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Comunidad del Cerro Guayabal se dedica al comercio y a tejer artículos en paja toquilla

Alejandrina Delgado es una de las mujeres de esta comunidad montecristense que teje artículos en paja toquilla. Al día hace una docena.
Alejandrina Delgado es una de las mujeres de esta comunidad montecristense que teje artículos en paja toquilla. Al día hace una docena.
Foto: Rodolfo Párraga / El Telégraf
16 de septiembre de 2017 - 00:00 - Redacción Regional Manabí

En las faldas del Cerro Guayabal en Montecristi  y con el clima frío de septiembre Alejandrina Delgado (65 años)  entrelaza  de manera  casi que ininterrumpida la paja toquilla.

Con las hebras le va dando forma a artículos como canastas. La observan sus hijas y nietos que dialogan con ella de temas del diario vivir. De esta forma llega a hacer una docena por día para entregar pronto a una montecristense, quien es la que se encarga de comercializar el trabajo de Alejandrina y de otras mujeres del sector.

Alejandrina, que tiene los moldes alrededor de una silla, teje desde muy pequeña. Aprendió en su natal Colorado de Montecristi, lugar que abandonó tras casarse con un habitante del Cerro Guayabal.

En esta comuna comenzó haciendo fundas de paja, señala la mujer que en cada pausa sonríe. Luego los pedidos cambiaron a pequeñas canastas que son usadas para poner dulces. Compra la materia prima en su comuna a $ 2 (un mazo de 12 cogollos), ya lista para tejer. El único trabajo es mojarla para que el molde quede listo.

El producto terminado tiene el valor de $ 4 la docena. “Aquí en el  sector Cerro Guayabal es una tradición tejer para dar en negocio”.

Solo una de sus hijas sigue sus pasos: Deimy Santana, quien aprovecha los tiempos libres para poner manos a la obra en la tarea.

Las dos se suman a una lista grande de tejedoras de la zona en la que también está Piedad Mero, quien vive cerca de la elevación del cerro, a un costado del ingreso a la cantera Uruzca, en donde labora su esposo junto a otros 50 habitantes. Aprendió de niña porque le atraía y su mamá,  Amada Santana, le explicó los pasos, donde  los dedos juegan un papel fundamental al entrelazar las hebras. 

En su familia también teje su  hermana, Cecilia Mero,  y su tía, Bielka Santana. El destino de los artículos que hacen las tejedoras de su sector son Guayaquil y Quito. “Allá entrega la señora que nos compra”.  Explica que este oficio no va a decaer.

A pocos pasos de Piedad está la vía Montecristi-Portoviejo. Es muy movida. El sonido de los carros se escucha a diario. A un kilómetro está el Peaje. La arteria ha sido aprovechada por los vecinos de la zona para poner sus negocios, que se abren antes de las 06:00 y se cierran a las 20:00. Son algunas familias las que se dedican al comercio de dulces, panes de almidón, comida, bebidas, coco y más.

Mauro Santana (56 años) fue el primero en ‘bautizarse’ como comerciante tras poner un local de  asados; así poco a poco fueron surgiendo otros comerciantes.

“Aquí la gente se dedicaba a hacer sacos de cabuya para vender en Manta, pero luego se perdió esa tradición”.

Es así que hace 25 años hay ingresos con los locales que se asientan a un costado de la vía.  “El viajero que pasa por aquí se detiene a comprar”, cuenta Santana.

Miriam Santana,  desde hace 21 años tiene una tienda, reconoce que Mauro fue el fundador de los locales en la vía.  Ella tiene su cliente que, al pasar por el sector, detiene la marcha para comprar pan de almidón o tortillas con café, que también vende. Patricia Pincay  oferta  productos manabitas, frutas y verduras. De todos es el local más grande.

Santana relata que estos comercios mueven la economía del sector bastante.  A pocos metros está doña Betty Chilán que vende empanadas y corviches a $ 0,60, asimismo batidos que van desde $ 1,25. Antes de empezar en esto tejía como las otras damas de la localidad. Sus bocados son muy conocidos como lo señala el mantense Ángel Álava que desde su cantón se traslada al sector a comer. “Esto de los comercios en la vía es algo típico aquí y van creciendo”, detalla el joven.

El dirigente de la comuna, Ottón Franco, señala que según el último censo en el sector hay 1.400 habitantes. En el lugar falta alcantarillado y pavimentación que son obras que gestionan. (I)  

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