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Guayaquil se reverdece con las lluvias

En 2016 un área del bosque protector Cerro Blanco fue consumida por incendios forestales. Sin embargo, la parte ubicada junto a la Perimetral ha sido cubierta por un manto de vegetación, gracias a las lluvias.
En 2016 un área del bosque protector Cerro Blanco fue consumida por incendios forestales. Sin embargo, la parte ubicada junto a la Perimetral ha sido cubierta por un manto de vegetación, gracias a las lluvias.
Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
01 de marzo de 2017 - 00:00 - Juan Carlos Holguín

Mónica Teresa Solano es amante de la naturaleza. Desde hace muchos años, esta guayaquileña licenciada en Turismo visita los cerros y bosques protectores en Guayaquil. Uno de sus preferidos es el cerro El Paraíso, ubicado en la ciudadela del mismo nombre, en el kilómetro 3 de la avenida Carlos Julio Arosemena, norte de Guayaquil.

Aquí los fines de semana se realizan actividades comunitarias y culturales, talleres para niños, mingas, eventos masivos que atraen a visitantes de diferentes partes de la ciudad. Este es un pulmón natural que generalmente en octubre y noviembre, cuando en Guayaquil son frecuentes los incendios forestales debido a las altas temperaturas, se ve afectado por el fuego.

Pero entre enero y marzo, cuando se presenta la temporada de lluvias, el cerro El Paraíso recobra su verdor e incluso se observa más espesura que en otros meses.

Para Mónica, la importancia de estas áreas verdes “es que nos permiten tener ese aire puro que todos necesitamos, y además alberga mucha vida como aves, ardillas y la gran cantidad de flora que se puede apreciar”.

Este fenómeno de reverdecimiento se observa en todo Guayaquil gracias a las lluvias que han caído en la urbe en el presente año. Por doquier crece la hierba, los muros se llenan de vegetación e incluso las áreas afectadas por incendios forestales en Cerro Blanco y Cerro Azul han recobrado su verdor habitual y están cubiertas por un manto verde que surge por el impacto de los nutrientes que el agua proporciona al suelo.

Así lo afirma la bióloga Francesca Torres, quien explica que lo que da el color verde tan llamativo “principalmente son la hierba y la maleza. Son especies más sencillas, con un periodo corto de crecimiento, de 4 días a una semana”.

Según la experta, cuando después de un período seco llegan lluvias copiosas, “esto le da al suelo abundante agua. Al aumentar la disponibilidad del líquido para las plantas, se incrementan algunos químicos que realizan la fotosíntesis, que no es otra cosa que un proceso para transformar la energía solar en energía química”.

El agua contiene nitrógeno, el cual se filtra a las raíces, que estaban desactivadas porque no tenían los nutrientes. Ahí se reactivan y se produce un crecimiento en las células de la planta, se ven los primeros brotes. Además la humedad también influye porque da una temperatura ideal para la proliferación y el crecimiento de estas especies de período corto de crecimiento.

En el litoral ecuatoriano están bien definidos el período lluvioso y el poco lluvioso. Según José González, técnico del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), el 95% de las precipitaciones se concentra en el período de la segunda quincena de diciembre a los primeros días de mayo. “El período poco lluvioso es el resto de mayo hasta noviembre o principios de diciembre. Es el 5% restante, caracterizado por lloviznas o lluvias ocasionales”.

El experto indicó que la intensidad de la actual temporada de lluvias obedece “a la actividad convectiva que está teniendo el segundo ramal de la zona de convergencia intertropical”, cuya influencia se siente principalmente en Los Ríos, Manabí, parte de Santo Domingo, Guayas, Santa Elena y El Oro.

La zona de convergencia intertropical es una zona de mal tiempo en la que se generan grandes nubes tipo montaña. Esas nubes de gran desarrollo vertical generan precipitaciones de intensidad entre moderada a fuerte, incluso acompañadas de tormentas eléctricas, las cuales se han registrado no solo en Guayaquil sino en algunas localidades de las provincias mencionadas.

De hecho, manifestó González, en algunas zonas ya se han superado los valores promedio de pluviosidad respecto a los últimos 30 años. Por ejemplo, en Salinas el acumulado de lluvia caída desde el 1 al 21 de febrero es de 218 mm y su valor normal es de 49.6 mm, por lo que tiene un excedente de 340% aproximadamente. Por eso se han registrado inundaciones.

En Guayaquil el promedio normal para febrero es 332 mm. y del 1 al 21 de este mes cayeron 350 mm. “Es solo el 5.4% de excedente.  Se considera que está en rangos normales cuando está más o menos en 30% de excedente”, señaló el experto.

Más de mil casos de maleza encendida en 2016

El periodo de reverdecimiento en la urbe es antecedido por un periodo de calor que se caracteriza por los incendios forestales. Según el mayor Fernando Ayala, jefe de la División Forestal del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil (BCBG), en 2016 el organismo atendió 1.212 casos de maleza encendida (ver gráfico), siendo septiembre el mes con mayor cantidad de emergencias de este tipo (189).

Actualmente la División Técnica Forestal y Ambiental del BCBG cuenta con 40 personas especializadas. En cuando a equipamiento, cuentan con herramientas manuales, como palas y machetes; mecanizadas, como bombas y podadoras; así como equipos de precisión (brújula, GPS, etc.).

El mayor Ayala señaló que los incendios “afectan trágicamente a la flora y fauna de nuestros bosques, además consumen una importante suma de recursos utilizados en emergencias de gran magnitud y ponen en riesgo la vida, bienes de personas civiles y uniformadas. El proceso de recuperación de las especies afectadas pueden durar años”. (I)

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