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La ficción construye un tiempo psíquico, profundo

En el Casa Carrión se realizó una tercera edición del Encuentro Escritor Visitante, con el chileno Alberto Fuguet.
En el Casa Carrión se realizó una tercera edición del Encuentro Escritor Visitante, con el chileno Alberto Fuguet.
Foto: cortesía de Casa Carrión
16 de septiembre de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

¿Cómo trasladan la realidad hacia la ficción? Ante esta pregunta planteada por la narradora quiteña Sandra Araya, quien moderó el pasado jueves el conversatorio Los límites de la ficción en el cine y en la literatura, los autores Adolfo Macías, Alberto Fuguet y Javier Izquierdo reflexionaron sobre los bordes difusos de ambos registros que están en permanente disputa en sus obras literarias y cinematográficas. 

Para Macías, ese traspaso está en la capacidad de tomar a la realidad como punto de partida para la creación de una ficción, de una metarrealidad. “La literatura no habla de lo real, sino que funda una nueva realidad. Tomamos a lo real como material desde el cual se construye un tiempo psíquico”, reflexionó el también psicoterapeuta y autor de Pensión babilonia, para quien la ficción convierte -desde la imagen o el texto- el tiempo ordinario de la vida en un tiempo profundo.

Mareado por la altura de Quito (a 2.850 metros sobre el nivel del mar), el Alberto Fuguet reconoció que si estuviera en Guayaquil respondería con mayor facilidad las preguntas. El autor chileno llegó a la capital como escritor invitado por el Centro Cultural Benjamín Carrión, donde reconoció que el cine que más disfruta -ya sea como espectador o crítico- es el que está inscrito en el realismo. Entre bromas, dijo que para “su sorpresa” -aun cuando “es extremadamente alienado” y ha sido “violado por los estudios de Hollywood”- se dio cuenta que a la hora de hacer su primera película (Se arrienda) le interesaba adentrarse en los lenguajes del realismo.

“Hacía todo el esfuerzo posible  para que el espectador se olvidara que estaba viendo una película y que pensara que todo era real, que lo que ve en la pantalla sí ocurrió. También me interesa que la gente hable del personaje por su nombre y que el actor desaparezca. Si me dicen ‘qué bien se vio Pablo Cerda’  (protagonista de su filme Velódromo que interpreta a Ariel Roth), fracaso. Así como también fracaso cuando me preguntan cosas como ‘cuánto costó la cinta’”, dijo Fuguet.

 Todas las películas del escritor chileno están disponibles online de forma gratuita en el sitio Cinepata.com, que él mismo fundó. Entre el archivo está su documental Locaciones: Buscando a Rusty James, inspirado en Rumble Fish (La ley de la calle), de Francis Ford Coppola, una película de culto que, para Fuguet, no sabe si le cambió la vida, pero sí le obligó a “tomar decisiones luego de verla”.

El cineasta quiteño Javier Izquierdo, quien ganó este año como mejor director del Bafici en la competencia oficial latinoamericana por Un secreto en la caja, reconoció que no le es fácil distinguir entre realidad y la ficción, por lo que su obra pone en cuestión ambas categorías. Así, por ejemplo, en el falso documental por el cual fue premiado recrea la vida de Marcelo Chiriboga, quien fue el ‘escritor ecuatoriano’ que representó al país en el boom latinoamericano.

Luego de hacer su primer documental en 2003 (Augusto San Miguel ha muerto ayer), que trata la vida del primer cineasta ecuatoriano de ficción, Izquierdo entendió que “el documental no era tan objetivo ni estaba tan vinculado con la realidad como se creía. Ahí me di cuenta de que los artificios ficcionales se emplean inevitablemente cuando contamos una historia”.

Izquierdo recordó una serie de anécdotas luego de haber filmado la vida del mítico Marcelo Chiriboga. La gente empezó a pedir los libros a los que se hacían referencia en Un secreto en la caja y los libreros quiteños le llamaban preocupados al cineasta porque no sabían cómo responder a esas solicitudes. “Hagamos el libro”, bromeó Fuguet.

Adolfo Macías sumó al debate su postura frente al fondo y la forma de una obra: “Creo que el argumento es secundario tanto para el cine como para la literatura. La historia que contamos no es tan importante como parece y es, en realidad, un pretexto para inaugurar ese tiempo profundo del que hablaba, que es una experiencia íntima. En ese tiempo la persona pasa de un estado de conciencia ordinaria a una extraordinaria. En ese sentido, la ficción es una forma de abordar ese tiempo: recreamos lo real a través de un argumento que nos sirve de punto de partida para entrar en una especie de mood. Entramos en esa experiencia que luego se despliega y se convierte en obra de arte”.

Al final del conversatorio, Sandra Araya les pidió a los tres panelistas que señalen películas que les alteró la vida. Además de La ley de calle, Fuguet nombró a Cuenta conmigo, de Rob Reiner, adaptada de una novela (El cuerpo) de Stephen King, y protagonizada por Wil Wheaton, River Phoenix, Corey Feldman y Jerry O’Connell. Javier Izquierdo no citó  ningún filme en concreto, pero sí a autores: Luis Ospina y Louis Malle. Mientras que Adolfo Macías expuso una triada: Cara a cara, de Ingmar Bergman; 8½, de Federico Fellini; y El último tango en París, de Bernardo Bertolucci. (I)

 

 

 

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