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San Antonio de Ibarra, la meca del mueble

En el taller de Muebles San Andrés se realiza el proceso denominado estructuración que consiste en dar forma al sofá. Antes de fabricar las piezas, hay que dejar secar la madera.
En el taller de Muebles San Andrés se realiza el proceso denominado estructuración que consiste en dar forma al sofá. Antes de fabricar las piezas, hay que dejar secar la madera.
Foto: Carina Acosta / El Telegrafo
19 de noviembre de 2016 - 00:00 - Andrea Rodríguez

Los muebles de estilo barroco, con figuras talladas a mano pasaron de moda; ahora las familias prefieren piezas minimalistas, de líneas rectas y de colores neutros.

El gusto por este estilo va acorde a la distribución del espacio en la vivienda que cada vez es más reducido.

Sonia Proaño, compradora, dice que los tallados “eran perfectos” para las casas grandes, pero hoy hay que aprovechar el espacio. “Cuando los objetos son simples es posible explotar cada centímetro del espacio, sin que el efecto sea recargado”.

La principal característica de los muebles es su funcionalidad. Se prefieren piezas de líneas rectas, diseñadas para formar ángulos que no saturen el espacio.

Andrés Tixilima, propietario de Muebles San Andrés, una de las fábricas más reconocidas en la parroquia de Natabuela, en la provincia de Imbabura, explica que recurren a páginas de Internet para actualizar los modelos destinados a salas, comedores, dormitorios y salas de estar. “La madera que compramos viene del Oriente. Aquí la tratamos con procedimientos especiales”.

Andrés cuenta que  los tonos más solicitados son el café claro y el oscuro. En los lineales está en auge el color wengué, término que hace referencia a la madera producida por un árbol tropical de la especie Millettia laurentii.

Por la variedad de especies arbóreas que se suelen englobar bajo esta denominación, el aspecto del wengué puede ser muy variable, tanto en tonos como en texturas.

Según Pixilima, el wengué combina bien con casi cualquier estilo y ha ganado seguidores porque su color aporta elegancia a diferentes espacios, sobre todo, sala y comedor.

Aunque estos tienen acogida, es conveniente limpiarlos a diario, porque suelen llenarse de polvo rápidamente. Johana Tixilima, hermana de Andrés, atiende en el local, situado en la calle 27 de Noviembre y Panamericana, en el ingreso a San Antonio de Ibarra.

“Hay meses que nos compran más, como noviembre y diciembre. En solo un mes, se pueden vender hasta $ 9 mil.

Roberto Endara, propietario de Muebles Alexander, comenta que abrió su primer local hace 8 años, cuando aún no proliferaban los almacenes dedicados a la venta de muebles. Este joven emprendedor también tiene la fábrica en Natabuela, donde trabajan varios operarios, encargados de realizar diferentes tareas como el lijado y el lacado de la madera. Endara asegura que el 90% de los clientes que adquieren sus productos provienen de la capital. “Hay clientes que nos traen los modelos que bajaron de sitios web  y otros que tomaron fotografías de muebles de amigos, familiares e incluso de almacenes de Quito”. En las últimas décadas, han adquirido nueva maquinaria y herramientas, como las pistolas de presión para el lacado de los muebles. “Actualmente, solo trabajamos con martillos a presión, en lugar de los martillos tradicionales. Es más práctico y ganamos tiempo”.

Para adquirir la madera, primero hacen un pedido al proveedor que se encarga de traerla directamente del Oriente. Aunque lo ideal es trabajarla apenas llega, esta tiene que someterse a un proceso de secado, porque, de lo contrario, puede partirse. “Nosotros le dejamos casi por un año, porque gana calidad y dura mucho más”.

Según explican los fabricantes de muebles consultados, el secado al natural es mejor que el proceso artificial. La mayoría de los fabricantes  en San Antonio de Ibarra trabaja de manera autónoma; no pertenece a ningún gremio.

“Personalmente no me hace falta formar parte de una organización, cada uno sale adelante y hay una sana competencia”, dice Endara.  

El proceso que antecede a la fabricación es similar en los talleres: primero se prepara la madera, luego viene el ensamblaje,  y la estructuración de la pieza.

La primera fase finaliza cuando el mueble está completamente en blanco, es decir, cuando está en crudo sin químicos. Después es trasladada al área de lijado y masillado.

Roberto Endara es el responsable de los acabados finales que, según dice, siempre marcan la diferencia.

El lacado es un complejo proceso que consiste en un lijado inicial, una primera mano de fondo, un segundo lijado, una segunda mano de fondo y tras el secado, se le da el acabado en mate o brillo. (I)

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