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Todo el año es Navidad en Tlalpujahua

A diario los artesanos revisan nuevos modelos de adornos para fabricarlos. Este año esperan un incremento en los ingresos de casi 40%.
A diario los artesanos revisan nuevos modelos de adornos para fabricarlos. Este año esperan un incremento en los ingresos de casi 40%.
Foto: AFP
24 de diciembre de 2016 - 00:00 - AFP

Al calor de las llamas anaranjadas y azules que exhala el mechero, don Adán sopla su aliento dentro del vidrio fundido para crear una delicada esfera. Este arte, que ahuyenta al narcotráfico de un pueblo mexicano, adorna miles de árboles navideños en EE.UU. y Canadá.

Esferas perfectas o alargadas en forma de gota, torcidas en espiral y hasta aplanadas con una máquina para hacer tortillas hacen rodar la economía de Tlalpujahua, un pintoresco poblado entre bosques de Michoacán (oeste), en cuyas coloniales calles pululan comercios.

Como don Adán Marín, muchos de los 28.000 habitantes del pueblo se dedican desde hace más de medio siglo a la fabricación de esferas de vidrio soplado, y sorprenden con improbables figuras como flores de Nochebuena, muñecos de nieve, ángeles y hasta pokebolas (pelotas para transportar Pokémon).

Esta simpática actividad contrasta con el clima de violencia que ha marcado durante años a Michoacán, tierra fértil para la producción de drogas y escenario de cruentas disputas entre cárteles.

“Tlalpujahua es un pueblo mágico, seguro”, expresa Rafael Berrios, vocero del gobierno local, al explicar que el crimen organizado se ha mantenido al margen gracias a “un operativo de seguridad muy hermético” y a la próspera industria de las esferas.

Cuando se les pregunta a los artesanos de Tlalpujahua si los narcotraficantes vienen a molestarlos, se ponen nerviosos y responden que “no” a señas, agitando la cabeza o persignándose.

Las figuras de vidrio soplado que habitan las boutiques de Tlalpujahua tienen forma de renos sonrientes, bellotas brillantes, pájaros emplumados, estrellas y pastelillos. También están los peces Nemo y Doris, los Minions y hasta varios equipos futbolísticos.

El pueblo “es algo fuera de lo común para estar ubicado en Michoacán”, estima Luis Antonio Zimbrón, un profesor de 43 años que, en busca de las esferas, se trasladó desde el vecino estado de México. “Tuve la oportunidad de conocer un lugar en Alemania”, y este no tiene nada que envidiarle, comentó, al describir “la decoración, la música, la magia” que animan el ambiente navideño de la zona.

Los empleados trabajan entre fuertes olores de laca, pintura y ácido que, junto con el nitrato de plata, dan brillo a las esferas.

Los “sopladores” llegan a producir diariamente hasta 2.000 esferas pequeñas, mientras los decoradores trabajan en una cabaña de ladrillos.

La tradición de las esferas empezó en Tlalpujahua en los años 60 con la gran fábrica “Adornos Navideños”. Aunque no prosperó, muchos aprendieron el oficio de soplar el vidrio y fundaron sus propios talleres. Actualmente existen 200.

Don Adán llegó a aquella fábrica a los 15 años y ahora, a sus 70, mantiene el taller que fundó y heredó a sus hijos y nietos. “No sé hacer otra cosa”, dice este anciano.

El año pasado, el negocio de las esferas generó unos 1.000 empleos en Tlalpujahua y dejó una utilidad económica de cerca de 3,4 millones de dólares con la producción de unos 20 millones de esferas, según cifras del gobierno local. (I)

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