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Pablo, el vendedor que incentiva a escuchar pasillos

Pablo Mosquera recorre más de 50 cuadras en busca de clientes. Lo hace acompañado de un megáfono y un parlante que transmite música nacional.
Pablo Mosquera recorre más de 50 cuadras en busca de clientes. Lo hace acompañado de un megáfono y un parlante que transmite música nacional.
Foto: cortesía de Mónica Loor
11 de febrero de 2017 - 00:00 - Mónica Loor Saltos, estudiante de Facso

“Agua de coco para calmar la sed, agua de coco yo tengo que beber” es una de las canciones que caracteriza a Pablo Guillermo Mosquera Alvarado, singular vendedor que se ha convertido en un personaje de Guayaquil.

Este hombre, oriundo de Daule- Piñal de Arriba, se ha dedicado a múltiples oficios como agricultor, mecánico, chofer, pintor, pero  desde los 38 años se dedica a calmar la sed de los guayaquileños con jugo de coco y de una manera singular.

La música que Pablo Mosquera prefiere que le acompañe durante su recorrido por la ciudadela Quisquís, Mapasingue este y oeste, es el  pasillo ecuatoriano que armoniza con su sombrero  de paja toquilla, pantalón de tela y camiseta.

“La música y mi forma de vestir  van de la mano para que las personas me identifiquen  y me diferencien de otros vendedores informales que ofrecen el mismo producto”.

El trabajo que realiza este vendedor demanda de mucho esfuerzo, pues asegura que demora entre 4 y 5 horas preparando su producto.

Su labor inicia a las 06:00. Parte coco, los ralla, hierve el agua y la leche para preparar el jugo. Luego   separa la pulpa del coco en sus respectivas funditas para también ofrecerlas al público. Ya con todo listo en su carretilla, sale a trabajar hasta las 20:00, pero siempre acompañado de su altavoz y su música preferida.

Carlos Pérez, morador del sector de Mapasingue oeste, destaca el trabajo de Mosquera: “Me parece que lo que realiza este vendedor es bueno porque no solo calma la sed con el jugo de esta fruta tropical sino que también crea un ambiente del  Guayaquil de antes, con su música y su sombrero”.  

María Saltos cuenta que su hijo de 6 años es cliente de Pablo Mosquera. Cada vez que escucha por los altavoces la canción ‘Agüita de coco’, o algún pasillo, sale corriendo emocionado para comprar.

Mosquera destaca que le ha podido vender a personajes como Lucho Gálvez  o Paola Farías.

De los múltiples oficios que ha realizado con el que se siente más satisfecho es con la venta del jugo de coco. “Yo me quedo de largo vendiendo coco porque hago lo que me gusta. Además me ejercito cuando pedaleo mi triciclo”, dice.

Una de las características de este hombre es su tenacidad por ganarse la vida de forma honrada.

Cuenta que hace Patria no solo vendiendo sino también exponiendo la música nacional: “Muchas madres aseguran que sus hijos ahora cantan pasillos”. (I)  

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