Ecuador, 16 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Especial

Warints por dentro





El motor de la avioneta rompía el silencio de la pista. La aeronave estaba cargada y lista para el abordaje. Los rostros de los tres pasajeros eran de nerviosismo y ansiedad. Una pequeña avioneta blanca, con espacio para cinco personas, los esperaba para iniciar un viaje, de 35 minutos, desde Macas hacia la Cordillera del Cóndor. La comunidad Shuar de Warints, en el corazón de la selva amazónica, era su destino.

El traslado aéreo resultó más tranquilo de lo que pensaban. El viento golpeaba ligeramente la avioneta, haciéndola balancearse suavemente de un lado al otro. Bajo ella asomaba un extenso manto verde, partido a la mitad por lo que parecía una gigantesca serpiente café. Era el río Upano, casi seco por la erupción del volcán Sangay.

Desde el cielo los árboles se veían como brócolis en una ensaladera. También traían recuerdos del musgo espeso de un pesebre en época navideña. Las esporádicas turbulencias hacían a los pasajeros apretar sus puños y morder sus labios. La reacción instantánea fue agarrarse fuertemente de los asientos.

En el horizonte, entre dos cerros pequeños, apareció un terreno despejado con una pequeña explanada al filo de una quebrada. Estaban por llegar.

El aterrizaje fue fuerte. Sintieron un golpe seco provocado por el choque de las llantas contra el suelo empedrado. La pista no era del acostumbrado asfalto de un aeropuerto, sino una mezcla de tierra, piedras y césped, construida por los propios moradores para mejorar la ruta de acceso a la comunidad.

La avioneta recorrió el camino hasta estacionarse en el medio de la cancha de fútbol. A los lados de la pista se asentaron casas de madera de dos pisos, la mayoría sin pintar. La compuerta se abrió y la humedad entró al interior de la nave. Hacía calor, mucho calor.

1_1_c

El pueblo entero se acercó apresurado a bajar la carga del avión. La aeronave traía maletas, alimentos y hasta una jaba de cervezas. Personas de diferentes edades la rodeaban para recibir a los recién llegados. Entre sus murmullos se alcanzaba a escuchar el sonido no muy lejano del río.

Un hombre de baja estatura, vestido con un saco de leva en el cálido clima del mediodía, extendió su mano. “Mi nombre es Geovanni Antún y soy el comunicador de Warints. Bienvenidos”, manifestó. Apuntó hacia una vivienda de color morado y techo triangular. Era la oficina de la compañía Solaris Resources, encargada de la exploración de cobre en su territorio y con la que acordaron una alianza estratégica para ese fin. Por ser el único inmueble con Internet funciona también como centro de reunión para jóvenes y adultos que necesiten navegar por la red.

La casa está dividida en dos habitaciones. En la primera hay una mesa al costado izquierdo y dos bancas de madera a cada lado, y un escritorio con dos computadoras sobre la zona derecha. En la parte continua hay una hamaca, un escritorio pequeño con su respectiva computadora y una mesa amplia. Una ventana grande, cubierta con un mosquitero, y una puerta secundaria hacia el exterior permiten la entrada de aire para menguar el calor.

Alejandro, el encargado de seguridad, receptaba en ese momento hojas de vida de interesados en trabajar con él. Tenía más de una treintena de carpetas sobre la mesa. Su rol, según explica, es controlar el ingreso de visitantes, vigilar su buen comportamiento y evitar el estipendio de drogas en un lugar, que a primera impresión, parece bastante tranquilo y acogedor.

warins-01

El día estaba soleado. Bastó caminar unos metros hacia la casa comunitaria, que era una estructura amplia, de tablas de madera y techo de zinc, a más de metro y medio sobre el suelo, para que un baldazo de agua cayera desde el cielo. La lluvia y el viento cambiaron radicalmente el clima. Las personas que estaban en el exterior corrieron a guarecerse en sus hogares por la inclemencia del temporal. Las precipitaciones eran pesadas, heladas y muy sonoras. Con eso quedó claro que en la selva pronosticar el clima es una tarea fallida.

En la casa comunitaria se realizan asambleas de socios para tratar diversos temas de índole colectivo. Socio se llama a la persona que nació en la comunidad o contrajo nupcias con un miembro de Warints. Estas reuniones pueden ser acaloradas según la situación que se debate. Las resoluciones no las imponen los líderes, sino es el resultado de un acuerdo entre todos. Un micrófono conectado a un parlante ayuda a los interlocutores a hablar cuando hay muchos asistentes o cuando la lluvia es tan fuerte que bloquea cualquier otro sonido, como era en ese caso.

Warints, que en shuar significa río rápido, es una población de 500 personas. Sus habitantes son propietarios de más de 10.000 hectáreas, aunque la mayoría vive a lo largo de los 300 metros de la pista.

Sus casas, elevadas para protegerse de animales e inundaciones, fueron construidas con madera de la región y varían de diseño. Algunas son al estilo tradicional, cuadradas y cerradas. Otras, cuentan con un espacio al descubierto en la planta inferior, donde generalmente almuerzan o reciben visitas. Allí también tienen la cocina y un cuarto o bodega para almacenamiento. En el piso superior están las habitaciones.

