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El Telégrafo
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Las colecciones narran la historia del país en el MET

Alfredo Flores Jijón, Pedro Pablo Traversari o Manuel Villavicencio son algunos coleccionistas de la muestra.
Alfredo Flores Jijón, Pedro Pablo Traversari o Manuel Villavicencio son algunos coleccionistas de la muestra.
Foto: John Guevara / El Telégrafo
24 de mayo de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Los museos y colecciones del país tejen un relato cronológico en la nueva muestra del Centro Cultural Metropolitano (MET). El nombre de la exposición es Espíritu de red: intelectuales, museos y colecciones en el Ecuador (1850-1930) y se divide en 4 salas que responden a las interrogantes: ¿Qué coleccionamos?, ¿quiénes coleccionan?, ¿para qué se colecciona? y ¿cómo se registra la nación?

Reconstruir la historia de los museos del país fue un trabajo complejo, dada la ausencia de un archivo oficial del Museo Nacional, explicó la historiadora Malena Bedoya, una de las curadoras de la muestra y quien dirigió la investigación. En 1839, el museo nacional apareció, en las actuales instalaciones del MET, como un proyecto de la presidencia de Vicente Rocafuerte (1783-1847) que tuvo un funcionamiento irregular.

“Queríamos describir las colecciones en el modo en que se acumulan”, dijo la historiadora, quien recuerda el predominio europeo en el orden estético (curaduría) de las primeras colecciones que aparecieron en el país.

El primer registro cartográfico de Ecuador se puede ver en la exposición y fue hecho por Manuel Villavicencio (1804-1974). Las piezas dan cuenta del paso de la historia en el país, además de la mutación de las costumbres.

En la segunda sala está lo que Bedoya describe como una mirada de concentración de testimonios de la época, donde se encuentran tablillas como las usadas en repositorios del siglo XIX, época en que los museos empezaron a tener una importancia trascendental en el relato y conservación de la historia.

En 1865, por ejemplo, una comisión científica española encargó a Juan Agustín Guerrero (1818-1880) coleccionar todas melodías populares para llevarlas al Museo de Ciencias Naturales en Madrid. Para 1875, este artista escribió: “Si la España soberbia y antagonista nuestra no se ha desdeñado de guardar en su museo la música de nuestros indios, ¿por qué nosotros nos empeñamos en despreciarla? ¿Somos acaso tan ignorantes o injustos, para aborrecer lo que es propio por amar lo que es ajeno?” (sic).

En 1965, el viajero español Marcos Jiménez de la Espada (1831-1898) arribó al país con la Comisión Científica del Pacífico y le pidió a Guerrero que reuniera los cantos de la región. Así se convirtió en uno de los primeros recopiladores de melodías indígenas ecuatorianas, que incluyen notaciones y letras de canciones, que se pueden escuchar y ver en el MET.

“Jiménez de la Espada publicó esa información en el Congreso de Americanistas, pero omitió el trabajo de Guerrero”, cuenta Bedoya, como una forma de saldar una injusticia intelectual decimonónica.

Otra de las joyas del montaje es una pintura cuzqueña que contiene la genealogía de la nobleza inca que, en la época del monarca Túpac Amaru (1545-1572), fue prohibida y ocultada en distintos lugares. “La élites cuzqueñas se basaban, de alguna manera, en estos registros visuales para determinar su autenticidad como tales”, indicó Bedoya a un grupo de museólogos.

Las élites posteriores a Túpac Amaru se reconocían en estas pinturas, vistiendo de la forma que veían. Los bienes mostrados son parte del Centro Cultural de la PUCE, el Ministerio de Cultura y Patrimonio (MCyP, 339 bienes) y el Museo de Pumapungo de Cuenca, además de la Colección Alberto Mena Caamaño y las colecciones nacionales de los Fondos, Archivos y Reservas de Arte de Quito. (I)

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