invocación a la voluntad popular, sino en la invocación a la memoria y a la historia social, colectiva de ese mismo pueblo. Y el corazón de esa lucha histórica está plasmada en la Constitución de Montecristi. Desde su gesta histórica y casi una década después, nada de lo logrado ha podido ser sin ella. El propio proyecto político que la propuso,  lo hizo invocando a la voluntad del pueblo para transformar el Ecuador entero, siguiendo la senda del Buen Vivir: 14 victorias alcanzadas. Todo lo logrado, como los errores cometidos deben someterse a juicio desde la propia Constitución. Ecuador ha ganado una y otra vez. Pero claro, no se puede perder lo logrado, por nada, ni por nadie. Las propias contradicciones de un proyecto político, pueden significar el avance del mismo o su derrota total. No solo bastó tener una nueva Constitución, fue necesario consolidar las fuerzas sociales para arrancar su materialización. Pero no queda duda de que como sociedad, como pueblo, como nación, debemos asumir las victorias y las derrotas, pero asumir con corresponsabilidad. Nadie puede lavarse las manos. Menos aún quienes se opusieron desde el inicio a esta Constitución. Quienes hicieron lo posible para que no se culmine con el mandato popular. Aquellos que invocaban la democracia y la libertad con tercerización. Aquellos que les “apestaba” que cientos, que miles de organizaciones populares fueran a Montecristi a plantear sus propuestas. A aquellos que gastaron millones publicitando, propagandizando, los supuestos males que vendrían con esa constitución “comunista”. A aquellos que construyeron miles de opiniones en sus propios medios, afirmando que el Ecuador se convertiría en un país sin oportunidades, con más pobreza y miseria. Pero también, cuántos de los seguidores de la propia Revolución Ciudadana, simplemente ojearon la Constitución. Cuánto se hizo o se dejó de hacer para que, como dicen, “pedagogizar” su contenido. Sin duda, el mayor riesgo ha sido que la Constitución de Montecristi quede detrás de un cristal. No puede haber temor del presente y el futuro, si hay una apropiación de esta Constitución por el propio mandante, el pueblo ecuatoriano. Las contradicciones han estado y estarán, más aún cuando hay que derrotar a ciertas élites que sueñan con el retorno al pasado, con el retorno al fracasado neoliberalismo y las brutales consecuencias sociales que trajo al Ecuador. Que el escenario político complejo que vivimos, nos sirva para que con curiosidad nos acerquemos a leer lo que dice esta Constitución que nos ha guiado esta década y entender por qué es tan avanzada y debe ser el eje rector de las transformaciones presentes y futuras. Nadie en su sano juicio podrá estar en contra de la erradicación de la pobreza y la miseria y para lograrlo no solo se requiere más producción y productividad, ni más “bioconocimiento”, sino redistribución de la riqueza acumulada durante décadas y siglos. Y para eso debe servir la política y los políticos. Para cumplir con estos mandatos populares. Para que se cumpla lo que manda la Constitución y de hacerlo, de continuar con estos objetivos nacionales, los enemigos acérrimos que tiene, se evidenciarán de cuerpo entero, una vez más, y serán derrotados democráticamente en las urnas y en las calles. (O)

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