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El Telégrafo
Roberto Follari (*)

El errorismo de la derecha

03 de marzo de 2017 - 00:00

Hace poco más de un año ganó Macri en Argentina -por solo 2 puntos de ventaja- y hoy el país está lleno de horrores. Pero el gobierno de derechas, en actitud de ocultación, los llama “errores”. Y la noción de “error”, repetida hasta el cansancio por el gobierno de Macri, merece ser pensada en relación a qué ocurre cuando gobiernan las derechas.

De niño, por educación católica, me enseñaban que los pecados eran fatales. Y que no eran perdonables, salvo arrepentimiento y acto de expiación. No cabía ser perdonado si uno se escudaba sosteniendo que no eran pecados, sino errores. Nada de errores: de buenas intenciones y errores varios, se nos decía, está lleno el camino del infierno.

También de “primacía epistemológica del error” habla la epistemología francesa de Gaston Bachelard, que leí años después. Pero no se trata de disculpar errores, se afirma allí, sino de aprender cómo salir de ellos hacia las verdades (siempre aproximativas). El error es aquello en que no hay que solazarse.  Errar es humano, entonces, pero es claro que no hay que aprovechar esa situación para recaer en el error permanente y perpetuo.

También los sicarios de la dictadura argentina iniciada en 1976 hablaron de “errores” (junto a “excesos”) para justificar los asesinatos, las torturas y las desapariciones. Obviamente era un contexto muy diferente al de la Argentina actual. Pero la excusa es la misma: ante lo injustificable, se apela al supuesto error. El macrismo llama “error” a haber subido la tarifa del gas de una sola vez hasta el 800%; o a haber hecho un extraño “acuerdo” entre el gobierno de Macri y la empresa de su padre Macri -de la que el presidente hace tiempo fue socio- por el cual el empresario paga a precios ridículos una enorme deuda acumulada, lo que una fiscal calculó como daño al Estado de más de 400 millones de dólares.

En la Argentina quiebran miles de pequeñas empresas mientras se permite la entrada libre de productos importados: hay pérdida de 150.000 empleos. El salario cae permanentemente frente a la inflación, la cual en 2016 fue la más alta desde casi principios de siglo. Hay 3 millones de nuevos pobres, liquidación de programas que favorecían acceso a medicamentos para todos, baja de presupuesto para la ciencia y pésimos salarios para los docentes y los demás trabajadores estatales. La corrupción es galopante: Arribas, funcionario que vive en una casa propiedad de Macri, está imputado por sospecha de coimas entregadas por Odebrecht. Ahora se suma la entrega de concesiones de trayectos a líneas aéreas ligadas al presidente y a uno de sus principales colaboradores.

El presidente suma 5 imputaciones judiciales en apenas 15 meses (que incluyen un indeterminado número de empresas off shore); el conjunto del gobierno lleva más de 50. Cuando estos hechos se han conocido y han indignado a la población, el gobierno ha tratado de echar marcha atrás y decir que solo fueron “errores”. Pero el error nunca es haber hecho lo que se quería hacer y echarse atrás luego de que la acción que era secreta fuera denunciada por otros y  fuera socialmente repudiada. Se yerra cuando se quiere ir para un lado y sin querer se va para otro. Pero cuando se hace exactamente lo que se quería hacer, no hay ningún error: las derechas, cuando llegan al gobierno, hacen lo que quieren y saben hacer, de ninguna manera se equivocan.

Solo que cuando son enfrentadas por el rechazo popular, disimulan. Y se escudan en la excusa del supuesto error, tras el cual ocultan aquello más estructural que sí es erróneo: se trata de su teoría de que la sociedad podría sustentarse solo en la inversión de capitales extranjeros y el pretendido -y jamás verificado- posterior “derrame” de riqueza hacia los más pobres. (O)

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