Ecuador, 18 de Abril de 2024
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El Telégrafo

Especial

El mentalizador del modelo Warintza





A más de 7.000 kilómetros de distancia de Warints se encuentra la ciudad canadiense de Vancouver. En esa urbe reside el planificador y gestor de la alianza estratégica del modelo Warintza, Federico Velásquez. La pequeña comunidad en el corazón de la Cordillera del Cóndor ha sido su más reciente desafío.

Velásquez, de nacionalidad peruana/canadiense, es el Vicepresidente de Operaciones de la compañía minera Solaris Resources. Su cargo ejecutivo no le impide viajar periódicamente al Ecuador y visitar personalmente a la comunidad Shuar. El contacto directo con la población y sus dirigentes le ayudaron a obtener su confianza.

Velásquez cambia las comodidades de un directivo de alto rango para dormir dentro de un sleeping sobre el suelo de madera de una pequeña casa, ducharse con agua helada en el baño comunitario y jugar al fútbol con los niños en la cancha que también sirve de pista de aterrizaje para las avionetas.

¿Qué tan complicadas fueron las negociaciones iniciales con la comunidad para conseguir una alianza estratégica?

La situación era crítica. Yo recién había entrado a la compañía y se me solicitó que ayudara en el conflicto entre Solaris y Warints. Durante tres meses me dediqué al trabajo de campo: ir a la comunidad y analizar lo que ocurría porque por más que hablara con abogados y exrepresentantes de la empresa, nadie me explicaba el motivo de las diferencias entre ellos.

¿Y cuál fue el camino para solucionar ese conflicto?

Decidí que la única forma era quedarme allí, con ellos, y tratar de entender lo que estaba sucediendo. También tuvimos la asistencia de un mediador, Luis Oré, que nos ayudó a crear una conversación de intereses entre la comunidad y la compañía. En 90 días comenzamos a armar un rompecabezas para comprender lo que pasaba y aprender de la sabiduría Shuar. Así me di cuenta que el problema era la falta de confianza entre los dos entes. Alguien tenía que dar el primer paso.

¿Qué dificultades tuvieron?

Nosotros en el pasado habíamos sido los que fracasamos en dar fe a esa confianza, por lo que no fue fácil. La parte más difícil era convencer a tu equipo de las medidas a tomar para el proceso de reconciliación y a nuestros inversionistas en Vancouver del nuevo modelo para democratizar la minería en América Latina.

Aún se concibe esa manera arcaica de hacer relaciones comunitarias, en las que contratamos a alguien que hable bonito y sea el interlocutor. Eso quería evitar. La mejor forma para no tener problemas sociales en el futuro era comenzando bien.

¿La idea de formar una alianza estratégica fue una iniciativa propia de ustedes o la tomaron de otras experiencias?

En América Latina, de lo que tengo entendido, no hay otra compañía que haya tomado las mismas decisiones, en el sentido de que una comunidad indígena sea parte del directorio y que se reconozcan sus territorios ancestrales. En otros lugares del mundo sí existen alianzas con las comunidades y fue de ahí que extraje ciertas pautas. Aproveché que he trabajado en compañías mineras relacionadas con comunidades indígenas en Canadá para tomar sus fundamentos.

¿Influye que miembros de la minera sean socios de Warints, así como su presencia física en las conversaciones, para ganarse la confianza de los líderes locales?

Así es. Tenía que haber un nivel de acercamiento completo. Mi función como vicepresidente de operaciones es conocer lo que está pasando en cualquiera de nuestros proyectos, sea en Ecuador, Perú, Chile o México. Ese acercamiento con la comunidad es imperativo. En mi Whatsapp recibo llamadas de los miembros de la comunidad a cualquier hora.

Estamos presenciando una evolución no solo de la comunidad sino de la compañía. En el mundo ejecutivo queremos tomar decisiones para ya y en Warints el concepto del tiempo es distinto. Son procesos no empresariales y por ende como empresa tenemos que adecuarnos a ello.

¿La comunidad está al tanto del proceso de exploración minero en su territorio?

Estamos haciendo un estudio para el potencial minero de la zona. Normalmente la forma en la que los proyectos se manejan es que la compañía tiene relacionamiento con la comunidad para que les permita trabajar en una zona de influencia. Nuestro concepto es diferente: aceptamos que estamos trabajando en los territorios ancestrales de la comunidad y por eso consideramos que la comunidad tiene el derecho a conocer el potencial minero de sus tierras para cuantificar económicamente. Compartimos constantemente información con la comunidad.

¿Qué arrojan los primeros resultados?

Creemos que el potencial es alto. Mensualmente invitamos a miembros de la comunidad (no solo de la directiva) a Quito para que vean los testigos (piedras de las que se estudia el potencial minero). El pensamiento de la gente era que ya estamos extrayendo y vendiendo el cobre. Con las visitas entendieron lo que hacemos.

