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El Telégrafo
Juan Montaño Escobar

El cabreo de la negritud

05 de julio de 2017 - 00:00

Que suene a rap bundiao de allá, de Timbiré, de Wimbí o de La Trinitaria. El maestro Juan García debió sonreírse, un chininín de amargura en el mapa de la sonrisa, por la bulla justiciera causada por los dichos racistas de Edward Phillip Butters Rivadeneira. Nada, él apenas hizo de vocero de la sociedad dominante peruana (o Babilonia, como diría la nación rastafari) y de la sociedad dominante (burguesía blanca, aconsejaría el marxismo negro) de las Américas. Hay una cuota importante de fariseísmo cool en toda esa zarabanda. En esta jam-session apenas se suscribe el análisis político de aquel afrohermano de Nazaret, puesto en oídos y corazones hace como 2.000 años.

El maestro J. García, cumpliendo la misión de la raíz (oralidad de los abuelos Débora y Zenón), perseveró por décadas en el proceso de comunidades negras de este y del otro lado de la raya (Colombia). Una de las propuestas de ese extraordinario proceso cimarrónico es la Etnoeducación o Educación Afroecuatoriana como poderoso ejercicio pedagógico antirracista en la República de Ecuador. Por estos días el maestro, con su salud consumida, debió sonreírse apesadumbrado, porque las expresiones racistas mediáticas solo gritan la discriminación racial cotidiana y anónima. La breve histeria popular antirracista, las acciones justas y necesarias y el gesto de sobria elegancia filosófica del ofendido apenas cambian nada.

Lector o lectora, dale memoria: el hermano Felipe Caicedo tuvo un incidente racista en un restaurante guayaquileño, ¿pasó algo? Dupleint se explayó en RTS descalificando nuestro nivel intelectual, ¿pasó algo? Damián Díaz abochornó la ética de nuestro pueblo negro, en la persona de Augusto Aragón, respondo rápido: pasó nada. Todavía en la Escuela Militar Eloy Alfaro se esquivan unas disculpas públicas al hermano Michael Arce, ¿pasó algo? Recordando al Canelo hermanado con los samaritanos etíopes: “La brizna en el ojo ajeno y la viga en el propio”.

Este jazzman no hará caravana para gritarle su cabreo a Butters Rivadeneira, aun si se lo merece, prefiere que se apliquen aquí y ahora políticas públicas y programas antirracistas. Augusto Espinosa fue ministro de Educación, ha sido el único alto cargo de esa rama gubernamental (desde 1830 hasta este miércoles) que se sentó algunas horas a escuchar por qué diablos miles de mujeres y hombres afroecuatorianos, durante décadas, han insistido, estudios en mano, por la etnoeducación. Espinosa publicó un acuerdo ministerial y no sé más.

¿Continuamos? Al Decreto Presidencial 060, muy pocas instituciones estatales lo aplican o puesto al revés casi nadie, incluyan gobiernos autónomos descentralizados, empresas públicas, nuevas autoridades y ahí no termina. Todavía hay incomodidad en la sociedad dominante con las hermanas Raquel González y Marien Segura, llegadas allá, arriba, por sus méritos. ¿Y las reparaciones en reconocimiento, justicia y desarrollo por el Decenio de la Afrodescendencia? Nada. (O)

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