Ecuador, 19 de Abril de 2024
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El Telégrafo

Especial

La mujer shuar desde los ojos de una madre





De pie junto a los tres escalones de ingreso a su casa, Soledad Wachapa le da una instrucción a su hija mayor. De estatura baja, tez morena y risueña, ‘Doña Sole’ es una de las mujeres más importantes dentro de la comunidad Warints porque ocupa el cargo de vocal dentro de la directiva. En su vivienda se dedica a la confección de pulseras y otro tipo de artesanías. Además, Soledad se casó con un mestizo de la Sierra y tuvo cuatro hijos, uno de ellos aún en brazos. Su esposo se encuentra fuera de la comunidad por cuestiones laborales.

Está nerviosa, como es normal, antes de empezar la entrevista. Al menor de sus pequeños se lo entrega a la niña más grande, a quien le encarga también el cuidado del resto de sus hermanos. El día está nublado y el piso enlodado por el aguacero de hace algunas horas. ‘Doña Sole’ se ubica frente al huerto familiar, aprovechando que el lorito que tiene como mascota está en silencio. Este es su testimonio sobre la vida de las mujeres en la cultura Shuar y la reivindicación de sus derechos ante el machismo.

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Históricamente, la mujer Shuar siempre ha hecho el trabajo de la casa. Somos las responsables de los hijos, de cuidarlos y lavar su ropa. También preparamos la comida en el hogar. Tenemos huertos caseros en los que trabajamos y cosechamos los alimentos, como la yuca para preparar la chicha y que el hombre se la tome. Antes lo que el marido dijera se cumplía sin cuestionar. “Haz” y se hacía.

Mi madre nos crió. Ella se levantaba a las 3 de la mañana para cocinar y atender a mi papá. Él se iba a cazar en el monte entonces no ayudaba dentro de la casa.

Los hombres son muy celosos. En su ausencia, la mujer tiene prohibida la visita de personas extrañas. Por ejemplo, si estás sola nadie puede entrar y cuando el marido regresa va a revisar si hay pisadas en el lodo. (¿Su esposo sabrá que estuvimos aquí?) No se preocupe, voy a limpiar el piso (risas).

Nosotras no somos tan celosas. Como no hay muchos hombres se permite o se entiende que tengan más mujeres. Hace algunos años era común que tuvieran hasta cuatro esposas. Hoy en día algunos tienen dos familias máximo. Es algo que aceptamos. Así los queremos.



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Estudiar solo era para hombres. Con el tiempo los padres dejaron que nos educáramos. Mi padre nunca me lo impidió, aunque también debía ayudar en la casa mientras hacía mi bachillerato. Luego ingresé a la universidad, pero por falta de dinero no acabé. Hoy en día, la mayoría de mujeres están graduadas del colegio.

Con la llegada de la minera (Lowell Mineral - Subsidiaria de Solaris Resources Inc) a Warints las cosas han ido cambiando. Ahora hay trabajo y hemos aprendido la necesidad de educar a nuestros hijos. Las mujeres también sabemos que tenemos derecho a hablar y a defendernos. Ya participamos en las asambleas de la comunidad. Ahora sí tenemos voz para decir esto hagamos y esto no.

Nos hemos ido preparando para ser líderes, como yo que estoy de vocal en la dirigencia de la comunidad. Es una bonita experiencia porque es mi primera vez trabajando para Warints. Claro que lo hago porque mi esposo es mestizo y no me lo impide. Si él fuera nativo de la comunidad no creo que me lo permitiera. No hay tanta libertad para que las mujeres Shuar trabajen, no existe esa confianza.

Quiero ver a mis hijos preparados profesionalmente. Los crío de una manera en la que les enseñamos, junto a su padre, cómo es la vida actualmente. Ellos perciben lo que uno es como persona, lo que ven de sus padres. Con ese ejemplo están creciendo y sé que al ser mayores tendrán un trato diferente a la mujer con la que decidan formar un hogar. (I)