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El Telégrafo
Melania Mora Witt

Cómo será la suave patria

25 de marzo de 2017 - 00:00

Cuando el proyecto de la Revolución Ciudadana nos convocaba para su construcción, tomamos como lema el planteado por Benjamín Carrión en sus Cartas al Ecuador’: “Volver a tener patria”. Ecuador estaba desgarrado por la pérdida de millones de sus hijos que debieron buscar otros cielos para sobrevivir. Su condición era de atraso y miseria para las mayorías y de un enorme desánimo y desesperanza. El pueblo había perdido la fe en sus propias fuerzas. Un gobierno sucedía a otro y, con cada uno, el país retrocedía en todos los ámbitos.

Entonces y en una resurrección de las mejores virtudes colectivas, surgió un movimiento liderado por un académico joven al que la mayoría conoció por su accionar diferente cuando ejerció brevemente un ministerio. Alrededor de Alianza PAIS y del liderazgo de Rafael Correa y Lenín Moreno, la esperanza popular se puso de pie y demostró que era posible rescatar la patria. Su canción emblemática se iniciaba llamándola ‘tierra sagrada’ y comenzó, en una suerte de minga nacional, la inmensa tarea de la reconstrucción de lo que habíamos perdido: el orgullo de ser ecuatorianos y sentirnos capaces de  enfrentar con la frente alta y sin complejos la inmensa tarea de  recuperar la patria.

Y durante diez años, en ardua lucha, la mayoría de los ecuatorianos hemos participado en la reinstitucionalización del país, que aprobó una Carta Magna en la cual las personas y su bienestar son  el objetivo fundamental: y en esa misión, Lenín Moreno recorrió los caminos del país, buscando casa por casa a los más pobres de los pobres, a aquellos que por carencias físicas o mentales yacían olvidados de sus propias familias que los ocultaban, avergonzadas, y los condenaban a vivir en condiciones indignas de un ser humano. La Misión Manuela Espejo y el programa Joaquín Gallegos Lara rescataron su condición vital de ciudadanos.

Carreteras, puentes, hidroeléctricas, represas, escuelas, hospitales y universidades marcaron la diferencia con el oscuro pasado. Y el pueblo fue actor junto a su gobierno de una hazaña sin precedentes: la reconstrucción de lo que la naturaleza en día aciago destruyó. Allí, junto a los que removían escombros y enterraban a sus seres queridos, el vicepresidente Glas se comprometió y cumplió el restablecimiento de hogares y negocios, en demostración del valor y reciedumbre de los hombres y mujeres humildes que silenciosamente y día a día hacen realidad la existencia del país.

El mexicano López Velarde escribió: “Suave patria (…) “alacena y pajarera” (…) “te amo no cual mito, sino por la verdad del pan bendito”(…) “Inaccesible al deshonor, floreces”(…), en poema exaltado por Carrión. En esa línea, mis hermanos Miguel y Galo Mora junto a Pueblo Nuevo, hicieron una canción  en la que interrogan, a futuro: “Cómo será la patria que construimos con este sacrificio y esta esperanza”. En 10 años hemos reivindicado nuestro derecho a soñarla “sin el martirio de ver a la pobreza rondando el alma”, digna, pacífica, soberana, trabajadora, diversa y alegre. Es, por fin, la patria recobrada que siempre quisimos tener. (O)

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