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Estos elementos arquitectónicos han inspirado a poetas y escritores

Los geranios dan vida y color a los balcones

La casa de Teresa Borja, de 86 años, está ubicada en la calle Bolívar. Su vivienda data de mediados del siglo XIX.
La casa de Teresa Borja, de 86 años, está ubicada en la calle Bolívar. Su vivienda data de mediados del siglo XIX.
Foto: Fernando Machado / El Telégrafo
24 de septiembre de 2016 - 00:00 - Diana Vera López

Años atrás fueron lugares predilectos de las casas, hoy son espacios que muchos han olvidado e incluso abandonado. Los balcones de hierro forjado y madera tallada de las viviendas antiguas del Centro Histórico de la capital azuaya cumplieron, durante varios años, una significativa función social.

Flor María Salazar, de 84 años, recuerda que todos los días, a eso de las 5:00 o 6:00 de la tarde, estos pequeños espacios se llenaban de muchachas que esperaban el paso de los jóvenes, quienes debían “tirar pescuezo” para conversar o simplemente mirarlas. “Por ejemplo, si un muchacho se enamoraba de una chica conversaba desde la calle al balcón, porque ella no podía bajar. A los chicos no les quedaba otra que estirar el cuello para mirar”.

Este, para Salazar, es quizás el uso más tradicional que se le dio a estos espacios, aunque asegura que a diferencia de la actualidad siempre fueron lugares floridos. “En la época del Gobierno Militar se obligaba a todas las familias a embanderar los balcones en las fiestas patrias, de no hacerlo había multas; en carnaval los chicos —con mucho respeto— lanzaban globitos con agua a las niñas, ellas los regresaban íntegros y así subía y bajaba la bombita hasta que se reventaba sobre uno de los dos; en época de Corpus Christi, se los adornaba con imágenes religiosas; desde ahí se lanzaba flores cuando pasaba el Santísimo y también eran lugares de descanso y de conversa”.

Estas prácticas quedan solo en la memoria de Salazar y de otras personas que todavía cuidan los balcones, aunque la mayoría de estos lucen descuidados, empolvados y deteriorados. Rodrigo Vélez, de 78 años, cree que esto se debe a que el centro se convirtió en un área comercial.  

Él tiene su vivienda de más de 120 años en la calle General Torres, cerca de la plaza San Francisco, y aunque desde 1965 el espacio es un negocio de telas, una de las partes que Vélez cuida y conserva es el balcón. Geranios rojos y rosados cuelgan de este espacio al que hace unos 60 años Vélez salía para conversar con sus vecinos. “Ya no salgo porque paso en el negocio”.

Otros balcones floridos que aún se pueden apreciar son los de la casa de Teresa Borja, de 86 años, ubicada en la calle Bolívar y Presidente Borrero. La vivienda fue construida a mediados del siglo XIX y tiene 3 pequeños balcones llenos de geranios blancos y rosados.

Aunque estos espacios lucen llenos de vida, la familia los ocupa únicamente cuando hay desfiles. “El resto del año la funcionalidad es mantener las plantas”, dijo Juan Pablo Martínez, nieto de Teresa.

Juan Pablo cree que la última vez que estos espacios recibieron a personas fue hace 3 meses, cuando se realizó el desfile de las estudiantes del colegio Rosa de Jesús Cordero, en el que participaron su madre y sus amigas.

Geranios también adornan los balcones de la antigua casa de Manuel Vega Dávila, que fue construida en 1859 y que hoy es un hotel. Rara vez los ocupantes salen a estos sitios.

Pese a que quedó como una casa de herederos, el inmueble de la familia Salgado Rodríguez, en la calle Sucre, también luce florido.

Rosa Salgado comentó que aunque ya nadie viva en la casa, todos los herederos le pagan a una señora para que la mantenga limpia. Dijo asimismo que uno de los espacios que piden que tenga especial cuidado es el balcón, pues asegura que es una de las partes que mantiene alegre a la vivienda.  

Tanto Salazar como Vélez, Martínez y Salgado concuerdan con que desde antaño los geranios siempre han sido las plantas predilectas de los balcones, por ser una especie que florece todo el año y no requiere de mayores cuidados. “Además, antes también se la utilizaba con fines medicinales”, señaló Salazar.

Todos recuerdan que en 2010 el Municipio realizó el concurso de Balcones Floridos con el fin de impulsar el cuidado y mantenimiento del patrimonio. (I)

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