Los programas de reducción de riesgos y desastres a menudo se centran en los niños y mujeres. Es frecuente encontrar damnificados que viven solos y aislados de sus familias, por lo tanto suelen tener miedo de pedir ayuda. Después de un terremoto, quienes tienen más de 60 años ingresan fácilmente en etapas de depresión y desesperación.

Las personas de sexo femenino en todo el mundo destinan hasta 10 años de su vida más que los hombres en labores de asistencia no remuneradas. En Ecuador, de igual manera, asumen esta responsabilidad más que los varones. Además la tarea de las abuelas a cargo de sus nietos sigue en segundo plano, a pesar de que ellas son un soporte para las familias.

Los mayores brindan su amor y aportan económicamente. Un estudio revela que el 5% de abuelos en Ecuador se encargó de los nietos en 2010.

El lenguaje y la forma de describir a las personas adultas mayores sigue siendo el mismo del siglo pasado, mientras la realidad demuestra que este grupo de población se encuentra, de manera constante, redefiniendo sus roles, identidades y estilos de vida. Persiste la idea de que el envejecimiento es la peor etapa de vida para el ser humano en lugar de mirarla como una posibilidad.

La religiosidad y la indulgencia se encuentran relacionados en el proceso de envejecimiento. La creencia en un poder superior también aumenta con los años.

Los adultos mayores que pierden su autonomía se sienten devaluados y estigmatizados por depender de otros. La jubilación es otro tema crítico.

En el mundo existen 340.000 personas mayores de 100 años. Los avances de la medicina, tecnología y estilos de vida más saludables influyen en que la esperanza de vida se incremente cada vez más.