Voltea el rostro hacia la ventana; se arrima a ella como protegiéndose. Con rabia y temor se increpa: “¿Morirme?, ¡sí no he hecho nada aún! ¡Es mi compromiso con todos!, ¿no?”.
Volví a mi imagen favorita, sentí el sudor a almíbar de Vivien, acariciaba su cabello rizado y azabache, la sujetaba a mi dominio, era una mujer harto difícil...
Ernesto estudió medicina en Colombia, pero había que retornar, no tendría recibimientos, ni nada, solo el cuartucho friolento en el centro de Quito le esperaba.