Aspiramos a lograr un proyecto estratégico para el Ecuador. Hay que reconocer que el Estado también debe tener una participación en este proceso, por lo que hemos invitado a diferentes ministerios a mesas redondas para abordar el trabajo en la zona.

¿Qué pasa si no se encuentra el material suficiente para explotar, termina el proyecto?

Efectivamente. Ese fue uno de los fundamentos dentro de la carta de entendimiento y acuerdo. Este es un proyecto para identificar el potencial minero. Puede ser que sí haya el recurso, pero sea tan complicado de acceder que económicamente no sea viable. También lo contrario y que el material sea apto para iniciar un proyecto minero. Si es así, la comunidad empezará a evaluar en ese momento. Nosotros entregamos reportes de lo que se encuentra y los socializamos para que todos entiendan.

¿Qué gana la comunidad con ustedes?

Normalmente una compañía tiene relacionamiento con una comunidad para que ésta le permita trabajar en la zona de influencia. Nuestro concepto es diferente. Aceptamos que trabajamos en una zona de influencia, en los territorios ancestrales de una comunidad y reconocemos el derecho que tienen de conocer el potencial minero y así está sucediendo en Warintza; las comunidades tienen acceso a la información y mientras mayor información posean, tendrán mayor empoderamiento y capacidad técnica para tomar decisiones sobre qué quieren hacer con los recursos mineros existentes en sus territorios.

Hoy en día la información que tenemos es que el potencial es alto, los primeros indicios son muy positivos, esto significa que quizá logremos que este proyecto sea considerado como un proyecto estratégico para el Ecuador, con todos los beneficios que esto significa para las comunidades y el Estado ecuatoriano

¿Cómo evitar que la empresa se convierta en un ente que solo regala objetos o cumple requerimientos económicos para contentar a la comunidad y que se le permita explorar?

Los pedidos estaban comenzando. “Queremos una nueva casa comunal, una vía, etc”. Les explicamos que no todo iba a ser gratis y que se necesita un valor por las cosas que vamos a dar. Creamos el concepto del 50/50. Por ejemplo, les dijimos que si querían una barrera de límite en el Colegio Cordillera del Cóndor para que los niños no se salgan, nosotros financiamos la estructura pero la comunidad debía participar con una minga en la que todos los padres ayuden a colocarla. Si nosotros damos algo, ellos también.

También quiero darle crédito a los dirigentes de la comunidad porque ellos aclararon que no buscaban beneficios ni dádivas, de nadie, sin un trabajo apropiado.

Si bien la directiva de la comunidad está a favor de la minera, organizaciones como Conaie, Confeniae o PSHA no están de acuerdo. ¿Eso afectará la alianza estratégica?

No lo veo como una dificultad, sino más bien como una gran oportunidad. Hay una filosofía de lo que hemos hecho y fallado como sector minero. Normalmente queremos iniciar estos procesos de conversación desde la cima de la pirámide para abajo. Nosotros hicimos lo contrario, buscamos la certeza y el apoyo en las bases. Procedimos con legitimidad, tratando de que la comunidad entienda muy bien las condiciones y de acuerdo a eso conseguimos el consentimiento de sus líderes. Así se sentían afianzados en sus decisiones porque contaban con el respaldo de la población.

El reto que tenemos con los líderes indígenas de mayor jerarquía es que muchos de ellos, individualmente hablando, están de acuerdo con el proceso que hemos tomado y se dieron cuenta que abrimos la puerta a una economía indígena, un nivel de desarrollo económico que no necesita buscar financiamiento del Estado. Varios han despertado, pero el problema es la dirección y postura radical en la que estas organizaciones se han ubicado. Les ha sido difícil cambiar su postura o ser lo suficientemente valientes para decir “nos hemos equivocado y esta es una oportunidad”.

La comunidad está abierta a la construcción de una vía. Sin embargo, la biodiversidad de la zona se vería afectada. ¿Justifica hacerlo a cambio del desarrollo de la comunidad?

Esa no puede ser una decisión de la compañía. Es de los GADs (Gobiernos autónomos descentralizados) y de la comunidad. Creo que será beneficioso por la seguridad industrial para evitar tantos vuelos en avioneta. Por otro lado, también creo en el movimiento medioambientalista. Espero que la nueva generación de exploradores y mineros tenga una conciencia ambiental más grande.

Sobre la vía, estamos dispuestos a apoyar, pero con el concepto del 50/50. Nosotros nos vamos a beneficiar sí, pero también la comunidad y el Estado porque tendrá la oportunidad de brindar su servicio a poblaciones que lo necesitan. (I)