Las ventanas dependen de cada hogar. Son orificios cuadrangulares, como recortados en la pared, y sin vidrios. También hay balcones amplios y abiertos que desnudan parte del interior de la casa. En los barandales cuelgan la ropa para secarla con la temperatura del ambiente. Los techos de absolutamente todas las viviendas son de plancha de zinc, según comentan, gracias a una donación de la empresa minera.

A cada lado de la pista hay canales para que corra el agua y no se acumule. El terreno no es firme, por lo que al llover se vuelve pantanoso. Pequeños puentes, resbaladizos para zapatos de suela lisa, guían los senderos hacia los otros recintos. La hierba y los matorrales crecen de manera natural, convirtiéndose en el hogar de diminutos insectos que forman sus colonias en la tierra.

El cerramiento para dividir propiedades es poco común. No existe inseguridad, las cosas no se pierden. No hay ladrones. Para separar un terreno de otro se plantan árboles pequeños o matas que cumplen la función de linderos.

La estructura más extensa y grande de todo Warints es su unidad educativa. Se llama Cordillera del Cóndor, en honor a la cadena montañosa de la región (curiosamente no hay constancia de que existan ejemplares de esa especie avícola), y tiene capacidad para 300 estudiantes. En un lugar tan alejado se creería que es unidocente, pero al contrario, en ella trabajan 16 profesores y cada uno con su respectiva aula para recibir alumnos de todos los años de educación básica y bachillerato. Sus estudiantes asisten en las mañanas con libros bajo el brazo, o cargando mochilas de distintos tamaños.

La gente es amable. Visten camisetas ligeras, buzos y jeans. Si bien las botas son el tipo de calzado más popular por los lodazales y riachuelos de los alrededores, también es normal el uso de zapatos bajos. Pies descalzos se encuentra, generalmente, en niños.

Sin embargo, hasta en ese sitio de tan difícil acceso en la geografía ecuatoriana se observan camisetas de clubes europeos como el PSG o la Juventus. También hay hinchas de Barcelona S.C, que no ocultan su afición por el equipo guayaquileño.

1_2c

En las tardes los adolescentes se reúnen afuera de la oficina de la minera para conectarse a Internet, entrar al Facebook o a Youtube. Otros arman sus grupos para jugar indor fútbol, ecuavoley y cantar rap.

Los adultos se agrupan en los exteriores de las casas para charlar, sentados sobre piedras o en bancos de madera. Los hombres salen de cacería hacia la montaña, mientras otros se trasladan en caballo hacia las fincas para cosechar frutas y vegetales. Yuca, maracuyá, sandía o naranjas son de las más apetitosas.

Cuando el cielo despejado se autoriza el retorno de vuelos para transportar más pasajeros y bienes. Como no hay señal radiofónica, la torre de control del aeropuerto de Macas alcanza a comunicarse con la aeronave hasta cinco minutos antes del aterrizaje. Por eso, la destreza del piloto debe ser su mejor cualidad dado que si en el transcurso del vuelo el cielo se nubla, la visión será nula.

Una sirena, ubicada al costado de la quebrada, alerta cuando la avioneta está por llegar. Entre las montañas se observa un punto blanco que parece un ave hasta que se escucha el rugido de la hélice. “Cuidado”, le dicen los adultos a los niños para despejar la pista. En uno de esos vuelos arribó una sorpresa, roja y brillante, para los pequeños. Eran las primeras bicicletas. Su nuevo dueño la llevaba, sin montar, con una sonrisa que no le cabía en su rostro.

1_3c

Warints tiene cinco tiendas, un centro de salud, un karaoke y una cantina. La cerveza es de las bebidas preferidas entre sus habitantes. Un lunes por la noche beben entre amigos y familiares, eso sí, con el riesgo de que alguno se “pique” y quiera más. Cuentan que en las fiestas todo el pueblo baila y canta sobre la cancha de fútbol. El alcohol no es sinónimo de peleas, porque al menor encontrón, los involucrados son expulsados hacia sus hogares.

Los amaneceres son un regalo de la ‘Pacha Mama’. El paisaje se convierte en un paraíso celeste por el alba y la bruma de luz que empieza a surgir desde el oriente. Una nueva sinfonía natural se escucha en ese momento. La cordillera retoma sus colores y los primeros madrugadores parten a trabajar.

De Warints quedan muchas cosas por contar, como el por qué hay tantos niños, su noche estrellada o el motivo esencial que está colocando a esta comunidad en el panorama internacional: el histórico y hasta el momento exitoso acuerdo de exploración entre la comunidad y la compañía minera. Pero la avioneta ha llegado y es momento de abordarla para partir. El clima no acepta demoras.

Decenas de manos, ondeando de un lado al otro, despiden a sus tres visitantes. Como última imagen en la memoria queda la vista área de las casas de madera que empiezan a empequeñecerse, mientras el abundante e intenso verde de la selva las oculta hasta una próxima visita. (I)

1_4c