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El Telégrafo
Alfredo Vera

Bienvenidos a la patria

04 de abril de 2017 - 00:00

Tal como lo habían pronosticado todas las encuestas, el pueblo ecuatoriano, por mayoría indiscutible de votos, escogió el binomio Moreno-Glas, para que conduzca a nuestra patria por los próximos 4 años, a fin de continuar con la inconmensurable tarea cumplida en la década ganada, bajo la conducción de Rafael Correa Delgado.

Ahora toca demandar a los perdedores a aceptar con patriotismo la voluntad mayoritaria del soberano en las urnas.

El resultado que arroja este proceso ha sido avalado por los observadores internacionales para consignar que los votos han dicho cuál es el veredicto mayoritario.

Al dar la bienvenida a los ungidos en una jornada limpia e indiscutible, toca demandar a los vencedores, porque así corresponde, que sigan cumpliendo los compromisos de sus ofertas de dar un nuevo impulso a la Revolución Ciudadana, para atender con prioridad a los sectores más deprimidos por la pobreza y la marginalidad, y romper de una vez y por todas el oprobioso pasado para construir el promisorio futuro, ante la falta de equilibrio en la distribución de las opciones de tener acceso a una digna existencia.

Dura fue la jornada, en la que jugó papel decisorio el voto de los más humildes, que depositaron sus esperanzas en quienes ya demostraron que sabían interpretar las necesidades verdaderas de lo que aspiran a tener para los suyos: educación, salud y trabajo.

La gente de Lasso, como dicen en el argot popular, “se quedó con los churos hechos”, cuando el organismo rector, el CNE, emitió el resultado definitivo reconociendo el triunfo de Lenín que, aunque estrecho, fue lo indispensable y necesario para dictaminar la culminación del evento.

Fue una lucha concluyente para derrotar a los intentos de restituir el neoliberalismo, que tanto daño le hizo a Ecuador, con el llamado feriado bancario, durante la presidencia de Mahuad, quien tuvo que huir del país para refugiarse en Estados Unidos, porque si se quedaba en el país iba a terminar linchado por los familiares de las víctimas de quienes perdieron todos sus depósitos en la banca y, particularmente, en el Banco Guayaquil, cuyo propietario pretendía gobernar esta nación.

No cabe duda alguna de la responsabilidad que los banqueros tuvieron, primero, para provocar una devaluación brutal para deteriorar a la moneda sucre y luego emitir unos documentos que los entregaban a los depositantes a un precio irrisorio, para más tarde venderlos al sistema financiero del Estado en el valor real, es decir, que la diferencia entre el valor de compra y el de venta quedaba en las manos insaciables de los grandes magnates de la banca, entre ellos, el banco del candidato banquero.

Si ese desprestigio ya era un estigma, calcúlese el miedo que tenían los ciudadanos honestos, que son la mayoría del pueblo ecuatoriano; el pánico que se asentó entre las grandes mayorías de gente de todo nivel social, aterradas por lo que fuese a pasar, si por desgracia el especialista en los depósitos en los paraísos fiscales hubiese alcanzado la primera magistratura.

Era imprescindible que, después de la década ganada, bajo la conducción de Correa, llegase a la primera magistratura una persona con la misma inteligencia y honestidad, para que pudiese decírsele, a todo pulmón: bienvenidos a la patria a continuar consolidando lo que hasta ahora se ha construido, hermanos de la mayoría de los ecuatorianos, Lenín Moreno y Jorge Glas. (O)

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