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Entrevista / José Adiak Montoya / poeta y escritor nicaragüense

"Intento crear mis historias de la manera más calculada"

"Intento crear mis historias  de la manera más calculada"
Foto: Tomada de su facebook
30 de junio de 2017 - 00:00 - Por Víctor Vimos, corresponsal en Lima

Managua, capital de Nicaragua, es la ciudad natal de José Adiak Montoya (1987). De allí provienen sus preocupaciones, sus gustos, la relación con el ritmo centroamericano y una vocación por enlazarse a una tradición narrativa no ubicada en la geografía solamente, sino en la posibilidad del diálogo universal. Ese se plasma en la escritura que, hoy por hoy, lo ha llevado a ser conocido como uno de los jóvenes escritores nicaragüenses con mayor proyección internacional.

El autor de la galardonada novela El Sótano del Ángel (Océano, 2010)  reflexiona sobre su oficio narrativo, así como la panorámica del trabajo creativo literario en los jóvenes centroamericanos.

La narrativa, en tanto discurso, ha sido relacionada más con un trabajo consciente, reposado, en el que la idea y su desarrollo son parte fundante de la estructura. ¿Qué espacio tiene lo inconsciente en la narrativa que trabaja?

Al menos en mi caso si hubiese rastros de inconsciencia en mi narrativa, no los sé identificar. Intento crear mis historias de la manera más calculada y pensada posible, lo que sí ocurre en el camino son variaciones que la trama misma te va exigiendo, personajes secundarios que reclaman protagonismo, locaciones que antes no estaban pensadas irrumpen como escenarios necesarios, etc. Tal vez que estos lugares y situaciones surjan de forma tan espontánea durante el proceso conlleva un poco de inconsciencia inmediata.

Una arista determinante dentro de la historia es, también, el ritmo que ella contenga. Para usted, ¿una historia posee un ritmo o es un ritmo aquel que busca la historia?

Es un juego doble que depende de la historia misma, hay historias que desde que son pensadas la primera vez ameritan un ritmo único, definible, son historias que no pueden ser narradas en otro tono o modalidad, cuando eso pasa es algo que un autor agradece. Luego está el segundo caso, una historia formada en la cabeza pero que es huérfana de tono y ritmo, el autor tiene que madurar esa historia en la cabeza, fermentarla hasta encontrar un ritmo que vaya acorde con ella, una especie de momento de iluminación existe entonces cuando ese tono se descubre y la historia ya puede empezar a fluir en la página.

El cuento, no solo por extensión, sino también por circulación de sentidos, podría proponerse como un elemento más emparentado con la brevedad. ¿Cuál es la relación que traza entre lo que se narra y el tiempo?

Un cuento si bien es una herramienta de aliento breve, no creo personalmente que la historia que desarrolla también tenga que estar encadenada a un lapso de tiempo corto, una acción que dura pocos minutos o pocos días. En un cuento también puede caber el mundo si se saben emplear los recursos literarios adecuados que ameritan el buen funcionamiento de la línea de tiempo, hay también ahí mucha peligrosidad en la cual un relato puede desplomarse por completo.

Un género como la novela, ¿cómo se relaciona con el tiempo en el que vivimos y donde, en lugar del tiempo para la lectura amplia, prolongada, parecería gobernar la vocación a lo inmediato, a lo digerible con facilidad?

Si bien hoy en día vivimos en la inmediatez, en la época del titular y no de la noticia, pienso que la novela no es abandonada por las personas que se acercan a ella. Los lectores saben a lo que se enfrentan y entran gustosos en una lectura larga y concienzuda. Es también la época de las sagas de best sellers de 700 páginas cada tomo, ¿cómo se explica esa aparente contradicción?

Las grandes novelas ahondan en nosotros como seres humanos, y es una necesidad primaria ahondar en nosotros mismos, por eso las seguiremos buscando, ahondar en la condición humana es más complejo que un tuit.

¿Identifica algunas características particulares, preocupaciones constantes, en la reciente narrativa nicaragüense y centroamericana?

Hay una vocación por el desencanto a la realidad actual en contrapunto a juzgar los procesos armados que ocurrieron hace décadas en nuestros países, creo que esos dos elementos signan de cierta forma una parte representativa de la narrativa centroamericana de hoy.

Su vínculo con la poesía, ¿cómo alimenta, o dónde se ubica, en el trabajo narrativo?

Empecé mi trabajo literario escribiendo poesía desde muy joven, la abandoné hace muchos años ya, pero algo de la vena lírica que amerita la poesía todavía se puede rastrear en algunos de mis libros, una carga poética para la descripción de los paisajes interiores de algunos de mis personajes. Utilizo de alguna forma ciertas astillas poéticas dentro de la narrativa.

En el panorama de la tradición literaria nicaragüense, ¿dónde ubicaría su trabajo? En medio de qué intereses temáticos, cercano a qué escritores en tanto oficio, etc.

No sabría ubicar mi trabajo dentro de alguna tradición literaria en Nicaragua, intento salir hasta de mi propia tradición en el sentido de que me gusta cambiar de formas y estilos en cada libro, admiro la diversidad en toda forma artística y me gustan los artistas diversos, en la medida de lo posible intento ser uno de ellos. (O)

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