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Orquesta Ecuador Sinfónico: la precisión del desenfreno

Orquesta Ecuador Sinfónico: la precisión del desenfreno
Foto: Fernando Sandoval / El Telégrafo
21 de mayo de 2017 - 00:00 - Luis Fonseca Leon

Antes de convertirse en el director más joven en tomar la batuta del legendario concierto de Año Nuevo en Viena (50 millones de espectadores en más de 90 países), el director venezolano Gustavo Dudamel ordenó hacer una pausa en uno de los ensayos de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles.

El silencio interrumpió la ‘Suite Escita’, opus 20, de Serguéi Prokófiev, y Dudamel (de 35 años) puso una mano en su chaqueta, como si el comprobar que los botones estuvieran en su lugar fuera una forma de reflexionar. Entonces —cuenta el periodista español Javier Moreno— el maestro les soltó a sus músicos una frase de antología: “Incluso en el desenfreno tiene que haber precisión”.

Dudamel dirige desde que tenía 12 años, edad en que la precisión parece inalcanzable, pero a la que es aconsejable empezar.

Julio Montaluisa se acercó al Conservatorio Nacional a la edad en que Dudamel empezaba a asombrar al mundo. Un saxofonista, amigo de su padre, le sugirió aprender solfeo, pero él merodeaba cerca de los contrabajos. Al final se quedó con el violín y, ahora, casi una década después, hace una pausa en el ensayo de ‘Caballería ligera’, de Franz von Suppe, para decir que esa pieza le ha exigido un esfuerzo desenfrenado.

La Orquesta Ecuador Sinfónico (OES) busca una precisión que Montaluisa (de 19 años) logra sobre la agudeza de ciertas notas —de digitación compleja y un ritmo acelerado— solo si sus dedos y brazo se coordinaran sobre las cuerdas y el arco. El músico suele llegar a los ensayos con su mandil de estudiante de medicina, carrera que alterna con el arte. “Es cuestión de adecuarse a los horarios, aunque se reduzca la libertad de estar solo con el instrumento”, comenta, sin falsa modestia, mientras hace un calentamiento.

Martina Durán (14 años) tuvo un inicio más prematuro que el de Dudamel y el de Montaluisa, su compañero en la OES y el conservatorio. Hace 6 años, ella ya se dedicaba a dominar las cuerdas y la primera Orquesta donde buscó la precisión fue la Sinfónica del Conservatorio. ‘Caballería ligera’ también hizo que pasara más horas de las habituales junto al violín, incluso en su hogar, cerca de sus padres, quienes la apoyaron cuando, de niña, se apasionó por el intrumento al verlo en televisión que suele transmitir orquestaciones célebres, como la de la Filarmónica de Los Ángeles, a inicios de 2017.

El sábado 8 de abril, la OES —conformada por 40 músicos cuyas edades van de los 12 a los 25 años— se presentaron en un ensamble que fusionó rock con música sinfónica (2 millares de asistentes al Teatro Nacional). Fue una noche en que la orquesta estrenó su precisión junto al desenfreno aparente de los acordes que interpretan los grupos Aztra y Basca.

El duro trabajo de los músicos que no son prodigios

Las grandes ideas suelen empezar después de rupturas. En diciembre de 2016 (cuando Dudamel soltó una frase de antología), el maestro Ricardo Monteros renunció a la Dirección académica del Conservatorio Nacional, donde dirigió a los integrantes de la Orquesta Sinfónica de la entidad. Un día, en lo que define como “un arranque de nostalgia”, escribió en la red social Facebook: “¿Quién se apunta a seguir ensayando?”.

Los primeros en responder a su llamado fueron el par de violinistas citados, pero los músicos fueron aumentando cada día, —lo cual obliga a Monteros a hacer audiciones entre los ensayos—: cuerdas (madera y metal), vientos y percusión. A estos últimos se les dificulta ensayar (acaso afinar su precisión) en grupo y con intrumentos propios por el costo que no pueden cubrir al ser una Orquesta que no recibe fondos estatales ni privados. Los músicos de la OES provienen de varios lugares de Pichincha y a uno de ellos le robaron un clarinete, valorado en unos $ 1.000, mientras se dirigía a uno de los ensayos.

La idea de Monteros (pianista desde los 14) es que se cree un sistema de orquestas juveniles en varios lugares de la ciudad y el país. Su empresa ha incluido a compositores para hacer arreglos en las obras que componen el repertorio del conjunto. La apertura de un espacio para ensayos múltiples también es una necesidad, puesto que ensayan 3 veces por semana en una de las sedes de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador (OSNE) y en la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

Dominar la furia de una caballería con músicos policías

Cristian Proaño (de 25 años) tomó su primer saxofón en 2012, lo hizo después de aprender a manejar armas. Es vigilante y la música que suele interpretar no es sinfónica, sino los sanjuanitos, albazos y pasillos del repertorio de la Banda del Distrito Metropolitano de Quito, de la Policía Nacional.

Seis de las jornadas en que la OES practica incluyeron a 25 uniformados (saxofonistas, trompetistas, trombonistas y percusionistas), quienes preparaban un ensamble para amenizar una rendición de cuentas de la institución. El jueves 11 de mayo, policías y músicos sinfónicos interpretaron las portentosas ‘Danza húngara nº 5’, de Johannes Brahms; ‘Radetzky March’, de Johann Strauss y la difícil pieza de Von Suppe.

Precisión sinfónica que Proaño no conocía en el desenfreno de la música nacional que cantan sus padres, a veces entonando guitarras. Mientras afinaba su puntería de recién graduado, a Proaño le dijeron que integraría la Unidad de Mantenimiento del Orden (UMO), donde tenía que hacer frente a manifestaciones callejeras. “Fue la tarea más complicada que cumplí”, dice el músico-policía, a quien le encantó interpretar un repertorio clásico, además de la música bailable con que amenizan las fiestas de la PN.

Una serenata para las madres

El concertino de la OES es Ricardo Pazmiño; el 13 de mayo interpretó los solos de canciones rusas, ucranianas y ecuatorianas en un homenaje para a las madres. Brahms y Ludwig van Beethoven también estuvieron en las partituras del repertorio que se escuchó en la ‘Serenata más grande del mundo’, en el Centro Histórico.

Esa tarde lluviosa, los 40 músicos sorprendieron a su audiencia con ‘Libertango’, de Astor Piazolla. A principios de junio darán el gran concierto de lanzamiento de su orquesta, que estos días ensaya un repertorio universal que incluirá música ecuatoriana y de la región. “Los nervios en escena se superan antes, con trabajo duro”, dicen como una forma de equilibrar su desenfreno. (I)

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