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A los 95 años, Rubira aún tiene energías para cantar

Carlos Rubira Infante escucha su tema ‘Guayaquil, pórtico de oro’ en la voz de César Augusto Montalvo.
Carlos Rubira Infante escucha su tema ‘Guayaquil, pórtico de oro’ en la voz de César Augusto Montalvo.
Fotos: Karly Torres / El Telégrafo
20 de septiembre de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

“Por favor, dime que tienes un plug”. Eran las 22:30 y Michael Candell se había acercado a un fotógrafo para pedirle el accesorio. Lo necesitaba para cantar con micrófono en la celebración de los 95 años de su abuelo, el músico Carlos Rubira Infante, autor de cerca de 600 canciones inspiradas en los pueblos del Ecuador.

El micrófono era esencial: tratándose del cumpleaños de un cantautor, la música es un componente infaltable en cada una de las fiestas que se realizan en su honor. La noche del viernes 16 de septiembre, amigos y familiares de Rubira Infante se reunieron en casa de uno de sus nietos, Enrique Candell Rubira —gemelo de Michael—, para conmemorar la edad que alcanzaba el cantor de la geografía ecuatoriana.

Otros de sus familiares presentes fueron sus hijos Gilda, anfitriona de la velada; Pedro, docente de la Facso, y su nieto Jimmy Candell, autor de libros de autoayuda y quien está por publicar su cuarto título en formato e-pub.  

También estuvieron la historiadora Jenny Estrada, directora del Museo de la Música Popular Julio Jaramillo; el matemático Juan José Illingworth, con una camisa a cuadros que dista de la imagen formal que proyectaba cuando se lanzó a la Presidencia de la República (aquí venía a celebrar); el arquitecto y cantante César Augusto Montalvo, excandidato a la presidencia de la Casa de la Cultura del Guayas.

Como en las fiestas de antaño, cada instrumento fue llegando a su tiempo. Juan José Illingworth llevó una guitarra, y entonces se inauguró la música. Sentado al lado izquierdo del cumpleañero, Montalvo tocó varias canciones —empezando con ‘Guayaquil, pórtico de oro’ y siguiendo con ‘Chica linda’— que fueron acompañadas por los asistentes. A Rubira Infante, que anda siempre en silla de ruedas, todavía le quedan fuerzas para cantar levantando la voz y moviendo las manos con vehemencia, como un director que guía a su orquesta.

Luego del canto, Montalvo dedicó unas palabras en homenaje a Rubira: “Tenemos historia porque los artistas dejaron una huella de amor, de solidaridad, la que Rubira ha sabido poner de tal forma que su nombre es un emblema; tenemos que seguir sus pasos”, dijo antes de recordar que se trata de un autor que “estará siempre en el corazón del pueblo”, pues ha compuesto canciones para todas las provincias.

Todos tuvieron su turno para interpretar las canciones del maestro. Después de su discurso, Montalvo le pasó la guitarra a otro músico, Cecilio Guale, que acompañó a las hermanas Irlanda y Gloria Álvarez, del dúo Hermanas Álvarez, quienes cantaron ‘Guayaquileño, madera de guerrero’ y ‘Morena mía’.

Más tarde, llegó el ansiado plug para el micrófono, y lo tomaron tres de los nietos del cumpleañero: Michael y Enrique Candell, y Carlos Rubira. Los tres cantaron algunos de los temas de su abuelo, y empezaron con el que había inspirado Blanca Gómez, su abuela.

La canción, llamada ‘Esposa’, empieza así: “Quiero que seas feliz mientras yo viva”. Rubira la compuso cuando el comediante quiteño Ernesto Albán visitó su casa y le dijo: “Ahora sí, ‘harasle’ una canción a tu esposa”.

La obra de Rubira es tan extensa, que no es sencillo saberse la letra de todas sus canciones. Hubo algunas en las que sus nietos se acompañaban con un teléfono celular para poder leerlas. Entonces, Rubira cogió el micrófono, emocionado, no para cantar, sino para hablarles a sus invitados. Y comenzó: “Estoy convencido de que sí tengo amigos”.

Además de nombrar a varios de los asistentes y de dar cuenta del orgullo que siente por sus hijos y sus nietos, habló de los temas que menciona con recurrencia en las entrevistas: recomienda los estudios para un mejor porvenir, se alegra porque considera que “hay una juventud maravillosa” y —por supuesto— llama a todos a tener amor por su tierra, a la que le ha escrito tanto: “La patria es la madre de uno”.

“Gracias de todo corazón... Gracias y viva el Ecuador”, dice Rubira, y los invitados responden con un grito: “¡Viva, Carlos Aurelio!”. Y entonces el maestro vuelve a levantar el micrófono. Un discurso suyo no puede terminar de otra forma que invocando la música: “Yo quiero ver cantar otra vez a los hermanos Candell. Después voy a cantar con el ingeniero Illingworth”.

Mientras los otros entonan sus temas, él tiene cuidado de recordarles siempre con qué palabra empieza la siguiente estrofa. A sus 95 años, Rubira sigue componiendo, como si para la música nunca se le fueran a terminar las energías. (I)

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